Luigino Bracci
Hace unos días, un artículo del economista venezolano Luis Enrique
Gavazut causó gran controversia en las redes sociales. Titulado "A un año del Programa de Recuperación, Crecimiento y Prosperidad: ¿Qué es de la vida de El Petro?"
y publicado en el portal 15 y Último que dirige Luis Salas, intentaba
hacer un balance sobre la famosa criptomoneda venezolana 12 meses
después de que el Presidente Nicolás Maduro hubiera lanzado medidas
económicas de gran importancia para el país.
Aunque Gavazut, en su artículo, hace fuertes críticas a quienes defendían la eliminación del control de cambios y lo poco que esto ha ayudado a resolver la hiperinflación y la crisis, tal vez lo más controversial del texto fue su opinión sobre el Petro, que resume en: "Otro fracaso estrepitoso". Incluso llega a afirmar que "el petro, después de haber sido calificado por la agencia Dagong, la calificadora de riesgo más influyente de China, como una 'genialidad financiera', no es más que el hazmerreír del mundo de las criptomonedas. ¡Qué indignante decepción!"
Él explica:
Sus objetivos explícitos eran fortalecer el bolívar, es decir, detener la devaluación e incluso revertirla, respaldando el valor de nuestra moneda en la riqueza petrolera y atrayendo divisas hacia el mercado cambiario nacional; así como proveer un medio para sortear las sanciones en el sistema financiero internacional, particularmente en el sistema de transferencias interbancarias Swift, es decir, un medio para poder hacer pagos internacionales sin pasar por el Swift y con ello sortear las dificultades para el normal desenvolvimiento de nuestro comercio exterior.
Huelga decir que ninguno de esos objetivos se logró. Cuando un proyecto no logra sus objetivos, se declara fracasado. Punto.
Sus comentarios, que fueron replicados de forma provocadora por la cuenta Twitter de 15yUltimo, causaron respuestas airadas de parte de algunos chavistas, así como troleos de parte de opositores.
Ahora bien: ¿Fue realmente el Petro un fracaso estrepitoso? ¿Es actualmente un hazmerreír? ¿Puede decretarse su muerte?
Errores comunicacionales e imposibilidad de debatir
En realidad, no se puede estar molesto con la respuesta de Gavazut. Todos recordamos que, cuando se anunció el Petro, hubo una vorágine comunicacional de apoyo hacia él desde el gobierno, aún de personas, funcionarios y voceros que realmente no comprendían o no estaban seguros de lo que implicaba.
Eso es entendible. Venezuela es un país bajo acoso del gobierno estadounidense y sus aliados desde hace al menos 20 años, en un intento de tomar el control de nuestros recursos. Cada vez que el gobierno propone un nuevo plan, una nueva idea, un nuevo proyecto para resolver los problemas que tiene nuestro país, hay una tormenta de respuestas desde los políticos, medios de oposición y supuestos especialistas desprestigiando la idea, por muy buena que sea. Desde La Patilla hasta CNN, pasando por The New York Times, El País de España o Clarín de Argentina, incluyendo muchas veces a artistas del mundo de la farándula y el espectáculo, todos salen al unísono a despotricar de cualquier idea que venga desde este lado.
Y, lamentablemente, nosotros en el chavismo nos hemos acostumbrado a responder haciendo lo contrario: aplaudimos toda idea que viene de este lado de forma unánime, muchas veces sin pensarla, sin meditarla, sin debatirla. Se debate internamente en algún lado —supongo que en la Dirección Nacional del PSUV, o por allí— pero una vez se aprueba y se anuncia públicamente, todos la apoyan y quien no lo haga es sospechoso de traición: es criticado, insultado o apartado. Quien sepa que algo va a salir mal, no tiene mayor espacio donde decirlo.
