Toby Valderrama y Antonio Aponte
Se nos ha dicho que enfrentamos una “guerra económica” similar a la que
contribuyó al derrocamiento de Allende, además se siente el ruido de
sables y la presión internacional, qué duda cabe. El peligro que corre
la Revolución es grande, la situación requiere de toda la inteligencia
posible. Veamos.
En esta llamada guerra se están cometiendo errores fundamentales que nos llevan a la derrota, el fondo de ellos es la soberbia del gobierno. No acepta críticas, y su autocritica es sólo, en el mejor de los casos, retórica.
No analizan la realidad, la fuerzan a entrar a martillazos en sus concepciones teóricas. Su esquema es simple, además obstinado, como el sapo que se da cabezazos contra la pared, dicen: “Hay desabastecimiento, por la guerra de los capitalistas", entonces la solución es traer más mercancía, más barata. Aplican este esquema y la situación continúa, las colas crecen, el dólar sube. Dicen “hay escasez” y, simultáneamente, un funcionario declara que compraron en 15 días el inventario de tres meses. Dejan de lado la nueva economía que está surgiendo, el bachaqueo. Lo piensan parar en su manifestación, ignoran la causa profunda, no analizan, sólo atienden a la superficie de los fenómenos. Ir al fondo cuestionaría su esquema de gobierno, su filosofía, evidenciaría el fracaso de la socialdemocracia, los obligaría a ir al Socialismo o entregarse definitivamente al capitalismo, con todas sus taras, represión, exclusión.
Como consecuencia de esta falla en las ideas que guían a los gobernantes, consideran a la economía sólo en su aspecto material. Están obligados, por su pensamiento socialdemócrata, a dejar de lado el componente espiritual de la economía, no pueden declarar que el factor principal que distorsiona la economía es el capitalista, el sálvese quien pueda, el “si da lucro es lícito”, esa es la base de las colas. Se limitan a gritar contra el consumismo (que ellos mismos estimularon) cuando estamos en presencia de una economía de la reventa, facilista, que pronto dará origen a mafias del bachaqueo.
Estamos pagando las consecuencias de haber desdibujado al enemigo capitalista, de haber coqueteado con cisneros y mendoza, de esta manera decretamos una guerra sin enemigos, dejamos intacta la conciencia que sustenta al capitalismo y pretendemos luchar contra él. Estamos pagando el clientelismo grosero, haber abandonado al Trabajo Colectivo Voluntario. Lo que hoy sucede tiene que ver con los valores que impulsó el gobierno, el “dakazo”, los raspacupos, con suponer el volumen de vehículos como índice de prosperidad; con la persecución a los programas de radio y televisión críticos, a los voceros, como La Hojilla, creadores de opinión; con el abandono de la formación política en el partido, la deficiencia del ministerio de cultura y de comunicación para difundir los nuevos valores socialistas, la falta de organización real de la sociedad y del partido.
Todo eso lo estamos pagando, y al gobierno sólo se le ocurre destinar miles de millones de dólares para la importación, cuando debía decretar una emergencia de conciencia, de formación.
¿Qué esperan para formar un Estado Mayor que dé respuesta a la pérdida del arma fundamental en una guerra, la conciencia, la espiritualidad? ¿Qué esperan para iniciar un proceso de autocrítica, aquel que conduce a la corrección del rumbo? ¿Nos dejaremos derrotar bañados de soberbia?
En esta llamada guerra se están cometiendo errores fundamentales que nos llevan a la derrota, el fondo de ellos es la soberbia del gobierno. No acepta críticas, y su autocritica es sólo, en el mejor de los casos, retórica.
No analizan la realidad, la fuerzan a entrar a martillazos en sus concepciones teóricas. Su esquema es simple, además obstinado, como el sapo que se da cabezazos contra la pared, dicen: “Hay desabastecimiento, por la guerra de los capitalistas", entonces la solución es traer más mercancía, más barata. Aplican este esquema y la situación continúa, las colas crecen, el dólar sube. Dicen “hay escasez” y, simultáneamente, un funcionario declara que compraron en 15 días el inventario de tres meses. Dejan de lado la nueva economía que está surgiendo, el bachaqueo. Lo piensan parar en su manifestación, ignoran la causa profunda, no analizan, sólo atienden a la superficie de los fenómenos. Ir al fondo cuestionaría su esquema de gobierno, su filosofía, evidenciaría el fracaso de la socialdemocracia, los obligaría a ir al Socialismo o entregarse definitivamente al capitalismo, con todas sus taras, represión, exclusión.
Como consecuencia de esta falla en las ideas que guían a los gobernantes, consideran a la economía sólo en su aspecto material. Están obligados, por su pensamiento socialdemócrata, a dejar de lado el componente espiritual de la economía, no pueden declarar que el factor principal que distorsiona la economía es el capitalista, el sálvese quien pueda, el “si da lucro es lícito”, esa es la base de las colas. Se limitan a gritar contra el consumismo (que ellos mismos estimularon) cuando estamos en presencia de una economía de la reventa, facilista, que pronto dará origen a mafias del bachaqueo.
Estamos pagando las consecuencias de haber desdibujado al enemigo capitalista, de haber coqueteado con cisneros y mendoza, de esta manera decretamos una guerra sin enemigos, dejamos intacta la conciencia que sustenta al capitalismo y pretendemos luchar contra él. Estamos pagando el clientelismo grosero, haber abandonado al Trabajo Colectivo Voluntario. Lo que hoy sucede tiene que ver con los valores que impulsó el gobierno, el “dakazo”, los raspacupos, con suponer el volumen de vehículos como índice de prosperidad; con la persecución a los programas de radio y televisión críticos, a los voceros, como La Hojilla, creadores de opinión; con el abandono de la formación política en el partido, la deficiencia del ministerio de cultura y de comunicación para difundir los nuevos valores socialistas, la falta de organización real de la sociedad y del partido.
Todo eso lo estamos pagando, y al gobierno sólo se le ocurre destinar miles de millones de dólares para la importación, cuando debía decretar una emergencia de conciencia, de formación.
¿Qué esperan para formar un Estado Mayor que dé respuesta a la pérdida del arma fundamental en una guerra, la conciencia, la espiritualidad? ¿Qué esperan para iniciar un proceso de autocrítica, aquel que conduce a la corrección del rumbo? ¿Nos dejaremos derrotar bañados de soberbia?
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