Asalia Venegas.- El antichavismo empieza a sentir el escrache en carne propia. Mientras los especialistas se ponen de acuerdo en la etimología, aceptemos la acepción de “asedio, protesta, insulto” en público o a domicilio. La oposición la incluyó en su arsenal del odio durante las guarimbas, pero pasó de las palabras a los hechos, además de hacerla extensiva a familiares, amigos y hasta conocidos de todo chavista o quienes se les parecieran.
El diccionario ya acepta el horrible verbo “escrachar”. En Venezuela se le aplica no solo a los dirigentes bolivarianos y sus relacionados en cualquier grado, sino a todo el que piense distinto o no complazca a la derecha, la “Venezuela decente”. El primer extranjero escrachado en el país fue Carter. Todo por decirles que perdieron limpiamente las elecciones frente a Chávez.
Ocurre que el escrache se les revirtió a quienes lo convirtieron en garrote. Pero ese efecto bumerang no empezó en Venezuela sino en el exterior, desde el día en que Trump impuso la autojuramentación de un “gobierno” títere. El ungido por su majestad imperial empezó a nombrar “representantes
personales”, a quienes les dio por asaltar las embajadas y consulados de Venezuela. Los pueblos del mundo reaccionaron.
personales”, a quienes les dio por asaltar las embajadas y consulados de Venezuela. Los pueblos del mundo reaccionaron.
La solidaridad con la patria de Bolívar se activó desde Norteamérica hasta Australia, pasando por África, Asia y Europa. En EEUU el apoyo pasó de las manifestaciones en Washington y Nueva York, a la ocupación pacífica de sedes diplomáticas venezolanas y al desalojo de los asaltantes. La avalancha solidaria apenas comenzaba.
Este escrache a favor de Venezuela es paradójico. Pueblos extranjeros acusan a los “representantes” del autojuramentado de “traición a su patria” por pedir la intervención militar de su propio país. No entienden semejante lacayismo. A diferencia del escrache de la derecha de aquí, impulsado por el odio político y racial que llegó hasta la quema de personas vivas, al de allende las fronteras lo alimenta la solidaridad, el rechazo a las invasiones militares y la defensa de la paz. Otra diferencia es que a los protagonistas del escrache pacífico contra los lacayos del imperio no los paga la Casa Blanca con el mismo dinero robado a Venezuela.
Asalia Venegas
Periodista / Profesora UCV
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