Eduardo Rothe
Campesino que labras la tierra,
marinero que surcas en el mar,
miliciano que vas a la guerra
con un canto infinito de paz
Luis Pastori & Tomas Alfaro
Himno de la Universidad Central de Venezuela
Para la burguesía no hay situación sin salida. Como en el cuento del alacrán, está en su naturaleza: se opone siempre a lo que perjudica sus intereses, es decir sus ganancias, odia al pueblo cuando no es sumiso y, al extremo, prefiere un fin horroroso que un horror sin fin. Sólo puede ser sometida por un Estado institucionalmente fuerte (no es el caso de Venezuela) o por una revolución que la neutralice y reprima duramente sus violencias.
La Constitución bolivariana de 1999 incluyó a la burguesía, expresamente, como parte de la Nación, y Chávez intentó convencerla para que diera la espalda a la oligarquía, renunciara a los obscenos privilegios que tradicionalmente le concedía la renta petrolera y se incorporaran a un nuevo modelo de país. Pero la generosa oferta de Comandante fue rechazada una y otra vez, probando que es imposible gobernar a quienes han gobernado a todos los gobiernos, y que no se puede, sin riesgo, tener una serpiente de cascabel como mascota. Hoy Venezuela está sufriendo una revuelta de los ricos y los partidarios de los ricos, fanáticos de visión espectacular-mercantil del mundo neoliberal, resueltos a no descansar hasta aniquilar al chavismo.
Paralela a esta revuelta y a pesar de las dificultades y el descontento, se acaba de elegir una Asamblea Nacional Constituyente con 8 millones de votos, el 41,5 % del padrón electoral (en materia constituyente más que suficiente) y, además, la mayor votación –en números absolutos- que haya obtenido el chavismo. Una asombrosa muestra del grado de conciencia política del pueblo venezolano y su repudio hacia la violencia opositora. Sin embargo, queda por ver si la ANC podrá encaminar a Venezuela hacia la paz, y con cuáles leyes y medidas. Por el momento, la primera victoria de la Constituyente es y será su existencia en actos: devolverle a la revolución y al Gobierno la iniciativa política que había pasado a manos de la derecha violenta.
Aunque los sectores radicales y moderados del chavismo piden y esperan mano dura contra los conspiradores y sus violentos, el primer paso de Maduro al conocer los resultados electorales fue ofrecer a la oposición un plazo para integrarse a las deliberaciones constituyentes. Todo lleva a prever que la derecha escupirá sobre esta ofrenda, prisionera como está en la agenda internacional y en sus compromisos con diversos lobbies de Estados Unidos y la Unión Europea.
Porque la derecha venezolana no sólo no reconoce los resultados de las votaciones por la ANC, sino que niega la legalidad de la ANC misma, y sigue llamando a la violencia, para que gobierno y pueblo chavista se vean empujados hacia la guerra mientras entonan "un canto infinito de paz".
Sin embargo, las guerras pueden y deben ganarse antes de las batallas, en el espíritu de los pueblos, en la conciencia de los combatientes. Y es aquí donde a la ANC le espera una tare fundamental: no sólo "constitucionalizar" las Misiones y las conquistas populares, sino también y, sobre todo, reemplazar la burocracia ineficiente y corrupta (que heredamos de nuestra historia) con formas más ágiles del Estado y organizaciones de base con control sobre la administración pública, y lo más importante: dar a ese Estado los medios para imponer la ley y el orden a la burguesía. Marx decía: "Vean la Comuna de Paris: es la dictadura del proletariado": más democracia para la mayoría, medidas draconianas contra las minorías que conspiran. ¿La Patria Socialista en peligro? Sería un crimen imperdonable entregarla a sus enemigos atada de pies y manos, por el respeto formal a supersticiones legales heredadas de la democracia representativa. A situaciones extraordinarias, medidas extraordinarias. Si se va a la guerra, "la preparación del terreno es el primer acto del combate".
Y cuando se habla de guerra, se habla de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, de extracción popular, políticamente formada, que se proclama antimperialista, y es, lo advirtió el expresidente uruguayo Pepe Mujica, "esencialmente chavista". Una fuerza armada que, más allá de cualquier tendencia, crítica o preferencia política individual, sabe que el triunfo de la oposición sería el fin de la independencia, la soberanía y la dignidad nacional.
La técnica subversiva de la derecha –versión criolla de las "revoluciones de colores" de la CIA- se aplica en dos frentes: uno legal de ataques, insultos, amenazas y difamación al gobierno (en alianza con las potencias extranjeras) y otro de violencia de calle, incluidos asesinatos selectivos e intentos de golpe de Estado a escala regional, incluido el secesionismo o la creación de un "territorio liberado" en la frontera con Colombia, apoyado por la santa alianza de militares y paramilitares que actúa en y desde "la hermana república". Será trabajo de la ANC dotar al gobierno con los medios y el apoyo organizado que le permitan aplastar temprano los huevos de la serpiente. Sería letal para la democracia venezolana ilusionarse con el desgaste actual de la derecha, muchos de cuyos partidarios ya dan señales de cansancio por la incoherencia de sus jefes y rechazan los abusos y las atrocidades de sus grupos de choque.
La derecha cuenta. a corto plazo, con el apoyo político extranjero y con medidas de presión internacionales para deteriorar aún más la economía; a mediano plazo cuenta con una eventual intervención militar, directa o indirecta, a su favor. Pero los EEUU no están ansiosos de ver que América Latina pase de "zona de conflicto de baja intensidad" a zona de guerra; Venezuela no es Guatemala, República Dominicana, Panamá o Granada, sino un hueso duro de roer, un hueso afilado con las enseñanzas y experiencias de la Cuba revolucionaria. Además, una internacionalización del conflicto le daría al Imperio más problemas que soluciones, y justificaría medidas de emergencia para neutralizar a la derecha violenta y privarla del apoyo de la masa opositora que no comparte la subordinación lacayuna de sus jefes al extranjero.
El 31 de julio en la madrugada, el Presidente Maduro declaró: "No van a volver los días del golpe de Estado, ¡si (eso) pretenden estoy dispuesto a todo junto al pueblo en la calle!". Pero los días de golpe de Estado ya volvieron, están aquí: apartando la retórica, el Presidente debe estar dispuesto "a todo junto al pueblo" ¡en la Constituyente!
La tarea es compleja: total respeto, guante de seda y puente de plata con la oposición legal; guante de hierro y golpes terribles a la subversión y a los promotores de la misma: los llamados a la violencia –está probado- matan, y quienes los hacen deben ser tratados como lo que son: criminales.
Y aunque parezca contradictorio, toda debilidad, toda contemporización, toda delicadeza, no será ni útil ni bienvenida en la lucha por la paz: Venezuela no está para remilgos en esta hora grave. Mucho hemos perdido por esa parte de la Revolución que –como dijo el capitán mexicano Juan Trujillo- "degeneró en gobierno". La tarea de la ANC no es sólo remendar, reparar y potenciar la Constitución, sino continuar la tarea inacabada de Chávez, y cumplir con el deber histórico de todos los revolucionarios: hacer la revolución. De lo contrario, Venezuela seguiría caminando hacia a la guerra con un canto infinito de paz.
Periodista
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