Jorge Forero
La gira por América del Sur de Mike Pompeo, Secretario de Estado de los EE.UU., tiene prevista para el domingo 14 de abril una singular visita a la ciudad de Cúcuta, capital del departamento del Norte de Santander ubicada en el oriente colombiano, a unos 500km de la ciudad de Bogotá, con la finalidad explícita de reimpulsar la agenda de hostilidades contra el gobierno venezolano.
Parece una extravagancia que Washington recurra a uno de sus más altos funcionarios para visitar una ciudad intermedia de Colombia, la cual presenta elevados índices de marginación económica y política en ese país. Sin embargo, el carácter de nodo fundamental de la frontera colombo-venezolana, le otorga un valor geopolítico a esta ciudad (más adelante se tratará este aspecto).
De acuerdo con las vocerías y las notas de prensa del Departamento de Estado, la gira de Pompeo se lleva a cabo con un interés específico, proseguir en su cruzada para profundizar el asedio multidimensional –político, diplomático, económico y militar- en contra de Venezuela.
Tal situación confirma la importancia del tema Venezuela en el tablero de ajedrez del gobierno estadounidense. La política exterior de la administración Trump necesita con urgencia de una victoria notable, después de los pésimos resultados de sus movimientos: i) del unilateralismo ante la OTAN, la OMC y el G7; ii) de la guerra comercial con China (con severas repercusiones contra muchos de sus aliados históricos); iii) de su estrepitoso fracaso en Siria, lugar en el que ha perdido el pulso con Rusia.
Es evidente que la avidez del gobierno de los EE.UU., respecto al tema Venezuela, no está relacionado con un interés por la democracia, los derechos humanos o la situación económica del pueblo venezolano.
Washington necesita reconquistar políticamente a Venezuela y recuperar el control y usufructo de los recursos naturales de ese país caribeño por cualquier medio, porque allí están en juego sus intereses estratégicos en el marco de una inminente recesión de su economía, y en el huracán que significa la pugna geopolítica con el eje China y Rusia por la hegemonía mundial.
Además, este no es un tópico menor, el derrocamiento del gobierno de Venezuela es el único trofeo de guerra que Trump podría exhibir en sus aspiraciones de reelección en la contienda electoral de noviembre de 2020.
Esa circunstancia explica la virulencia de la administración Trump en su campaña por la reconquista de Venezuela, la cual ha derivado en acciones desproporcionadas, tales como: a) la imposición de sanciones lesivas sobre la economía venezolana con graves y severas consecuencias para la población de ese país; b) las reiteradas menciones sobre una posible intervención militar; c) la frustrada operación de ingreso forzoso de una caravana de presunta ayuda humanitaria el 23 de Febrero en la misma ciudad de Cúcuta; d) la imposición de un representante del denominado gobierno interino de Venezuela en la OEA, de manera arbitraria y en violación flagrante a las normas que rigen el funcionamiento de ese organismo el pasado 10 de abril.
Pero la visita de Pompeo a Cúcuta también tiene una connotación militar. Los recurrentes y sistemáticos esfuerzos del gobierno de los Estados Unidos para imponer una ruptura del orden constitucional venezolano, han naufragado ante su incapacidad de concentrar una fuerza capaz de quebrar la unidad de la FANB de Venezuela, o en su defecto de instaurar el gobierno paralelo promovido por Washington en alguna ciudad o región del territorio venezolano.
En apariencia el nodo fronterizo entre el estado Táchira de Venezuela y el departamento del Norte de Santander de Colombia, presenta las condiciones objetivas y subjetivas para instaurar ese territorio liberado.
Desde el punto de vista objetivo, por el sistema de redes y flujos que interconectan a esta región fronteriza gracias a algunas características geográficas, en particular por la depresión del Táchira, favorables para la comunicación en gran escala.
Desde el punto de vista subjetivo, porque esta región ha mostrado en los últimos lustros, una tendencia electoral muy favorable a las fuerzas conservadoras de ambos países e incluso una simpatía por los valores y los símbolos estadounidenses; y también porque las localidades fronterizas han mantenido una presencia notable de los denominados grupos paramilitares, los cuales han infiltrado y dominado la dinámica económica, social, cultural y por supuesto política y militar en dichas localidades.
Es importante subrayar, que el propósito de la administración Trump no se reduce al derrocamiento del presidente Nicolás Maduro (todas las opciones están sobre la mesa), sino que además pretende fracturar la integridad territorial y destruir el tejido institucional de la nación, en otras palabras, la intención de Washington es aniquilar interna y externamente a la República Bolivariana de Venezuela. El desconocimiento reiterado de las autoridades venezolanas (al menos desde 2013), lo que incluye estímulos directos para que se produzca un golpe de Estado, así como la expulsión forzosa e ilegal del legítimo representante venezolano ante la OEA forman parte de esa estrategia de largo plazo.
Sin embargo, como expresión dialéctica del conflicto, se producen dos fenómenos que atentan contra los planes de Washington. En primer término, el frenesí intervencionista del gobierno estadounidense produce rechazo en gran parte de la sociedad venezolana. Muchos sectores proclives a la heterogénea oposición política del país, y otros grupos descontentos con el gobierno, no alineados con el gobierno o la oposición, se resisten a una salida cruenta a la crisis venezolana y repudian la idea de una intervención militar extranjera.
En segundo término, la agudización de las agresiones de los EE.U.U., y de los gobiernos satélites de su política exterior, las cuales además de tener repercusiones notables sobre la situación económica del país, atentan contra la propia existencia de la república, han derivado más bien en un reagrupamiento de las fuerzas del chavismo.
La frontera colombo-venezolana como teatro de operaciones del conflicto
Los hechos demuestran que la frontera colombo-venezolana se concibe como la expresión territorial concreta, el teatro de operaciones, del conflicto geopolítico venezolano. A pesar de las asimetrías (la nación más poderosa en la historia de la civilización enfrenta a un pequeño país dependiente e inestable, que ha sido devastado por una crisis económica atroz), los hechos también han demostrado que aniquilar los cimientos de la República Bolivariana de Venezuela no es una tarea fácil. Aún los pueblos más vulnerables han dado muestras históricas de resistencia y de dignidad en defensa de sus intereses.
Los pueblos de Colombia y Venezuela, por encima de nuestras divergencias en el plano político, tenemos la responsabilidad histórica de encontrarnos e integrarnos para contener y derrotar esta cruzada belicista y supremacista de los gobernantes actuales de los Estados Unidos y de algunos agentes políticos de nuestros países, para evitar una guerra fratricida que pretenden imponernos.
Integrante del Colectivo Pedro Correa / Profesor e Investigador
boltxevike89@hotmail.com @jorgeforero89
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