lunes, 21 de agosto de 2017

Mitos de la economía venezolana (III) (Versión ilustrada)

mitos-3-
Por: Pasqualina Curcio Curcio
La nacionalización de los recursos básicos no implica, de por sí, la redistribución del ingreso en beneficio de la mayoría, ni pone necesariamente en peligro el poder ni los privilegios de la minoría dominante.
Lo cierto es que, según las cifras oficiales, enla última década [las últimas cinco décadas] Venezuela no ha registrado el ingreso de nuevas inversiones del exterior, sino, por el contrario, una sistemática desinversión. Venezuela sufre la sangría de más de setecientos millones de dólares anuales [más de ocho mil millones de dólares anuales], convictos y confesos como “rentas del capital extranjero”. Las únicas inversiones nuevas provienen de las utilidades que el propio país proporciona.
Eduardo Galeano. Las Venas abiertas de América Latina (1971)
El que los venezolanos no trabajamos porque vivimos, todos, de la renta petrolera, y por lo tanto y a pesar de ello nunca saldremos de la pobreza y del subdesarrollo, es uno de los cuentos más vendidos.
Atribuyendo la responsabilidad a la clase trabajadora, en un discurso profundamente clasista, esta historia está repleta de mitos. El hecho rigurosamente cierto es que han sido unos pocos quienes durante décadas se han apropiado de los ingresos provenientes de la venta de los hidrocarburos, impidiendo, además, que tales recursos se incorporen al proceso productivo nacional y que el resultado de dicho producto sea distribuido entre las mayorías.
Contábamos, en la segunda parte de este trabajo, que la economía venezolana ha crecido 173% desde 1970, lo que representa más que el crecimiento de EE.UU. durante el mismo período, eso solo se logra con el trabajo y el esfuerzo de millones de venezolanos. Hubiésemos podido crecer mucho más estos cincuenta años de no haber sido porque los grandes capitales, nacionales y sobre todo transnacionales, aquellos a quienes, no por casualidad, se les traspapeló esta historia, se han apropiado de por lo menos 370 mil millones de dólares desde 1970.
Esta suma de US$ 371.517 millones representa el 33% del total de los ingresos por concepto de exportación de petróleo desde 1970 hasta 2014. Durante la IV República, es decir, entre 1970 y 1998, la apropiación fue del 44% de los ingresos petroleros. En la V República, a partir de 1999, fue 28%. En promedio, equivale a 8.076 millones de dólares anuales desde la “nacionalización”.
También contábamos en la segunda parte de Los mitos de le economía venezolana que en nuestro país los grandes capitales se han apropiado de la riqueza por dos vías: por una parte, del valor que se agrega en el proceso social del trabajo, y, por la otra, de lo que genera la venta del petróleo en los mercados internacionales.
Dedicaremos las próximas líneas para narrar la historia de cómo los grandes burgueses se han apropiado de los ingresos por concepto de exportación de petróleo, lo que coloquialmente hemos estado llamando renta petrolera. Debemos aclarar que, en un sentido estricto del término, no se trata de una renta: el petróleo que exportamos también es producto del proceso social del trabajo, el cual, desde 1976, momento de la “nacionalización”, forma parte de las actividades del sector público.
Con el permiso de quienes leen, este cuento es un poco largo, y aunque los personajes son siempre los mismos, la burguesía y el proletariado, son varias las anécdotas que debemos contar y muchos los mitos que desmontar.
La apropiación de la renta petrolera en Venezuela
1.- Tenemos décadas exportando petróleo, por lo menos desde inicios del siglo XX. Del total de las exportaciones, la petrolera ha representado históricamente, en promedio, alrededor del 90%. A partir de 1976, año en el que se oficializó la llamada “nacionalización” del petróleo en Venezuela, las ventas del hidrocarburo se han contabilizado como parte de las exportaciones del sector público, pero al parecer, solo eso, contabilizado.
Desde 1970 se han exportado US$ 1.324.367 millones, de los cuales, US$ 1.185.699 millones han sido ventas del sector público. De estas, US$ 1.136.081 millones han sido por concepto de petróleo. El sector privado en Venezuela ha generado escasamente el 10% de las divisas que han ingresado al país. Solo US$ 138.669 millones han sido exportaciones de las empresas privadas.
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2.- En cuanto a las importaciones, entre 1970 y 2014, ascendieron a US$ 788.943 millones, de las cuales, el 29%, US$ 229.346 fueron del sector público, y, el 71%, US$ 559.597 millones, del privado. A pesar de que solo ha ingresado el 10% de divisas por la vía de las exportaciones del sector privado, este ha importado, en promedio, 71% de los bienes y servicios, haciendo uso de las divisas provenientes de la exportación del petróleo, actividad que es pública desde la “nacionalización”.
El sector privado en Venezuela, a pesar de que en su discurso histórico y hegemónico, ha afirmado que el Estado es ineficiente y no debe por ello intervenir en la economía, acude a este mismo Estado para que le dé las divisas que necesita para la importación.
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El llamado modelo rentista petrolero se ha caracterizado por una especie de triangulación en la que el Estado venezolano es el que genera las divisas que provienen de la producción y venta del petróleo, posteriormente entrega estas divisas a las empresas privadas, que aunque dicen ser muy eficientes y “competitivas”, históricamente no han sido capaces de generarlas, ya que solo se han limitado a producir para abastecer mínimamente los mercados internos y no han exportado. Estas empresas importan incluso los bienes de inversión y de consumo que requiere el propio Estado.
