Francisco pasará a la historia como uno de los personajes clave de este siglo. Su inesperado ascenso a la máxima posición jerárquica de la Iglesia Católica y su compromiso con la justicia social lo han elevado a un nivel de popularidad excepcional, no solo entre el pueblo católico, sino incluso entre fieles de otros credos y entre agnósticos, quienes ven en él a un auténtico líder.
Su viaje a Cuba y su mensaje dirigido a enfatizar la trascendencia del entendimiento y la amistad entre los pueblos, le han otorgado el título adicional de “Papa del deshielo”, debido a su papel como mediador en la reciente reanudación de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos. Esta gira papal tiene una connotación distinta a las de sus antecesores, Francisco se ha bajado del boato para caminar entre la gente como uno más. Y esa actitud sencilla ha sido su mejor herramienta para divulgar su llamado a la paz y la concordia.
Durante su homilía, Francisco recalcó con énfasis en el valor de servir a los demás, haciendo una clara referencia a la importancia del ser humano por sobre las ideas —o ideologías— lo cual lleva un trasfondo dirigido a consolidar el deshielo de las relaciones entre aquellos dos países antagónicos, pero sobre todo a llamar a la apertura de un régimen poco tolerante a las disidencias.
Los tres viajes papales de los últimos 18 años a la isla caribeña, en donde el catolicismo experimentó fuertes limitaciones debido a la declaratoria oficial del ateísmo como política de Estado en los años de 1960, han tenido el efecto de suavizar notablemente las relaciones entre Cuba y el Vaticano, aun cuando sus efectos no han sido notables en el incremento de la feligresía.
Sin embargo, esta última jornada trajo a un pontífice mucho más político, más cercano como latinoamericano y argentino, trajo a un hombre sencillo en su actuar y en su manera de enfrentar la realidad de los desafíos sociales y políticos de la actualidad. ¿Cuál será el efecto de su paso por Cuba, cuáles serán los cambios provocados por una homilía cuidadosamente dosificada para no levantar resquemores ni conflictos a pesar de la firmeza de sus conceptos? Es difícil predecirlo, pero en la isla los nuevos aires —provocados algunos de ellos por el nuevo clima de las relaciones entre los dos países— podrían traer una interesante etapa de renovación política.
El llamado de Francisco resonando en medios internacionales y redes sociales, fue el de “servir a las personas, no a las ideologías”. Es un llamado que encaja de maravilla no solo en Cuna, también en todos nuestros sistemas políticos, los cuales siempre han estado sólidamente orientados a servirse de los ciudadanos para favorecer a sus intereses particulares; y muy especialmente oportuno para el momento que vive Guatemala.
Finalmente, Francisco pidió que recen por él. Es una frase recurrente en sus apariciones y muy del caso para un Papa que ha arrojado chorros de luz en los oscuros pasillos vaticanos, en los herméticos códigos de silencio sobre sus abusos y su histórica falta de contacto con quienes conforman la esencia de su misión. Por eso, sea o no católico, le recomiendo hacerlo.
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