En lo personal, pienso que, en esa primera etapa del Petro, fueron nombrados a cargo de este importantísimo proyecto personas que no estaban capacitadas, que no tenían todo el conocimiento económico y técnico necesario, ni el compromiso político, y que finalmente tuvieron que ser removidas. A pesar de eso, todos apoyamos el proyecto de muy buena fe y nos guardamos para nosotros mismos las reservas que teníamos, sabiendo que, si bombardeábamos el naciente proyecto con nuestras críticas y dudas, ayudaríamos a hacerlo naufragar.
Hubo muchos compañeros bienintencionados de muchas instituciones, que comenzaron a prometer cosas sobre el Petro que jamás se cumplieron. Y, al no cumplirse, causaron profunda decepción.
Se habló, por ejemplo, de que las cajas de ahorro de los ministerios almacenarían sus fondos en Petros, como forma de preservar su valor ante la hiperinflación. Incluso se hablaba de entregar minadoras a las cajas de ahorro, y de preservar las prestaciones de los empleados públicos en Petros. Nada de eso se cumplió, y quienes se quedaron en las cajas de ahorros esperando que esa promesa se cumplieran, perdieron su dinerito ante el avance de la devaluación.
El gobierno compró containers con minadoras, que fueron asignadas a universidades, infocentros e instituciones, lo que se anunció con bombos y platillos.
Hasta donde sé, la mayoría de estas minadoras no están siendo utilizadas, posiblemente por los problemas que tiene el sistema eléctrico venezolano. Su uso, en todo caso debería ser lo más transparente posible.
Otros compañeros confundían Petros con criptominado, y se estimulaba a la gente a comprar minadoras, aunque también había funcionarios del Estado que las decomisaban, impedían su importación o cobraban sobornos por permitir su ingreso al país, lo que trajo muchos disgustos y visibilizó fuertes contradicciones dentro del Estado.
Necesidad de confianza
Cuando fue anunciado el Petro, leí todas las opiniones que surgieron al respecto: tanto la de defensores a ultranza, como de detractores. Tanto del chavismo, como de la oposición, así como de gente que no conoce nada del conflicto político venezolano.
De todas las opiniones que leí sobre el Petro, la que consideré más lógica provino de un miembro del PSUV, economista, marxista, exministro y hoy constituyente. Su opinión la hizo en un grupo cerrado de Whatsapp, y por desgracia jamás la hizo pública. Por ende, me reservo su nombre. Sin embargo, el compañero, hace más de un año, era bastante pesimista en torno al destino del Petro y usaba casi las mismas palabras de Gavazut para anticipar su fracaso.
Él explicó que el problema de cualquier criptomoneda es que tiene que generar confianza para ser apoyada por los inversionistas. Y, sobre ese tema, hay un dicho muy popular: "No hay nada más cobarde que el dinero".
El camarada explicaba que era muy difícil que cualquier inversionista del mundo pudiera invertir su dinero en comprar Petros porque en los medios de comunicación hay una campaña global de ataque contra Venezuela que, básicamente, asusta a cualquier inversionista de colocar su dinero aquí, en particular cuando hay cientos de otras criptomonedas y decenas de otros mecanismos de inversión que pueden resultar más confiables.
De hecho, Donald Trump emitió sanciones en 2018 contra el Petro, amenazando a cualquier persona o empresa estadounidense que haga transacciones con esta criptomoneda. Esto asustó no sólo a posibles compradores de petros que también deseen tener relaciones con Estados Unidos, sino a páginas de intercambio de criptomonedas, como Binance o Coinbase, que, de haber aceptado al Petro, hubieran facilitado enormemente la difusión de la moneda venezolana.
Por ello, hay preguntas que los inversionistas extranjeros —aquellos que no se dejan guiar por sentimentalismos, por ideologías políticas o por sueños de un mundo mejor— pueden hacerse sobre el Petro, y que nadie ha podido responder.
Estoy casi seguro de que eso se intentó, pero las circunstancias geopolíticas y el hecho de que muchos gobiernos sean reacios a aceptar las criptomonedas por ser una figura tan incipiente, seguramente hicieron que rehuyan a la idea.