Un ejemplo es la importación de medicamentos para el sistema público de salud: siendo las divisas del propio Estado, este no compra los medicamentos directamente en el exterior, sino que le asigna, a tasa preferencial, las divisas a la industria farmacéutica, por lo general filiales de grandes corporaciones, que a su vez, le compran a su casa matriz (quién sabe a qué precio, resultado de la mano invisible del mercado). La filial trae los medicamentos al país y luego se los vende, en bolívares, al sistema público de salud (quién sabe con cuánto margen arbitrario de ganancia. Arbitrariedad que le otorga su condición de monopolio).
Un gran enigma subyace en esta historia y lo compartimos: ¿Por qué el Estado no realiza las importaciones directamente si es el dueño de las divisas? Pero además, otros grandes enigmas: ¿Por qué habrá que darle las divisas que provienen de la “ineficiente” actividad petrolera, a las grandes y “exitosas” empresas privadas? ¿Cómo harán estas mismas grandes empresas transnacionales en aquellos países que no tienen petróleo y por lo tanto no cuentan con un “ineficiente” Estado que les provea de divisas?
La respuesta que más han repetido, no solo los propios empresarios privados, sino también los estudiosos y escritores de algunos mitos de la economía venezolana, es que el Estado no le ofrece a las empresas privadas los incentivos necesarios para que estas inviertan en Venezuela y de esa manera puedan producir para abastecer los mercados internos, y además para exportar. A lo cual nos surgen otras interrogantes: ¿No es suficiente incentivo haber recibido US$ 695.026 millones a tasas preferenciales? ¿O será más bien ese un desincentivo?
3.- Desde la “nacionalización” del petróleo, el Estado venezolano ha asignado al sector privado US$ 695.026 millones a tasa preferencial, lo que equivale, en promedio, entre 1970 y 2014, al 61% del total de los ingresos provenientes por venta de petróleo. Según estas cuentas, quizás lo apropiado sería hablar entonces de la privatización del ingreso petrolero en lugar de la nacionalización del petróleo.
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Entre 1970 y 1998, el Estado le otorgó a la burguesía, 113% de los ingresos petroleros. Hubo años en los que la empresa privada recibió más divisas de las que ingresaron por exportación de petróleo. Lo que, a su vez, requirió el endeudamiento del Estado. Fueron los años comprendidos entre 1978 y 1982 (antes del llamado “viernes negro” de 1983), entre 1986 y 1988 (previo al “Caracazo”) entre 1991 y 1995 (durante la “crisis del sector bancario”, corrijo “crisis del pueblo que tenía su salario en los bancos”).
Al parecer, previendo las crisis, las empresas privadas, incluyendo los bancos, se hicieron de las divisas. ¿O será al revés? ¿Será que fueron ellos quienes generaron la crisis por haber captado tantas divisas? En todo caso, ¡qué generoso ha sido el Estado venezolano! Se ha estado endeudando para dar las divisas a las empresas privadas.
Después de 1999 el Estado entregó a la burguesía el 41% de los ingresos petroleros.
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4.- Siendo que las divisas provienen en más del 90% de la venta del petróleo, es decir, que son públicas y de todos los venezolanos que caminamos diariamente sobre la mayor reserva mundial de este hidrocarburo, era de esperar que las empresas privadas las hubiesen utilizado, en su totalidad, para importar los bienes y servicios requeridos en el proceso productivo nacional. En otras palabras, les fueron entregadas para que importaran los bienes que permitieran una mayor inversión y producción internas.
No ha sido así. Cuando comparamos la cantidad de divisas que durante décadas ha recibido la burguesía, con las importaciones que esta dice haber realizado, algo no nos cuadra.
Desde 1970 hasta el año 2014, la cantidad de divisas que le fue entregada al sector privado sumó US$ 695.026 millones, mientras que las importaciones fueron US$ 559.597 millones. Hay una diferencia de US$ 135.429 millones, de la cual, US$ 110.249 millones corresponden al período comprendido entre 1970 y 1998, y US 25.180 millones a los años a partir de 1999.
Durante la IV República, si bien el tipo de cambio fue, casi siempre fijo (por lo general por debajo del valor real de la moneda) los empresarios privados, sobre todo los grandes, podían acudir al sistema financiero y adquirir las divisas que quisieran, claro está siempre y cuando su nivel de ingreso y capacidad de compra se los permitiera. Eso no lo podía hacer cualquier venezolano de “a pie”.
El mecanismo era el siguiente: quienes podían hacerlo, es decir, la gran burguesía, incluyendo los accionistas de la banca privada, compraban las divisas en el mercado cambiario, por lo general a una tasa fija sobrevaluada, una parte la destinaban para importar lo mínimo imprescindible que les permitiera producir o abastecer el mercado interno, y de esa manera y mediante una ilusión óptica hacer ver a los venezolanos que eran muy eficientes, y sobre todo imprescindibles y la otra parte la dejaban fuera.
En Venezuela, mientras el mercado cambiario esté liberado le es muy sencillo a los grandes capitales apropiarse de los ingresos petroleros. Es la razón por la cual el Estado debe controlar el uso de tales divisas atendiendo a los intereses del pueblo venezolano, quien es el verdadero propietario y dueño de los recursos.
Insistimos con las preguntas: ¿por qué el Estado debe entregar a la burguesía las divisas provenientes de la exportación del petróleo?, ¿por qué las empresas, las grandes, no generan sus propias divisas tal como lo hacen en otros países?
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A partir del año 2003, se aprobó un control para la compra y venta de divisas. Se supone que estas se asignarían a las empresas privadas para cubrir las importaciones de bienes y servicios necesarios para la inversión y el consumo internos. También se asignaron divisas, de manera “controlada” a aquellas personas que las requiriesen y que estuviesen en capacidad de comprarlas.
