José Vicente Rangel.
1) No resulta fácil para el liderazgo de la oposición resolver el dilema que en la actualidad se le plantea. Las políticas en que hasta ahora trabaja no arrojan resultados positivos. Tuvo una gran oportunidad de convertirse en opción con ocasión de la victoria electoral que obtuvo el pasado 6 de diciembre que, por su contundencia, le abría el camino para corregir errores y ofrecerse como alternativa confiable.
2) Pero la lectura equivocada que sus dirigentes hicieron de aquel suceso electoral la metió por un atajo y despertó de nuevo en ella los sentimientos latentes del revanchismo y la autosuficiencia. La conducción llegó a la peregrina conclusión de que el mandado estaba hecho, que el control de un poder del Estado de la importancia de la Asamblea Nacional la ponía a las puertas -forzando la barra- de derrocar al presidente constitucional Nicolás Maduro e iniciar de inmediato la transición hacia un gobierno propio, hegemónico, de la MUD y de los poderes fácticos nacionales e internacionales.
3) Sin embargo, el manejo sectario y prepotente de la Asamblea Nacional, el desprecio obsesivo hacia el adversario y las asesorías extraparlamentarias de poderosos bufetes y grupos económicos la convirtieron rápidamente en reducto desestabilizador. La pretensión de extralimitar las facultades del Parlamento y convertir a este en instancia para imponer políticas divorciadas del contexto constitucional, en vez de operar legal y democráticamente, distorsionó su protagonismo. Otros errores, como el tratamiento irresponsable del tema del referendo revocatorio, el de la activación contra el país en la OEA de la Carta Democrática Interamericana, y el de la presidencia del Mercosur, así como la lamentable actitud asumida en torno a temas sociales y económicos, han tenido efectos desastrosos en la MUD y en el conglomerado opositor.
4) El resultado está a la vista: una dirección opositora desconcertada, sin política, cosechando sucesivos fracasos, que parece haber perdido el poder de convocatoria -lo que se traduce en raleadas concentraciones- sometida al acecho de la conspiración, prácticamente la invalida. Hace que hoy crezca en su seno la angustia. Que la confusión acose a sus dirigentes, y que aumente, ante tan frustrante situación, la atracción por la aventura. Los formatos agotados de los años 2002 y 2003 se reproducen en las declaraciones de sus dirigentes y en las reuniones privadas donde se barajan opciones cada día más alejadas de la legalidad. ¿Saltarán al vacío otra vez? Ojalá que no. Pero la tentación es muy grande. Por ahora, lo que consiguen es que el gobierno del presidente Nicolás Maduro se radicalice.
El militar malo y el militar bueno
Tan peligroso es el militarismo como el antimilitarismo. Ambas actitudes se originan, curiosamente, en la fragilidad del civilismo. En el manejo maniqueo que este hace del fenómeno. Con ligereza asume el tema un sector político, coreado por intelectuales y analistas deliberadamente ingenuos. Por el hecho de que el presidente Maduro creara la Gran Misión para el Abastecimiento Soberano del País, y por haber puesto al frente del organismo al general en jefe Padrino López, se destapó el antimilitarismo contra el gobierno y una iniciativa cívica, democrática y social. Ahora resulta que un soldado leal a la Constitución y a las instituciones es potencialmente un golpista. El ataque lo dirigen aquellos que participaron en el golpe del 11-A y exaltaron la presencia de los militares alzados en la plaza Altamira.
En el esquema simplista que se pretende imponer, los “militares buenos” son aquellos que están dispuestos a derrocar al presidente constitucional Nicolás Maduro. Los que andan en la misma prédica de los que derrocaron a Chávez y, si remontamos un poco el pasado, los que le dieron el golpe a Medina Angarita y en la IV República traficaron con la soberanía nacional, asesinaron, torturaron y desaparecieron a miles de venezolanos, ejercieron un poder sin límites en los siniestros teatros de operaciones (TO), donde no regía la Constitución y se aplicaban métodos perversos contra el ser humano. Los “militares malos” son los que defienden la Constitución bolivariana, conforman una novedosa alianza con el pueblo, participan en tareas sociales y no emplean las prácticas del terrorismo de Estado. Definitivamente, el mundo al revés.