Es por ello que se pide paciencia. En medio de una guerra comercial entre Estados Unidos y China, y con un pueblo estadounidense que poco a poco comienza a darse cuenta del terrible error que cometió eligiendo a Donald Trump, es posible que las circunstancias geopolíticas mundiales puedan cambiar en unos meses o años y que el Petro, en un futuro cercano, pueda comenzar a ser aceptado o cambie su concepción de forma tal que se vuelva más confiable para los inversionistas.
De cualquier forma, yo no creo que el Petro haya fracasado. Lo que creo es que se sobreestimó su alcance y que mucha gente habló sobre él sin saber, prometiendo cosas imposibles.
¿Es el Petro el "hazmerreír del mundo de las criptomonedas"? Si nosotros nunca habíamos ingresado a ese mundo y, de repente, llegamos a él de una forma presuntuosa, realizando actos pomposos, diciendo que el Petro salvará nuestra economía, resolverá nuestros problemas de hiperinflación y de bloqueo económico, acabará con el dólar y se convertirá en la salvación del mundo, es inevitable que nos convirtamos en un hazmerreír a nivel mundial. No porque el Petro funcione o no, sino porque somos unos inmensos bocones. Ni siquiera los creadores del bitcoin han sido tan presumidos. El Petro no tiene la culpa de que seamos tan absurdos en materia de publicidad y comunicación. Y es peor si le dimos el control del Petro, al menos al inicio, a personas que no sabían del tema, al "puercoarañismo" político venezolano.
Pero si somos humildes, la usamos para resolver nuestros problemas, la hacemos crecer y vamos preparando a la gente, quien sabe si le demos al mundo una grata sorpresa.
El Petro hoy no es la criptomoneda que sería comprada ansiosamente por inversionistas extranjeros salvando así nuestra economía, pero sí puede ser muy útil, sobre todo para nosotros los venezolanos. La gente está aprendiendo a utilizar el Petro, algunos locales y empresas venezolanas están comenzando a aceptar pagos en Petros y muchas personas se están familiarizando con la PetroApp (a mí aún no me valida como usuario, a pesar de las numerosas veces que he llenado los formularios y he enviado mis documentos y selfies... seguiré intentándolo).
Muchos usamos la opción de ahorro en Petros del Sistema Patria para intentar preservar el valor de nuestro dinero en medio de esta hiperinflación descontrolada que vivimos, sin recurrir a la compra de dólares estadounidenses.
El Petro también se perfila, junto al Sistema Patria, como una posible opción para continuar haciendo transacciones y pagos en caso de que las "sanciones" de Donald Trump logren que Visa y MasterCard se retiren del país y dejen de funcionar las tarjetas de débito y crédito, aunque hay que recordar que no todo el mundo tiene acceso a teléfonos inteligentes, computadoras e Internet.
Aunque no forma parte del Petro, el sistema Patria Remesas ofrecido por el gobierno venezolano está permitiendo recibir dinero del exterior usando bitcoins, y aunque alguien podría decir que el precio del dólar oficial que usa este sistema es menor al paralelo, el hecho es que Patria Remesas cobra menos comisiones que páginas como AirTM y similares, volviéndose una opción muy atractiva para recibir remesas y dinero desde el exterior. La única crítica es la demora para que el dinero enviado desde el Sistema Patria llegue a la cuenta bancaria, que puede tardar de 3 a 5 días. Algunos amigos me reportan que están ganando algún dinero en páginas que pagan con satoshis por ver publicidad, y luego cobrándolo en bolívares a través de Patria Remesas.
Gavazut tiene razón en que algunas decisiones sobre el Petro, como los cambios sucesivos de los White Papers y las opiniones negativas de algunas personalidades del mundo internacional de las criptomonedas influyeron negativamente en la credibilidad sobre el Petro. Pero esas cosas eran de esperarse. Insisto en que lo que más afectó su confianza son los constantes ataques contra Venezuela hechos por medios de comunicación, y las constantes amenazas de derrocamiento e invasión por parte del Imperialismo.