Desde que se decretó el control cambiario, la diferencia entre las divisas entregadas al sector privado y las importaciones fue US$ 25.180 millones. Estas deben corresponder a aquellas divisas que fueron asignadas a las personas mediante un cupo que se cubría usando (raspando) las tarjetas de crédito en el exterior o por si requerían cubrir gastos de salud, educación y turismo fuera de nuestras fronteras. Todas las personas tenían derecho a ese cupo, solo las que viajaron al exterior tuvieron acceso.
5.- Pareciera que después de 1996, el sector privado destinó a la importación de bienes y servicios todas las divisas que recibió de parte del Estado. En realidad no fue así, es parte de otra ilusión óptica, que mediante la técnica del cinetismo, cambia de aspecto dependiendo desde dónde y cómo se le contemple.
La perspectiva es otra cuando en lugar de comparar las divisas que le fueron asignadas al sector privado con las importaciones medidas en dólares, se le compara con las importaciones expresadas en toneladas métricas.
Mientras las importaciones en toneladas han permanecido casi constantes desde 1976, en dólares, han aumentado. Entre 1976 y 2014, las importaciones en dólares registraron un aumento de 366%. Sin embargo, en toneladas, este fue solo del 4%.
Al dividir el total anual de las importaciones en dólares entre las importaciones en toneladas métricas, obtenemos el costo anual por tonelada. El resultado es que este costo unitario ha aumentado 348% desde 1976.
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Por curiosidad y para no quedarnos solo con la versión del cuento que echan las empresas privadas cuando reportan sus importaciones, quisimos revisar la inflación del principal socio comercial de Venezuela, la de EE.UU.: el aumento de los precios en la “gran potencia” económica fue mucho menor. Entre 1976 y 2014, la inflación acumulada de EE.UU. fue 147%.
Adicionalmente, a partir de 1990 la inflación de este país comenzó a registrar una tendencia decreciente, sin embargo y por el contrario, los costos unitarios de importación en Venezuela comenzaron a ser cada vez mayores. A partir de 1990 se invierten las tendencias entre ambas variables. Mientras la inflación de EE.UU. disminuye, los precios de importación en Venezuela aumentan.
La inflación acumulada de EE.UU. desde 1990 hasta 2014 fue 94%, mientras que los costos unitarios anuales de importación para el mismo período, aumentaron 507%.
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En un escenario ideal de verdadera eficiencia y/o de honestidad por parte de las grandes empresas privadas, las importaciones en dólares hubiesen sido menores a las que dijeron haber realizado. Tanto menores como la brecha entre la inflación de EE.UU. y los supuestos costos unitarios de importación.
Es así, como en un efecto cinético, si calculamos el monto de las importaciones utilizando los precios de referencia del principal socio comercial y suponiendo que se haya importado la misma cantidad de toneladas métricas, la línea que dibuja la importación del sector privado se mueve hacia abajo a partir de 1990.
Utilizamos como año de inicio 1990 debido a que, estadísticamente, es el punto de inflexión de ambas variables, tanto de la inflación de EE.UU. como de los precios de importación. Esto no significa que los años previos los precios de importación hayan sido mayores que los de referencia internacional. Basta recordarlo ocurrido cuando se estableció el Régimen de Cambio Diferencial (RECADI) entre el 28 de febrero de 1983 y el 10 de febrero de 1989.
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No es casualidad que en el año 2003 la brecha entre las importaciones reportadas por el sector privado y las estimadas a precios de referencia internacional haya sido casi nula. Ese año la oposición política venezolana, en el marco de las intenciones de derrocar el gobierno del presidente Hugo Chávez, y siguiendo instrucciones de las grandes corporaciones trasnacionales, a través del presidente de turno de los EE.UU., convocó a un paro patronal y saboteó la industria petrolera.
Durante ese año, y como consecuencia de los efectos económicos de tales acciones, la asignación de divisas al sector privado fue relativamente baja (solo el 30% de los ingresos petroleros) como también fue baja la apropiación de los ingresos petroleros por parte del sector privado.
Los grandes burgueses, especialmente los dueños de capitales transnacionales, al verse limitados en la adquisición libre de las divisas públicas han buscado la manera de apropiarse de la renta petrolera, esta vez, mediante la sobrefacturación de los bienes importados por parte, en la mayoría de los casos, de sus casas matrices.
El presidente Hugo Chávez, en un discurso que ofreció el 7 de mayo de 2010 a los candidatos a la Asamblea Nacional en la que aprobó la creación de una corporación estatal para la importación, dijo: “…la creación de una corporación de importación y exportación pero estatal para quitarle a la burguesía la hegemonía importadora. Nosotros parecemos pendejos, dándole los dólares a la burguesía, a la pequeña burguesía. Y ellos importan, subfacturan, sobrefacturan, compran en el exterior cualquier cosa que valga un dólar y vienen acá y lo venden por cinco dólares y el equivalente en bolívares y además piden más de lo que realmente cuesta, eso es un factor común, es una cultura, eso está sembrado profundamente en los sectores de la burguesía nacional, que no es nacional, es más bien transnacionalizada” [1].
En todo caso, si no ha sido sobrefacturación, pues se ha tratado de excesivos niveles de ineficiencia en el proceso de compra. En cualquiera de los dos escenarios, estas grandes empresas privadas no merecen recibir ni “administrar” los recursos en divisas que son del pueblo venezolano.