LABERINTO
La MUD anuncia que aumentará la presión en la calle para lograr el revocatorio. Si es por eso, que se vaya despidiendo de tener éxito. Porque cada vez que anuncia manifestaciones tiene menos asistentes. Los dirigentes no se dan cuenta -lo cual es explicable en ellos- que han perdido capacidad de convocatoria. Luego de la victoria del 6-D, el declive de la oposición es impresionante. Parte del pueblo que la acompañaba se inhibe o la repudia. ¿Por qué? Por la torpe política que utiliza. Por el discurso agotado. Por el lenguaje que emplean sus dirigentes. Por la desconexión de los problemas reales del ciudadano. Pero esa dirección opositora, atrincherada en el odio, no reflexiona ante lo que le ocurre. Persiste en el error…
Por cierto, sobre el referendo, Julio Borges dijo algo que no se sabe qué lectura tiene: “El referendo depende más de nosotros que de la señora Tibisay Lucena”. Intento una: el reconocimiento de los errores en que incurrió el equipo de la MUD en la recolección del 1% de las firmas en la primera fase del proceso y en la tardanza con que actuó. Los errores se pagan caro…
Insólito resulta que dos gobiernos, el de Brasil y el de Paraguay, producto de golpes de Estado, se opusieron ferozmente a que Venezuela ocupara la presidencia pro témpore de Mercosur. En el caso de Paraguay, la situación es más grotesca. Resulta que su canciller participó de la Operación Cóndor, el operativo que montó EEUU en los países del Sur -en apoyo a Pinochet, Stroessner, Videla- para asesinar y desaparecer a dirigentes democráticos. Una joyita…
Todo indica hasta ahora que los servicios de inteligencia de EEUU participaron en el golpe en Turquía. El gobierno de Erdogan tiene la convicción del estímulo que esos servicios le dieron a los golpistas. Por ahora es rumor, pero hay indicios suficientes que lo confirman. Si no ahora, más adelante se sabrá la verdad, como pasa con todas las aventuras de ese tipo en que se involucra EEUU…
Sobre el diálogo -fundamental en el actual debate político-, hay que avanzar con definiciones concretas. No solo se trata de un recurso para enfrentar la crisis. Se trata de un proyecto por desarrollar. De un compromiso que proviene de la voluntad del pueblo venezolano y responde al sentir de 80% de la población que lo reclama. El dialogo no es juego oportunista ni maniobra para poner al adversario contra la pared. Es algo destinado a recomponer el funcionamiento del país y a segregar el odio…
El tema hay que ponerlo al mismo nivel de lo que pasa con los medios, convertidos en problema mundial. El medio, como se ha desarrollado, es un poder en expansión que atenta contra la democracia y el Estado de derecho. Cada vez ocupa más espacio en la sociedad y determina el curso de los acontecimientos. Pero ¿quién le pone el cascabel?…
Tengo razones para dudar que el asesinato del coronel (Ej) Mariano Mosquera, juez militar y consultor jurídico del Ministerio de Educación, sea un simple acto de sicariato. El oficial era objeto de amenazas y solía advertir a los amigos que su vida peligraba. Se trata de un crimen con un inquietante trasfondo en el que podría estar presente la política.
"...el manejo sectario y prepotente de la Asamblea..."
1) No resulta fácil para el liderazgo de la oposición resolver el dilema que en la actualidad se le plantea. Las políticas en que hasta ahora trabaja no arrojan resultados positivos. Tuvo una gran oportunidad de convertirse en opción con ocasión de la victoria electoral que obtuvo el pasado 6 de diciembre que, por su contundencia, le abría el camino para corregir errores y ofrecerse como alternativa confiable.
2) Pero la lectura equivocada que sus dirigentes hicieron de aquel suceso electoral la metió por un atajo y despertó de nuevo en ella los sentimientos latentes del revanchismo y la autosuficiencia. La conducción llegó a la peregrina conclusión de que el mandado estaba hecho, que el control de un poder del Estado de la importancia de la Asamblea Nacional la ponía a las puertas -forzando la barra- de derrocar al presidente constitucional Nicolás Maduro e iniciar de inmediato la transición hacia un gobierno propio, hegemónico, de la MUD y de los poderes fácticos nacionales e internacionales.
3) Sin embargo, el manejo sectario y prepotente de la Asamblea Nacional, el desprecio obsesivo hacia el adversario y las asesorías extraparlamentarias de poderosos bufetes y grupos económicos la convirtieron rápidamente en reducto desestabilizador. La pretensión de extralimitar las facultades del Parlamento y convertir a este en instancia para imponer políticas divorciadas del contexto constitucional, en vez de operar legal y democráticamente, distorsionó su protagonismo. Otros errores, como el tratamiento irresponsable del tema del referendo revocatorio, el de la activación contra el país en la OEA de la Carta Democrática Interamericana, y el de la presidencia del Mercosur, así como la lamentable actitud asumida en torno a temas sociales y económicos, han tenido efectos desastrosos en la MUD y en el conglomerado opositor.
4) El resultado está a la vista: una dirección opositora desconcertada, sin política, cosechando sucesivos fracasos, que parece haber perdido el poder de convocatoria -lo que se traduce en raleadas concentraciones- sometida al acecho de la conspiración, prácticamente la invalida. Hace que hoy crezca en su seno la angustia. Que la confusión acose a sus dirigentes, y que aumente, ante tan frustrante situación, la atracción por la aventura. Los formatos agotados de los años 2002 y 2003 se reproducen en las declaraciones de sus dirigentes y en las reuniones privadas donde se barajan opciones cada día más alejadas de la legalidad. ¿Saltarán al vacío otra vez? Ojalá que no. Pero la tentación es muy grande. Por ahora, lo que consiguen es que el gobierno del presidente Nicolás Maduro se radicalice.