¿Qué pasará con el Petro en el futuro? Hay que esperar. Las mismas criptomonedas son algo muy reciente: el bitcoin se lanzó hace apenas 10 años, en enero de 2009, y nadie confiaba en él en ese momento. Hoy, todos nos arrepentimos de no haberlo comprado cuando nació.
Preguntas
Y las incógnitas no son sólo con el futuro del Petro, sino con la economía y la geopolítica mundial. ¿Qué pasará con las criptomonedas dentro de 5, 10 ó 25 años? ¿Qué ocurrirá con la guerra comercial entre Estados Unidos, Rusia y China? ¿Caerá el dólar? ¿Se fortalecerán otras monedas fiat? ¿En qué influirá la criptomoneda "libra" propuesta por Facebook? ¿Qué pasará con la amenazada y atacada Venezuela? ¿Cuánto más continuará el gobierno del desprestigiado Donald Trump?
Todos quisiéramos conocer las respuestas. Por ahora, sólo nos queda esperar, resistir y ver qué pasa.
¿Qué se le puede mejorar al Petro? En mi opinión, es importante que sea transparente. Está muy bien que se haya publicado el explorador de bloques y que se haya activado un API para desarrolladores, con el fin de que páginas de comercio puedan conocer su precio. También es importante que las aplicaciones relacionadas con el Petro publiquen su código fuente en repositorios públicos, con el fin de que expertos técnicos del mundo de las criptomonedas puedan chequear y validar las aplicaciones. Cualquier inversionista consulta primero a expertos técnicos para conocer cuán confiable es una criptomoneda, y si las mismas no publican el código fuente de sus aplicaciones relacionadas, los técnicos no confiarán en ella por no poder examinar dicho código. Además, si el código no es libre, las aplicaciones no podrán incluirse en distribuciones de software libre como Canaima GNU/Linux, ni en Canaimitas.
Otra cosa: Ojalá podamos llegar, dentro del proceso bolivariano, al momento en el que se puedan debatir públicamente el apoyo o no a ideas como el Petro, sin que el objetar sirva como excusa para insultarnos, acusarnos de "lugarcomunistas intelectuales", escasos de ideas, patilleros o traidores.
Aunque Gavazut, en su artículo, hace fuertes críticas a quienes defendían la eliminación del control de cambios y lo poco que esto ha ayudado a resolver la hiperinflación y la crisis, tal vez lo más controversial del texto fue su opinión sobre el Petro, que resume en: "Otro fracaso estrepitoso". Incluso llega a afirmar que "el petro, después de haber sido calificado por la agencia Dagong, la calificadora de riesgo más influyente de China, como una 'genialidad financiera', no es más que el hazmerreír del mundo de las criptomonedas. ¡Qué indignante decepción!"
Él explica:
Sus objetivos explícitos eran fortalecer el bolívar, es decir, detener la devaluación e incluso revertirla, respaldando el valor de nuestra moneda en la riqueza petrolera y atrayendo divisas hacia el mercado cambiario nacional; así como proveer un medio para sortear las sanciones en el sistema financiero internacional, particularmente en el sistema de transferencias interbancarias Swift, es decir, un medio para poder hacer pagos internacionales sin pasar por el Swift y con ello sortear las dificultades para el normal desenvolvimiento de nuestro comercio exterior.
Huelga decir que ninguno de esos objetivos se logró. Cuando un proyecto no logra sus objetivos, se declara fracasado. Punto.
Sus comentarios, que fueron replicados de forma provocadora por la cuenta Twitter de 15yUltimo, causaron respuestas airadas de parte de algunos chavistas, así como troleos de parte de opositores.
Ahora bien: ¿Fue realmente el Petro un fracaso estrepitoso? ¿Es actualmente un hazmerreír? ¿Puede decretarse su muerte?