6.- De los US$ 695.026 millones que le fueron asignados al sector privado desde el año 1970, se han apropiado de US$ 371.517 millones, es decir, del 53% de lo que recibieron, más de la mitad. Han empleado dos mecanismos:
1) compraban las divisas a tasas preferenciales, de las cuales una parte la destinaron a las importaciones y la otra, la dejaban en cuentas bancarias particulares en el exterior. Modalidad utilizada principalmente durante los períodos en los que no hubo control cambiario.
2) Sobrefacturando las importaciones, o en el “mejor” de los casos, demostrando elevados grados de ineficiencia en las negociaciones de los precios de importación. Mecanismo que han usado, sobre todo en el marco de controles cambiarios.
Ambos mecanismos probablemente contaron con la connivencia de burócratas, quienes se suman al reducido grupo de personas que durante décadas se ha estado apropiando y viviendo, sin mayor esfuerzo, de la renta petrolera.
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7.- En términos relativos, entre 1970 y 1998, las empresas privadas se apropiaron del 44% de los ingresos provenientes de la venta de petróleo. A partir de 1999, y especialmente desde 2003 cuando comienza a regir el control cambiario, tal apropiación ha representado el 28% de la renta petrolera. En promedio desde 1970 hasta 2014 corresponde al 33% del total de los ingresos petroleros.
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8.- Desde que se “nacionalizó” el petróleo en 1976, el único año en el que las grandes empresas privadas no se han apropiado de los ingresos petroleros fue 2003. Por el contrario, ese año debieron ingresar sus capitales. Por cierto, eso no se debió a que no haya habido ingresos petroleros, sino que no se le asignaron tantas divisas. Quizás sea una de las razones que permite entender por qué, desde ese momento, a las cúpulas empresariales les ha costado tomar la decisión de convocar otro paro patronal.
9.- De no haber habido control cambiario a partir del año 2003, y mostrando las empresas privadas el mismo comportamiento que durante la IV República, es decir, que pudiesen adquirir libremente las divisas según su capacidad de compra y se limitasen a importar lo mínimo para abastecer el mercado interno, se hubiesen apropiado, después de 1999, por lo menos de US$ 693.250 millones, es decir, US$ 463.553 millones más, lo que equivale a 3 veces más [2].
Corregir los mecanismos de asignación del ingreso petrolero al sector privado y evitar su apropiación es lo medular en la superación del modelo rentista petrolero. Establecer claramente los criterios de asignación que garanticen su coherencia con los planes de desarrollo y con un modelo centrado en el ser humano es fundamental.
Controlar dicha asignación, la cantidad de importaciones, los precios de referencia internacional, el destino de tales bienes es urgente. Automatizar e integrar los sistemas de información de cuánto se asigna, a quién, para qué, a qué precios y a dónde van a parar las importaciones es básico. Publicar la información relacionada con el uso de las divisas provenientes de la exportación de los recursos naturales y conocer a qué empresas le fueron asignadas, es necesario.
Replantear el hecho de la “obligación” del Estado de asignar las divisas provenientes de exportación de petróleo, que es de todos los venezolanos, a los grandes monopolios que por el contrario deberían traer sus capitales, es esencial.
¿Por qué de la misma manera como hay una ley orgánica de presupuesto de ingresos y gastos del Estado, la cual se aprueba anualmente con base en un plan y se somete a las normas de contraloría en cuanto a su ejecución, y por lo tanto a las penalizaciones que su malversación conlleven, no ha existido, a lo largo de nuestra historia de “nacionalización” un instrumento legal que regule los ingresos y usos de la renta petrolera y que permita que la asignación de estos recursos, que son públicos, también sea sometida a un proceso público de planificación, presupuestación y contraloría?
Una ley en la que queden claros los criterios de asignación de las divisas en el marco de los planes de desarrollo de la nación, las cantidades y los responsables de su ejecución. En la que se establezca explícitamente qué parte de esa renta, por la vía de la ejecución del sector público tributará a la inversión y su posterior multiplicación de la actividad económica.
Lo aquí sugerido aplica igualmente para los otros recursos naturales que están sobre y bajo nuestro suelo, en los mares, en los ríos y hasta en el aire, siempre que esté dentro de las fronteras. Recursos que son muchos y variados, entre ellos, el oro, el hierro, el aluminio, el coltán, el agua dulce, los diamantes, el gas.
Al igual que con el petróleo debe ser prohibida taxativamente la privatización de todo recurso natural propiedad de los venezolanos. Eso significa que por ser recursos de todos los venezolanos, su extracción y venta debe ser realizada exclusivamente por el Estado como propietario y administrador en representación del pueblo.
Pero además, debe prohibirse categóricamente la privatización de los ingresos que estos recursos naturales generen a la Nación. Lo que es igual a decir que debe prohibirse la transferencia de la renta proveniente de estos recursos a la burguesía. Esta renta, por ser de todos los venezolanos, debe ser estrictamente administrada y controlada por el Estado en el marco de los planes de desarrollo y con instrumentos legales que permitan el seguimiento y control de la ejecución de tales recursos.
Esto no significa, en lo absoluto, no reconocer la propiedad privada. Esta puede existir, pero no apropiándose de los ingresos que son de todos los venezolanos. Como en otros países, deberían producir para abastecer el mercado interno, para exportar y de esa manera hacerse de sus divisas.
Debe garantizarse que la renta proveniente de los recursos naturales permee y se incorpore a la producción nacional, una producción que debe ser democrática y por lo tanto en el marco del reconocimiento de modos de producción social, comunal, estadal y mixto.
