Claudia Herrera Sirgo.
Ellas procuraron y lograron unir fuerzas para combatir la dictadura y mejorar las condiciones de la participación de las mujeres en lo público y lo privado. Con operaciones colectivas contundentes organizaron festivales, fueron perseguidas, encarceladas y torturadas muchas de ellas, como nuestra queridísima Yolanda Villaparedes. La Seguridad Nacional suspendió muchas de las actividades, sufriendo un duro revés en 1953; pero esto no impidió que algunos Comités siguieran trabajando, aun en la clandestinidad o el exilio, con permanentes allanamientos y persecución, y muchas de las mujeres continuaron su lucha emancipadora por los derechos de las mujeres y por un país en modelo económico inclusivista. Importante señalar que esta alineación de jóvenes fue fundamentalmente conformada por participantes de la JCV.
Nuestra María del Mar participó en la lucha por los DDHH en la Comisión por la Justicia y la Verdad, plataforma que investiga los crímenes del puntofijismo, régimen que acabó con la vida de muchas y muchos dirigentes nuestros, como el camarada Alberto Lovera, quien fuera su esposo.
Construyó en abono colectivo, herramientas jurídicas que visibilizan a las mujeres, entre ellas la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Marcó un hito en las formas legales, actuando en las distintas comisiones que reformaron el Código Civil en la década de los ochenta, además fue nuestra primera Defensora Nacional de los Derechos de las Mujeres. Ella perfiló estrategias que ayudan a sensibilizar y empoderar a las mujeres: “El trabajo con las mujeres siempre lo vinculamos a sus reivindicaciones, para que interiorizaran que existía la discriminación… En Venezuela hoy en día existe una igualdad jurídica de la mujer, establecida en la Constitución, y existe una preocupación de las mujeres por aspirar, pero no podemos decir que esas conquistas jurídicas que hoy tenemos estén plenamente asimiladas por todas las mujeres.”
Sus manos también trenzaron un invaluable aporte cuando escribió testimonios en su libro “La historia de la lucha de la Mujer venezolana”, sentía que era una deuda con nosotras y que debía entregarnos su memoria impresa.
María del Mar, ni el empeño de la muerte –que te llevó el pasado 17 de agosto– obnubilará la tarea y el compromiso que tenemos contigo y con las mujeres de la patria. Nos dejaste el mapa, la rosa de los vientos y el astrolabio, aspiramos merecer el honor de tu presencia en nuestros pasos. Abrazo sororal donde quiera que te encuentres.
Tribuna Popular TP.- La difícil
historia del reconocimiento de las mujeres en igualdad de condiciones
con los varones tiene alrededor de siete milenios. La construcción de la
cultura patriarcal se vale de cualquier elemento para invalidarnos.
Afortunadamente las mujeres hemos podido ir edificando, en aguerrida
lucha, los hilos que van tejiendo una condición diferente a estas
realidades y restando peso a la tradición de los sistemas opresores.
Una de las magníficas tejedoras lleva por nombre María del Mar
Álvarez; la que se convirtió en engranaje vital del motor de la
historia. Comunista desde la década del 50, militó en las filas de la
gloriosa Juventud Comunista de Venezuela (JCV) y formó parte de la lucha
contra la ignominia capitalista y patriarcal (perdonen la redundancia).
El 17 de marzo de 1951 dio vida, junto a otras batalladoras incansables,
a la Unión de Muchachas Venezolanas, organización conformada por
cientos de jóvenes quienes decidieron agruparse para combatir a través
de Comités la feroz tiranía perezjimenista. Estos Comités hicieron vida
en las zonas populares, centros de estudio y puertas de fábricas, a
través del trabajo literario, deportivo, cultural, acciones
beligerantes, económicas y visitas solidarias a nuestros presos y sus
familiares.
Ellas procuraron y lograron unir fuerzas para combatir la dictadura y mejorar las condiciones de la participación de las mujeres en lo público y lo privado. Con operaciones colectivas contundentes organizaron festivales, fueron perseguidas, encarceladas y torturadas muchas de ellas, como nuestra queridísima Yolanda Villaparedes. La Seguridad Nacional suspendió muchas de las actividades, sufriendo un duro revés en 1953; pero esto no impidió que algunos Comités siguieran trabajando, aun en la clandestinidad o el exilio, con permanentes allanamientos y persecución, y muchas de las mujeres continuaron su lucha emancipadora por los derechos de las mujeres y por un país en modelo económico inclusivista. Importante señalar que esta alineación de jóvenes fue fundamentalmente conformada por participantes de la JCV.
Nuestra María del Mar participó en la lucha por los DDHH en la Comisión por la Justicia y la Verdad, plataforma que investiga los crímenes del puntofijismo, régimen que acabó con la vida de muchas y muchos dirigentes nuestros, como el camarada Alberto Lovera, quien fuera su esposo.
Construyó en abono colectivo, herramientas jurídicas que visibilizan a las mujeres, entre ellas la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Marcó un hito en las formas legales, actuando en las distintas comisiones que reformaron el Código Civil en la década de los ochenta, además fue nuestra primera Defensora Nacional de los Derechos de las Mujeres. Ella perfiló estrategias que ayudan a sensibilizar y empoderar a las mujeres: “El trabajo con las mujeres siempre lo vinculamos a sus reivindicaciones, para que interiorizaran que existía la discriminación… En Venezuela hoy en día existe una igualdad jurídica de la mujer, establecida en la Constitución, y existe una preocupación de las mujeres por aspirar, pero no podemos decir que esas conquistas jurídicas que hoy tenemos estén plenamente asimiladas por todas las mujeres.”
Sus manos también trenzaron un invaluable aporte cuando escribió testimonios en su libro “La historia de la lucha de la Mujer venezolana”, sentía que era una deuda con nosotras y que debía entregarnos su memoria impresa.
María del Mar, ni el empeño de la muerte –que te llevó el pasado 17 de agosto– obnubilará la tarea y el compromiso que tenemos contigo y con las mujeres de la patria. Nos dejaste el mapa, la rosa de los vientos y el astrolabio, aspiramos merecer el honor de tu presencia en nuestros pasos. Abrazo sororal donde quiera que te encuentres.
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