Errores comunicacionales e imposibilidad de debatir
En realidad, no se puede estar molesto con la respuesta de Gavazut. Todos recordamos que, cuando se anunció el Petro, hubo una vorágine comunicacional de apoyo hacia él desde el gobierno, aún de personas, funcionarios y voceros que realmente no comprendían o no estaban seguros de lo que implicaba.
Eso es entendible. Venezuela es un país bajo acoso del gobierno estadounidense y sus aliados desde hace al menos 20 años, en un intento de tomar el control de nuestros recursos. Cada vez que el gobierno propone un nuevo plan, una nueva idea, un nuevo proyecto para resolver los problemas que tiene nuestro país, hay una tormenta de respuestas desde los políticos, medios de oposición y supuestos especialistas desprestigiando la idea, por muy buena que sea. Desde La Patilla hasta CNN, pasando por The New York Times, El País de España o Clarín de Argentina, incluyendo muchas veces a artistas del mundo de la farándula y el espectáculo, todos salen al unísono a despotricar de cualquier idea que venga desde este lado.
Y, lamentablemente, nosotros en el chavismo nos hemos acostumbrado a responder haciendo lo contrario: aplaudimos toda idea que viene de este lado de forma unánime, muchas veces sin pensarla, sin meditarla, sin debatirla. Se debate internamente en algún lado —supongo que en la Dirección Nacional del PSUV, o por allí— pero una vez se aprueba y se anuncia públicamente, todos la apoyan y quien no lo haga es sospechoso de traición: es criticado, insultado o apartado. Quien sepa que algo va a salir mal, no tiene mayor espacio donde decirlo.
En lo personal, pienso que, en esa primera etapa del Petro, fueron nombrados a cargo de este importantísimo proyecto personas que no estaban capacitadas, que no tenían todo el conocimiento económico y técnico necesario, ni el compromiso político, y que finalmente tuvieron que ser removidas. A pesar de eso, todos apoyamos el proyecto de muy buena fe y nos guardamos para nosotros mismos las reservas que teníamos, sabiendo que, si bombardeábamos el naciente proyecto con nuestras críticas y dudas, ayudaríamos a hacerlo naufragar.
Hubo muchos compañeros bienintencionados de muchas instituciones, que comenzaron a prometer cosas sobre el Petro que jamás se cumplieron. Y, al no cumplirse, causaron profunda decepción.
Se habló, por ejemplo, de que las cajas de ahorro de los ministerios almacenarían sus fondos en Petros, como forma de preservar su valor ante la hiperinflación. Incluso se hablaba de entregar minadoras a las cajas de ahorro, y de preservar las prestaciones de los empleados públicos en Petros. Nada de eso se cumplió, y quienes se quedaron en las cajas de ahorros esperando que esa promesa se cumplieran, perdieron su dinerito ante el avance de la devaluación.
El gobierno compró containers con minadoras, que fueron asignadas a universidades, infocentros e instituciones, lo que se anunció con bombos y platillos.
Hasta donde sé, la mayoría de estas minadoras no están siendo utilizadas, posiblemente por los problemas que tiene el sistema eléctrico venezolano. Su uso, en todo caso debería ser lo más transparente posible.
Otros compañeros confundían Petros con criptominado, y se estimulaba a la gente a comprar minadoras, aunque también había funcionarios del Estado que las decomisaban, impedían su importación o cobraban sobornos por permitir su ingreso al país, lo que trajo muchos disgustos y visibilizó fuertes contradicciones dentro del Estado.
Necesidad de confianza
Cuando fue anunciado el Petro, leí todas las opiniones que surgieron al respecto: tanto la de defensores a ultranza, como de detractores. Tanto del chavismo, como de la oposición, así como de gente que no conoce nada del conflicto político venezolano.