10.- El último censo de la actividad económica muestra que hay 439.985 unidades económicas en Venezuela [3]. De estas, solo 10.374 recibieron divisas, el 2% [4]. Han sido las más grandes, los monopolios nacionales y transnacionales, a los que se les ha asignado el 61% de los ingresos petroleros y se han apropiado del 33% de esos ingresos.
En un ejercicio aritmético sencillo, suponiendo que cada una de esas empresas cuenta con 10 accionistas en promedio (estamos siendo muy generosos en los cálculos), nos resulta que a 103.740 personas se les asignaron divisas en 2014. Si sus hogares están integrados por 4 personas en promedio, pues 414.960 personas han recibido las divisas. Eso representa el 1,35% de la población venezolana (seguimos siendo muy generosos en los cálculos porque muchas de esas personas ni siquiera residen en Venezuela. Son muchas las empresas transnacionales cuyos capitales están fuera y sus familias también).
A todas luces nos resulta que el 1,35% de la población se ha apropiado, en promedio, desde 1970, del 33% de los ingresos petroleros (en la IV República se apropió del 44% y en la V del 28%). El otro 67% de los ingresos petroleros han debido ser distribuidos
al 100% de los venezolanos, es decir entre 30.587.736 millones de personas [5] (en este grupo estamos toda la clase obrera, también algunos burgueses, pequeños y no tan “privilegiados”, y también las 414.960 que vuelven a recibir).
En términos absolutos, del total de los ingresos petroleros registrados desde que se “nacionalizó” esa industria, en promedio, 414.960 personas se han apropiado, cada una, de US$ 19.463 anuales durante casi 50 años . Al resto de la población, 30.587.736, le ha sido distribuido, a cada una, US$ 543 anuales.
11.- Hay quienes, los últimos años, han contado y repetido que los ingresos petroleros se los han estado apropiando las empresas fantasmas o de maletín creadas después del año 2003. Sin embargo, y sin ninguna intención de justificar y mucho menos defender, en lo absoluto, a quienes se han estado adueñando de lo ajeno, les contamos que al revisar la lista de las 10.374 empresas que han recibido divisas a tasas preferenciales desde el año 2003, la mayoría son grandes corporaciones transnacionales reconocidas internacionalmente.
No tenemos manera de saber, de esa lista, cuáles empresas son de maletín, probablemente las hay y abogamos por severas penas a quienes se han estado apropiando de los ingresos de todos los venezolanos. Pero sí tenemos manera de saber cuáles no son de maletín o empresas fantasmas.
Resaltamos el hecho de que las empresas que más han recibido divisas son las grandes corporaciones transnacionales de alimentos, medicamentos, repuestos, vehículos, maquinarias, productos de higiene personal y del hogar, aerolíneas. Son empresas cuya casa matriz tiene sede en otro país y cuenta con filiales en Venezuela. Se trata de una relación en la que entre ellas, se venden, se pagan y se dan el vuelto, y, además, repatrian sus capitales con divisas que le son otorgadas por el Estado venezolano a tasa preferencial. Por si no fuera suficiente se acogen a la ley de doble tributación, es decir, no pagan impuestos en Venezuela porque se supone que lo hacen en la sede de la casa matriz.
Relatamos el ejemplo de los medicamentos: el año 2014 el Estado asignó US$ 2.443 millones a 193 empresas de la industria farmacéutica. De estos, el 51%, es decir US$ 1.870 millones le fueron asignados a las 10 más grandes transnacionales, que son ampliamente reconocidas y con larga trayectoria histórica. Por cierto, debemos precisar, que ese monto asignado a solo 10 empresas equivale y es superior al total de divisas que el Estado asignó a tasa preferencial durante el año 2004, año en el que no se registró escasez de medicamentos [6].
La posibilidad de que una Asamblea Nacional Constituyente apruebe un modelo económico, social y político que prohíba definitivamente cualquier mecanismo de privatización de los recursos naturales que se han descubierto o por descubrir en el suelo, subsuelo, mar, río y aire venezolanos, pero que además impida definitivamente la apropiación, directa o indirecta, de los ingresos que tales recursos generan al país, es lo que permite entender por qué la burguesía, nacional y trasnacional, ha hecho lo imposible por evitar que se instalase una Asamblea Nacional Constituyente en la que pudiesen ser debatidos estos aspectos.
12.- La banca privada venezolana ha tenido un papel importante en el proceso de asignación, e incluso apropiación de los ingresos petroleros. Es donde se han realizado las transacciones financieras relacionadas con los ingresos provenientes del hidrocarburo. En la medida en que estos han sido mayores, también lo ha sido el nivel de producción de la actividad financiera y de seguros. La actividad financiera muestra mayor relación con los ingresos petroleros que con los niveles totales de producción de la economía [7].
El producto interno bruto de la actividad financiera y de seguros ha crecido 1.140% desde 1970. Entre 1999 y 2014 el aumento fue 266%. Lo que ha permitido tales niveles de la banca privada han sido los ingresos por exportación de petróleo. Según el IV Censo Económico, el 87,4% de las entidades financieras del país son de propiedad privada, estas equivalen a 264 de un total de 302 [8].
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Si más del 90% de los ingresos en divisas que ingresan al país son por concepto de exportaciones del sector público, ¿por qué el Estado no hace uso de la banca pública para administrar sus recursos y de esa manera evitar la transferencia de estos al sector privado? Pensar en el fortalecimiento de la banca pública que administre los recursos financieros de este sector, no solo aquellos relacionados con la recaudación de impuestos y el pago a los trabajadores del sector, sino además los provenientes de los ingresos por exportaciones de los recursos naturales y las transacciones financieras relacionadas con su uso, pareciera ser una tarea imprescindible, especialmente cuando ha sido, a través de la banca privada que se han realizado las transferencias de los ingresos petroleros a las grandes corporaciones y a la misma banca.