El militar malo y el militar bueno
Tan peligroso es el militarismo como el antimilitarismo. Ambas actitudes se originan, curiosamente, en la fragilidad del civilismo. En el manejo maniqueo que este hace del fenómeno. Con ligereza asume el tema un sector político, coreado por intelectuales y analistas deliberadamente ingenuos. Por el hecho de que el presidente Maduro creara la Gran Misión para el Abastecimiento Soberano del País, y por haber puesto al frente del organismo al general en jefe Padrino López, se destapó el antimilitarismo contra el gobierno y una iniciativa cívica, democrática y social. Ahora resulta que un soldado leal a la Constitución y a las instituciones es potencialmente un golpista. El ataque lo dirigen aquellos que participaron en el golpe del 11-A y exaltaron la presencia de los militares alzados en la plaza Altamira.
En el esquema simplista que se pretende imponer, los “militares buenos” son aquellos que están dispuestos a derrocar al presidente constitucional Nicolás Maduro. Los que andan en la misma prédica de los que derrocaron a Chávez y, si remontamos un poco el pasado, los que le dieron el golpe a Medina Angarita y en la IV República traficaron con la soberanía nacional, asesinaron, torturaron y desaparecieron a miles de venezolanos, ejercieron un poder sin límites en los siniestros teatros de operaciones (TO), donde no regía la Constitución y se aplicaban métodos perversos contra el ser humano. Los “militares malos” son los que defienden la Constitución bolivariana, conforman una novedosa alianza con el pueblo, participan en tareas sociales y no emplean las prácticas del terrorismo de Estado. Definitivamente, el mundo al revés.
LABERINTO
La MUD anuncia que aumentará la presión en la calle para lograr el revocatorio. Si es por eso, que se vaya despidiendo de tener éxito. Porque cada vez que anuncia manifestaciones tiene menos asistentes. Los dirigentes no se dan cuenta -lo cual es explicable en ellos- que han perdido capacidad de convocatoria. Luego de la victoria del 6-D, el declive de la oposición es impresionante. Parte del pueblo que la acompañaba se inhibe o la repudia. ¿Por qué? Por la torpe política que utiliza. Por el discurso agotado. Por el lenguaje que emplean sus dirigentes. Por la desconexión de los problemas reales del ciudadano. Pero esa dirección opositora, atrincherada en el odio, no reflexiona ante lo que le ocurre. Persiste en el error…
Por cierto, sobre el referendo, Julio Borges dijo algo que no se sabe qué lectura tiene: “El referendo depende más de nosotros que de la señora Tibisay Lucena”. Intento una: el reconocimiento de los errores en que incurrió el equipo de la MUD en la recolección del 1% de las firmas en la primera fase del proceso y en la tardanza con que actuó. Los errores se pagan caro…
Insólito resulta que dos gobiernos, el de Brasil y el de Paraguay, producto de golpes de Estado, se opusieron ferozmente a que Venezuela ocupara la presidencia pro témpore de Mercosur. En el caso de Paraguay, la situación es más grotesca. Resulta que su canciller participó de la Operación Cóndor, el operativo que montó EEUU en los países del Sur -en apoyo a Pinochet, Stroessner, Videla- para asesinar y desaparecer a dirigentes democráticos. Una joyita…
Todo indica hasta ahora que los servicios de inteligencia de EEUU participaron en el golpe en Turquía. El gobierno de Erdogan tiene la convicción del estímulo que esos servicios le dieron a los golpistas. Por ahora es rumor, pero hay indicios suficientes que lo confirman. Si no ahora, más adelante se sabrá la verdad, como pasa con todas las aventuras de ese tipo en que se involucra EEUU…
Sobre el diálogo -fundamental en el actual debate político-, hay que avanzar con definiciones concretas. No solo se trata de un recurso para enfrentar la crisis. Se trata de un proyecto por desarrollar. De un compromiso que proviene de la voluntad del pueblo venezolano y responde al sentir de 80% de la población que lo reclama. El dialogo no es juego oportunista ni maniobra para poner al adversario contra la pared. Es algo destinado a recomponer el funcionamiento del país y a segregar el odio…
El tema hay que ponerlo al mismo nivel de lo que pasa con los medios, convertidos en problema mundial. El medio, como se ha desarrollado, es un poder en expansión que atenta contra la democracia y el Estado de derecho. Cada vez ocupa más espacio en la sociedad y determina el curso de los acontecimientos. Pero ¿quién le pone el cascabel?…
Tengo razones para dudar que el asesinato del coronel (Ej) Mariano Mosquera, juez militar y consultor jurídico del Ministerio de Educación, sea un simple acto de sicariato. El oficial era objeto de amenazas y solía advertir a los amigos que su vida peligraba. Se trata de un crimen con un inquietante trasfondo en el que podría estar presente la política.
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