De todas las opiniones que leí sobre el Petro, la que consideré más lógica provino de un miembro del PSUV, economista, marxista, exministro y hoy constituyente. Su opinión la hizo en un grupo cerrado de Whatsapp, y por desgracia jamás la hizo pública. Por ende, me reservo su nombre. Sin embargo, el compañero, hace más de un año, era bastante pesimista en torno al destino del Petro y usaba casi las mismas palabras de Gavazut para anticipar su fracaso.
Él explicó que el problema de cualquier criptomoneda es que tiene que generar confianza para ser apoyada por los inversionistas. Y, sobre ese tema, hay un dicho muy popular: "No hay nada más cobarde que el dinero".
El camarada explicaba que era muy difícil que cualquier inversionista del mundo pudiera invertir su dinero en comprar Petros porque en los medios de comunicación hay una campaña global de ataque contra Venezuela que, básicamente, asusta a cualquier inversionista de colocar su dinero aquí, en particular cuando hay cientos de otras criptomonedas y decenas de otros mecanismos de inversión que pueden resultar más confiables.
De hecho, Donald Trump emitió sanciones en 2018 contra el Petro, amenazando a cualquier persona o empresa estadounidense que haga transacciones con esta criptomoneda. Esto asustó no sólo a posibles compradores de petros que también deseen tener relaciones con Estados Unidos, sino a páginas de intercambio de criptomonedas, como Binance o Coinbase, que, de haber aceptado al Petro, hubieran facilitado enormemente la difusión de la moneda venezolana.
Por ello, hay preguntas que los inversionistas extranjeros —aquellos que no se dejan guiar por sentimentalismos, por ideologías políticas o por sueños de un mundo mejor— pueden hacerse sobre el Petro, y que nadie ha podido responder.
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Si Maduro es derrocado, ¿qué pasará con el Petro? Venezuela
es un país cuyo gobierno está enfrentado directamente contra el Imperio
más poderoso en la historia de la Humanidad. Desde hace 20 años han
habido decenas de intentos de golpes de Estado y planes para derrocar a
Hugo Chávez, y estos planes se han incrementado con el ascenso de
Nicolás Maduro a la presidencia de Venezuela y con la lamentable llegada
de Donald Trump a la de Estados Unidos. Hay amenazas de derrocamiento, de asesinato, de intervención militar, de bloqueo naval y de invasión directa. Y
no podemos olvidar el retroceso de la izquierda en los últimos años en
países como Brasil, Ecuador, Argentina, Honduras, El Salvador, entre
otros, lo que también ha involucrado el desmantelamiento de muchos
proyectos que líderes progresistas como Dilma Rousseff, Rafael Correa o
Cristina Kirchner llevaban a cabo.
El Petro es mucho más centralizado que el bitcoin y otras criptomonedas. Su principal atractivo —la promesa, de parte del gobierno venezolano, de que sea respaldado por el petróleo en los campos de la Faja Petrolífera del Orinoco— es también su principal debilidad. Y es que toda la infraestructura tecnológica, servidores y equipos del Petro están en Venezuela. Si derrocan a Maduro, todo eso será desmantelado y la promesa del respaldo por petróleo desaparecerá. Alguien podría tener un wallet en su computador con Petros, pero si desaparece el gobierno que prometía respaldar esos Petros con la riqueza petrolera venezolana, muy difícilmente alguien va a aceptar cambiar esos Petros usando la tasa de 1 Petro = 60 dólares.
Por ende, el apostar por el Petro es también apostar por la permanencia de Nicolás Maduro y de la revolución bolivariana en la presidencia de Venezuela, y si bien esa puede ser la decisión personal y el riesgo que tome un venezolano chavista como yo, muy difícilmente un capitalista extranjero puede decidir lo mismo, en particular si tiene muchas otras opciones. - ¿Qué significa estar respaldado en la riqueza petrolera de Venezuela? Es histórico que se hayan asignado campos de la Faja Petrolífera del Orinoco para respaldar al Petro, pero lo que un inversionista puede preguntarse es: si tengo un Petro y quiero que se me dé su valor en petróleo, ¿se me entregará? El tema del respaldo del Petro con petróleo es difícil de comprender en su ejecución pues somos uno de los primeros países del mundo en hacerlo. Y nuevamente está atado a la permanencia de Nicolás Maduro en la Presidencia.