Debería pensarse en una banca pública que con estrictos controles, se centre en el apoyo y fortalecimiento de las empresas de propiedad social, estatal y comunal.
13.- Es otro gran mito el que relata que la empresa privada ha invertido y es la que ha motorizado la producción nacional. Con tantas divisas que en casi medio siglo han recibido las empresas privadas, lo menos que esperamos es que hubiesen aumentado sus inversiones en Venezuela, de manera que estas generasen un efecto multiplicador en el proceso de producción nacional. No ha sido así, una vez más, en Venezuela, ha sido al revés.
Desde 1970, la inversión privada con respecto al PIB, disminuyó 63%. Entre 1970 y 1998 la caída fue 40%, y para el período 1999-2014 la inversión privada bajó 38%. La formación bruta de capital fijo del sector privado, o sea la inversión privada, pasó del 24% con respecto al PIB en 1977 al 10% en 1998, y al 6% en 2014.
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14.- Mientras más divisas, provenientes de la exportación de petróleo, han recibido las empresas privadas, menores han sido sus inversiones en el país. No solo se les ha asignado, a tasa preferencial, el 61% de los ingresos petroleros, no solo se han apropiado de más de la mitad de esas divisas, sino que además, la otra mitad, la que se supone destinaron a la economía interna venezolana, no la han dedicado a la inversión.
Las empresas privadas se han limitado a producir para abastecer mínimamente el mercado interno con un único objetivo, mantener la ilusión óptica de empresas “exitosas” e imprescindibles, que aunque no son de maletín, les sirven para seguir apropiándose del petróleo de los venezolanos.
Cuando producen lo hacen para abastecer el mercado interno, nunca han producido para exportar, no lo necesitan, el Estado (ese que en su discurso debe ser mínimo) les ha dado las divisas a tasa preferencial sin que hayan tenido que hacer mayor esfuerzo, el único requisito es tener la empresa registrada, ser un gran monopolio de capital nacional o transnacional, preferiblemente dedicarse al ramo de bienes muy esenciales (alimentos, maquinarias, repuestos, vehículos, medicamentos).
Por si fuera poco, esos monopolios y oligopolios nacionales y transnacionales, luego de haber sido financiados por el Estado venezolano, y de generar una alta dependencia por parte del pueblo venezolano, han puesto en práctica su poder de mercado en cuanto a fijación de precios, cantidades a producir y a distribuir para generar malestar en el pueblo venezolano mediante un desabastecimiento programado y selectivo de bienes esenciales buscando incidir sobre las preferencias políticas del pueblo venezolano.
Desde 1999, en momentos muy puntuales, especialmente en vísperas de procesos electorales y con mayor intensidad desde 2013, las grandes corporaciones de alimentos, medicamentos, productos de higiene y repuestos, a pesar de haber recibido gran cantidad de divisas no han abastecido al mercado interno. Acciones que se enmarcan en una guerra no convencional, caracterizada, entre otros aspectos, por atroces agresiones contra el pueblo venezolano, mediante la visible manipulación de los mercados por parte de estos grandes monopolios, que buscan derrocar el gobierno bolivariano. Prácticas que no son nuevas y que han accionado cada vez que el sistema capitalista se siente amenazado ante la consolidación de un modelo alternativo de igualdad y de justicia social [9].
15.- Se nos ha dicho desde pequeños que el Estado en Venezuela no invierte. Sin embargo, a diferencia del sector privado, y a pesar de que solo ha dispuesto, en promedio, del 39% de los ingresos petroleros, el Estado aumentó 111% la inversión desde 1970 hasta 2014, mientras que la inversión privada disminuyó 63%. Otro mito más.
Desde 1970 hasta 1998 el aumento de la inversión pública fue 22% versus la caída de 40% de la privada. Durante ese período los niveles más altos de inversión pública se registraron en la década de los 70, a partir del año 1983 mostró una importante caída, consecuencia entre otras razones de la grotesca apropiación de las divisas por parte del sector privado los años previos, entre 1978 y 1982; luego logró una recuperación, pero comenzó a descender nuevamente en la década de los 90 en el marco de políticas impuestas por el Fondo Monetario Internacional.
A partir de 1999 y hasta 2014 (exceptuando el año 2003 en el que las acciones de los factores políticos que hacían oposición al gobierno nacional generaron graves distorsiones a la economía) se registró una recuperación de la inversión pública. Desde 1999 la inversión pública aumentó 73% (pasó de 8% con respecto al PIB a 15%) versus una disminución del 38% de la inversión privada para el mismo período.
Lo interesante en esta versión del cuento es que históricamente, y a pesar de la cantidad de divisas que ha recibido la empresa privada desde la “nacionalización” del petróleo, (recordemos que ha sido en promedio el 61% de los ingresos petroleros) la inversión del sector público siempre ha estado por encima de la inversión del sector privado.
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La historia no termina aquí. El Estado también ha destinado parte de los ingresos petroleros, no solo a la inversión y la formación bruta de capital, sino también al consumo, el cual incluye, por ejemplo, el salario a los empleados y obreros, la compra de medicamentos y material médico quirúrgico, los insumos para la prestación de servicios de educación, salud, transporte, electricidad, agua, entre muchos otros más. Desde 1999 hasta 2014 el consumo público aumentó 90%. En Venezuela, y desde 1999, nos gusta llamarlo inversión social, en lugar de gasto o consumo.
