Hasta que se demuestre lo contrario, el mundo gira sobre su propio eje y pasea alrededor del Sol. A lo interno también está en movimiento, ahora mismo se está reordenando.
La Ruta de la Seda promovida por Xi Jinping le da un giro al mapamundi, desde este otro ángulo se ven Asia y el Pacífico. Se trata de un nuevo trayecto comercial, ferroviario y marítimo, que parte de China, pasa por Rusia, Medio Oriente, llega a Europa y se regresa por África. Hacia el otro lado atraviesa el Pacífico y llega a América, pasa por el canal de Panamá, y quizás por el de Nicaragua. Esta nueva ruta toca Oceanía. El valor total de las inversiones en infraestructura se estima en 3,67 billones de dólares.
La Nueva Ruta no es solo un reordenamiento de los canales comerciales, requerirá también de nuevos sistemas financieros para realizar las compras y ventas de los bienes. Resulta obvio que ni China, mucho menos Rusia harán depender su proyecto comercial del sistema financiero estadounidense SWIFT basado en el petro-dólar-papel.
No por casualidad, desde 2010 tanto China como Rusia, pero también India, Brasil y Suráfrica, emergiendo como potencias, se unieron y conformaron los BRICS. Juntas están impulsando un nuevo sistema de pagos, el BRICS Pay. Es un sistema de compensación que permitirá a estos países realizar sus transacciones financieras, y evidentemente se basará en una moneda distinta al dólar estadounidense: utilizará el petro-yuan-oro.
En este reordenamiento comercial, financiero y monetario, Venezuela está literal y estratégicamente en el centro, no solo geográficamente por ubicarse al norte del sur y al sur del norte, mirando al Mar Caribe, a un paso del Pacífico y a un brinco del Atlántico, sino que tiene la primera reserva probada y certificada de petróleo y también la de oro. O sea, en tierra venezolana yace buena parte del sustento del nuevo sistema comercial y monetario respectivamente. Es la Joya de la Corona.
Transitemos, sin demora, en la Seda, y solicitemos nuestra incorporación en los BRICS. Tenemos mucho que aportar a este nuevo orden mundial pluripolar y multicéntrico. Mientras tanto, a lo interno, movámonos hacia un modelo de justicia social, más humano, hacia el Socialismo del siglo XXI.
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