-
¿Qué gana un inversionista extranjero teniendo su dinero en Petros? Alguien
podría comprar bitcoins ante la promesa de que, si él o ella sabe
manejarse bien ante su inestabilidad, puede hacer dinero fácil (lo
llaman "criptotrading"). Quien compró un bitcoin en marzo de
2019, cuando estaba en 3 mil dólares, y lo vendió en junio de 2019,
cuando llegó a 12 mil dólares, tuvo un 300 por ciento de ganancia en muy
poco tiempo. Pero el inversionista extranjero que compró un Petro en
marzo con un valor de 60 dólares, hoy sigue teniendo 60 dólares.
Es cierto que el precio del barril de petróleo podría subir en el futuro a medida que comience a escasear, pero estamos hablando entonces de una inversión a muy largo plazo, tal vez en 10 o 20 años. Nuevamente surge la pregunta que se puede hacer un inversionista extranjero: ¿continuará la revolución bolivariana en el poder en 10 o 20 años? ¿Seguirá existiendo el Petro?
También es cierto que se habla de que el dólar podría sufrir una caída catastrófica y, en tal caso, el mantener su dinero en una criptomoneda estable, como el Petro, sería una excelente opción.
Estoy casi seguro de que eso se intentó, pero las circunstancias geopolíticas y el hecho de que muchos gobiernos sean reacios a aceptar las criptomonedas por ser una figura tan incipiente, seguramente hicieron que rehuyan a la idea.
Es por ello que se pide paciencia. En medio de una guerra comercial entre Estados Unidos y China, y con un pueblo estadounidense que poco a poco comienza a darse cuenta del terrible error que cometió eligiendo a Donald Trump, es posible que las circunstancias geopolíticas mundiales puedan cambiar en unos meses o años y que el Petro, en un futuro cercano, pueda comenzar a ser aceptado o cambie su concepción de forma tal que se vuelva más confiable para los inversionistas.
De cualquier forma, yo no creo que el Petro haya fracasado. Lo que creo es que se sobreestimó su alcance y que mucha gente habló sobre él sin saber, prometiendo cosas imposibles.
¿Es el Petro el "hazmerreír del mundo de las criptomonedas"? Si nosotros nunca habíamos ingresado a ese mundo y, de repente, llegamos a él de una forma presuntuosa, realizando actos pomposos, diciendo que el Petro salvará nuestra economía, resolverá nuestros problemas de hiperinflación y de bloqueo económico, acabará con el dólar y se convertirá en la salvación del mundo, es inevitable que nos convirtamos en un hazmerreír a nivel mundial. No porque el Petro funcione o no, sino porque somos unos inmensos bocones. Ni siquiera los creadores del bitcoin han sido tan presumidos. El Petro no tiene la culpa de que seamos tan absurdos en materia de publicidad y comunicación. Y es peor si le dimos el control del Petro, al menos al inicio, a personas que no sabían del tema, al "puercoarañismo" político venezolano.
Pero si somos humildes, la usamos para resolver nuestros problemas, la hacemos crecer y vamos preparando a la gente, quien sabe si le demos al mundo una grata sorpresa.
El Petro hoy no es la criptomoneda que sería comprada ansiosamente por inversionistas extranjeros salvando así nuestra economía, pero sí puede ser muy útil, sobre todo para nosotros los venezolanos. La gente está aprendiendo a utilizar el Petro, algunos locales y empresas venezolanas están comenzando a aceptar pagos en Petros y muchas personas se están familiarizando con la PetroApp (a mí aún no me valida como usuario, a pesar de las numerosas veces que he llenado los formularios y he enviado mis documentos y selfies... seguiré intentándolo).