Si sumamos lo que el Estado ha destinado entre inversión y consumo [inversión social] obtenemos que ha sido muy superior a la inversión privada, repetimos, eso a pesar de haber contado solo con el 39% de los ingresos petroleros, ya que el otro 61% lo asignó al sector privado.
Para aquellos cuentacuentos que suelen repetir que el Estado venezolano no invierte, que la economía depende principal y exclusivamente de la inversión privada, y que por tanto deben dárseles todos los incentivos y confianza necesarios para que “apuesten” en el país, además de, por supuesto, más y más divisas, los invitamos a ver la siguiente ilustración.
Les sugerimos que centren la mirada en los años siguientes a 1999 en los que la brecha entre las inversiones pública y privada se hace mayor a pesar de la importante cantidad de divisas que, en términos absolutos, le fue asignada a las empresas privadas.
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Histórica y estructuralmente, desde la “nacionalización” del petróleo, ha sido principalmente a través de la inversión y del consumo públicos, y no del privado, que los ingresos por exportación de este hidrocarburo se han incorporado al proceso de producción nacional generando un efecto multiplicador en la economía.
¿Cuánto más hubiese crecido la economía venezolana si las empresas privadas no se hubiesen apropiado las últimas décadas de más de US$ 370.000 millones y si, además, los recursos que no se apropiaron lo hubiesen destinado a la inversión?
Aunque quizás esa no sea la pregunta correcta, sino: ¿Cuánto más hubiese crecido la economía venezolana si no le hubiesen sido asignados US$ 695.026 millones a estas grandes corporaciones transnacionales, y por el contrario hubiese sido el Estado quien hiciese uso de los ingresos petroleros con el concurso de muchas empresas de propiedad social, comunal, mientras que las grandes empresas privadas se hubiesen ocupado de exportar para proveerse de sus propias divisas, o traer sus propios capitales?
16.- El aumento del 73% de la inversión pública y del 90% del consumo del gobierno entre 1999 y 2014 fue posible, entre otras razones, por: 1) una menor asignación de divisas al sector privado con respecto a los ingresos petroleros (antes de 1999 el Estado asignó el 113%, después de ese año solo asignó el 41%); 2) una apropiación menor de las divisas por parte del sector privado, antes de 1999 las empresas privadas se apropiaron del 44% de los ingresos petroleros, después de 1999, específicamente después de 2003, luego del establecimiento del control cambiario, se apropiaron del 28%; 3) un cambio en la concepción del modelo económico establecido en la Constitución de 1999, en el que ahora el centro es el ser humano y el objetivo es el vivir bien de la población; 4) la instauración de controles cambiarios.
17.- Los aumentos del 73% de la inversión pública y del 90% del consumo del gobierno han permitido, desde 1999, entre muchas otras cosas más:
1.- Disminuir 55% la pobreza extrema versus el aumento de 132% entre 1980 y 1998.
2.- Aumentar la producción del sector público 54% versus el aumento del 35% del sector privado.
3.- Aumentar 93% el número de empleados públicos y promover el aumento de 768% de los integrantes de las empresas de propiedad social versus el aumento de solo el 34% de los empleados del sector privado.
4.- Disminuir 19% la desigualdad de los ingresos salariales versus el aumento de 18% entre 1980 y 1998.
5.- Disminuir 55% los hogares en viviendas inadecuadas.
6.- Entregar más de 1,7 millones de viviendas.
7.- Disminuir 21% la desnutrición en niños menores de 5 años.
8.- Aumentar 440% el número de abuelitos pensionados.
9.- Aumentar 1.159% el número de niños que reciben tres comidas al día en las escuelas.
10.- Disminuir 84% la tasa de mortalidad infantil por desnutrición.
11.- Enviar dos satélites al espacio.
12.- Y pare de contar.
¿De no haber habido ingresos petroleros, cómo hubiese hecho el Estado para aumentar 73% las inversiones y 90% el consumo? ¿Cómo hubiese hecho el Estado los últimos 4 años para contrarrestar las agresiones contra el pueblo en el marco de una guerra económica? Quizás el problema no sea el petróleo, ni su renta, sino quién y para qué se ha usado.
18.- Por si fuera poco, la burguesía también se ha apropiado, de manera indirecta, de los ingresos petroleros a través de la baja presión tributaria.
Desde que tenemos petróleo el Estado no se ha molestado en fijar y cobrar impuestos a las empresas privadas porque “ha contado” con los ingresos de la renta.
Venezuela es el país de América Latina donde los empresarios privados pagan menos impuestos. La presión tributaria, que mide el total de impuestos recaudados entre el PIB, es escasamente el 13% [10]. En la región ronda por el 40%. Pero además, de ese 13% solo 3 puntos corresponden a impuestos sobre la renta. Los otros 10 corresponden a impuestos que pagamos todos independientemente de nuestros ingresos cuando adquirimos bienes y servicios, es decir, cuando pagamos el impuesto al valor agregado.
Desde 1970 hasta 1991 esta presión tributaria disminuyó 46%, llegó al 3%. A partir de ese año comenzó a aumentar y actualmente se ubica en 13%. Aumentó no porque las empresas privadas estén pagando más impuestos, sino porque todos los venezolanos, incluyendo la clase obrera, estamos pagando el impuesto al valor agregado cuando compramos bienes y servicios.
Quizás bajar la presión a 0% es lo que ha hecho falta para que las empresas privadas se entusiasmen a invertir en Venezuela.
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19.- Otro mito capital: Venezuela es una economía de “puertos”. Al respecto de las importaciones, enseñan en las escuelas que Venezuela se caracteriza por tener una economía de “puertos”. Debe ser por eso que propios y extraños lo repiten. Sin embargo, el hecho cierto y cuantificado es que desde 1976 la importación en toneladas ha sido casi constante, solo aumentó 4%. En términos per cápita, por el contrario, disminuyó 55%.
Esto representa, desde 1976 hasta 2014, y a costos de referencia mundial (no a los que facturan las empresas privadas) el 17% del producto interno bruto (PIB). Más aún, desde el año 1990 y hasta el 2014 representa el 12% del PIB. Como dato curioso les contamos que las importaciones en EE.UU. para el mismo período fueron 11% del PIB [11]. Lo que nos permite concluir, entonces, que EE.UU. también es una economía de “puertos”.
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Este mito de la economía de puertos ha sido muy útil a los grandes monopolios transnacionales que dicen ser muy eficientes en sus negocios (los importadores de alimentos, medicamentos, productos de higiene, repuestos de vehículos, maquinarias, entre otros). Ha sido la excusa perfecta para presionar al Estado con el cuento de que si no se les asigna tamaña cantidad de divisas se paralizaría la economía.
20.- Resulta, haciendo un simple ejercicio matemático, que con máximo 15.000 millones de dólares (siendo en extremo generosos con los cálculos) se pueden realizar y cubrir las importaciones anuales nacionales. El promedio de importación anual (considerando las toneladas métricas importadas a precios de referencia internacional) desde 1999 hasta 2014, es US$ 13.933 millones.
21.- Como anécdota les contamos también que desde 1999 y hasta 2014 [12], los menores precios promedio del barril del petróleo se registraron en 1999, fueron US$ 16,04 el barril. Los ingresos por exportación de petróleo ese año ascendieron a US$ 16.193 millones. Lo que significa que aunque el precio del barril de petróleo esté por debajo de los US$ 20,00, los ingresos son suficientes para la importación que históricamente se ha registrado (en toneladas y a precios de referencia internacional). Siempre que no haya que destinar recursos para el pago de servicios de la deuda externa.
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22.- Un aspecto importante es qué tipo de productos se han estado importando. En promedio, desde 1999, hasta 2014 [13], el 29% de lo importado corresponde a maquinarias y sus partes; el 12% ha sido vehículos y repuestos; mientras que 14% de las importaciones son productos químicos, principalmente farmacéuticos; le siguen los metales comunes manufacturados en 7%; los productos de plástico y caucho, que incluyen los materiales médico quirúrgicos con 5%; y los de la industria alimentaria en 5%. Números que muestran la dependencia de la economía venezolana a las tecnologías, las maquinarias, el transporte y los productos farmacéuticos.
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Hasta aquí nuestra versión de la economía venezolana. Quizás esto ayude a entender quiénes y cuántos, sin mayor esfuerzo, han vivido de la renta petrolera desde que el petróleo es petróleo.
En Venezuela, y seguramente en muchas otras latitudes, los pobres no son pobres porque no trabajen, son pobres porque otros son ricos. Diría Galeano: ¿qué harían los ricos sin los pobres?
23.- Una gran oportunidad, en el marco de la Asamblea Nacional Constituyente, se le presenta hoy al pueblo venezolano para avanzar hacia un modelo de justicia social, socialista, para mejorar el modelo económico, social y político que rige desde 1999, para perfeccionarlo, para corregir lo que haya que corregir con un solo objetivo, el vivir bien de la población, cuyo logro requiere no solo del aumento y la diversificación de la producción y de las exportaciones al mejor estilo de los cuentos neoliberales, sino sobre todo de la distribución igualitaria de, en nuestro caso, la producción nacional y también de la renta proveniente de todos los recursos naturales con los que esta Tierra cuenta.
24.- El que un pueblo como el de Venezuela, poseedor de la mayor reserva de petróleo del mundo, la segunda mayor de oro, de gas, de agua dulce, de diamantes, de coltán, de hierro, y además ubicado estratégicamente al norte de Suramérica, haya decidido transitar hacia un modelo socialista, es, en efecto, una amenaza extraordinaria e inusual, pero no para EE.UU., sino para las grandes corporaciones transnacionales. No se pueden permitir que, en un país con tantas riquezas, se consolide y muestre sus logros un modelo alternativo al capitalista.
Notas  referencias
[2] La estimación se realizó suponiendo que la empresa privada realizase la misma cantidad de importaciones (a precios de referencia internacional) suma que se le restó al total de ingresos petroleros percibidos entre 1999 y 2014.
[3] Instituto Nacional de Estadísticas. IV Censo Económico 2007-2008.
[4]La lista de estas empresas a las que se les ha asignado parte de los ingresos petroleros puede consultarse en CENCOEX, 2014. http://www.cencoex.gob.ve/images/stories/indicadores/empresas_2004_diciembre2012
[5] Corresponde a la población de 2014.
[6] http://www.15yultimo.com/2017/05/21/escasez-de-medicamentos-en-venezuela-falta-de-divisas/
[7] El coeficiente de correlación de Pearson entre el PIB de la actividad financiera y seguros son respecto a las exportaciones del sector público es 0,73. Mientras que al relacionarlo con el PIB total de la economía, este es 0,64.
[8] Instituto Nacional de Estadísticas. IV Censo de Economía 2007-2008.
[9] Curcio, Pasqualina. La mano visible del mercado. Guerra económica en Venezuela. 2016.
[10] Año 2014.
[11] Banco Mundial.
[12] No disponemos de las cifras oficiales a partir del año 2014.
[13] Período del cual disponemos de la información en detalle para realizar el análisis.

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