Muchos usamos la opción de ahorro en Petros del Sistema Patria para intentar preservar el valor de nuestro dinero en medio de esta hiperinflación descontrolada que vivimos, sin recurrir a la compra de dólares estadounidenses.
El Petro también se perfila, junto al Sistema Patria, como una posible opción para continuar haciendo transacciones y pagos en caso de que las "sanciones" de Donald Trump logren que Visa y MasterCard se retiren del país y dejen de funcionar las tarjetas de débito y crédito, aunque hay que recordar que no todo el mundo tiene acceso a teléfonos inteligentes, computadoras e Internet.
Aunque no forma parte del Petro, el sistema Patria Remesas ofrecido por el gobierno venezolano está permitiendo recibir dinero del exterior usando bitcoins, y aunque alguien podría decir que el precio del dólar oficial que usa este sistema es menor al paralelo, el hecho es que Patria Remesas cobra menos comisiones que páginas como AirTM y similares, volviéndose una opción muy atractiva para recibir remesas y dinero desde el exterior. La única crítica es la demora para que el dinero enviado desde el Sistema Patria llegue a la cuenta bancaria, que puede tardar de 3 a 5 días. Algunos amigos me reportan que están ganando algún dinero en páginas que pagan con satoshis por ver publicidad, y luego cobrándolo en bolívares a través de Patria Remesas.
Gavazut tiene razón en que algunas decisiones sobre el Petro, como los cambios sucesivos de los White Papers y las opiniones negativas de algunas personalidades del mundo internacional de las criptomonedas influyeron negativamente en la credibilidad sobre el Petro. Pero esas cosas eran de esperarse. Insisto en que lo que más afectó su confianza son los constantes ataques contra Venezuela hechos por medios de comunicación, y las constantes amenazas de derrocamiento e invasión por parte del Imperialismo.
¿Qué pasará con el Petro en el futuro? Hay que esperar. Las mismas criptomonedas son algo muy reciente: el bitcoin se lanzó hace apenas 10 años, en enero de 2009, y nadie confiaba en él en ese momento. Hoy, todos nos arrepentimos de no haberlo comprado cuando nació.
Preguntas
Y las incógnitas no son sólo con el futuro del Petro, sino con la economía y la geopolítica mundial. ¿Qué pasará con las criptomonedas dentro de 5, 10 ó 25 años? ¿Qué ocurrirá con la guerra comercial entre Estados Unidos, Rusia y China? ¿Caerá el dólar? ¿Se fortalecerán otras monedas fiat? ¿En qué influirá la criptomoneda "libra" propuesta por Facebook? ¿Qué pasará con la amenazada y atacada Venezuela? ¿Cuánto más continuará el gobierno del desprestigiado Donald Trump?
Todos quisiéramos conocer las respuestas. Por ahora, sólo nos queda esperar, resistir y ver qué pasa.
¿Qué se le puede mejorar al Petro? En mi opinión, es importante que sea transparente. Está muy bien que se haya publicado el explorador de bloques y que se haya activado un API para desarrolladores, con el fin de que páginas de comercio puedan conocer su precio. También es importante que las aplicaciones relacionadas con el Petro publiquen su código fuente en repositorios públicos, con el fin de que expertos técnicos del mundo de las criptomonedas puedan chequear y validar las aplicaciones. Cualquier inversionista consulta primero a expertos técnicos para conocer cuán confiable es una criptomoneda, y si las mismas no publican el código fuente de sus aplicaciones relacionadas, los técnicos no confiarán en ella por no poder examinar dicho código. Además, si el código no es libre, las aplicaciones no podrán incluirse en distribuciones de software libre como Canaima GNU/Linux, ni en Canaimitas.
Otra cosa: Ojalá podamos llegar, dentro del proceso bolivariano, al momento en el que se puedan debatir públicamente el apoyo o no a ideas como el Petro, sin que el objetar sirva como excusa para insultarnos, acusarnos de "lugarcomunistas intelectuales", escasos de ideas, patilleros o traidores.
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