Por Toby Valderrama y Antonio Aponte
El
reformismo es el principal enemigo de la Revolución, siempre acude para
sofocar cualquier intento de rebelión de los desposeídos. Se puede
decir que las Revoluciones han sucumbido frente al reformismo más que
ante la agresión directa del capitalismo franco. Estar alerta contra el
reformismo, tanto como frente a la amenaza capitalista directa, es deber
de las Revoluciones.
En
Venezuela el reformismo se llama adequismo, es "acción democrática" su
más conspicuo representante. La Revolución debe conocer a su más
peligroso enemigo, aprender su modus operandi, estar alerta a su labor
de zapa, recordar que actúa desde adentro de los procesos
revolucionarios. El primer paso en este enfrentamiento es conocer al
adequismo, al reformismo venezolano.
Si
estudiamos el discurso adeco de un vocero destacado de ese partido,
rápidamente advertiremos la similitud con ciertas posiciones de
personeros de la Revolución. Veamos.
"Hemos
tenido una democracia política, no una democracia económica. El gran
reto de Acción democrática es echar las bases de la democracia económica
en los años que faltan para que concluya el presente siglo. Nuestro
esfuerzo debe privilegiar la necesidad de darle efectividad y validez a
los principios básicos de libertad, igualdad y solidaridad de la
socialdemocracia. Hay que conciliar el crecimiento productivo y el
equilibrio de las variables macroeconómicas"
"Una
verdadera política social (...) no se limita a hacer más llevadera la
pobreza sino que tiene que ofrecer a todos los ciudadanos protección
básica en educación, sanidad, vivienda, empleo, seguridad social,
seguridad personal y servicios públicos en general."
Los
párrafos anteriores son extraídos de un escrito de canache mata,
destacado adeco, para la revista Gumilla. El parecido con el discurso de
dirigentes revolucionarios es evidente. No hay dudas, el reformismo
ronda a la Revolución desde adentro. Pero alguien podría
concluir: el reformismo, el adequismo, no es malo; ofrecer protección
básica, educación, sanidad, vivienda, etc. no es malo. Surge, entonces, la pregunta crucial: en qué, en dónde, cómo se diferencian el Reformismo y la Revolución.
La
Revolución ofrece empleo, seguridad, servicios públicos, educación,
igual que el adequismo, pero sabe que para cumplir ese ofrecimiento debe
superar al capitalismo, sabe que para superarlo debe hacer hegemónica
la propiedad social de los medios de producción y elevar la conciencia
del deber social, el sentido de pertenencia a la sociedad, en resumen,
enfrentar a la burguesía.
Entonces,
la diferencia entre reformismo y Revolución está muy clara: el
reformismo promete lo que no puede cumplir dentro del capitalismo, y al
mismo tiempo lo protege. La Revolución promete un nuevo mundo con la
mayor suma de felicidad posible y simultáneamente supera al capitalismo
que impide la concreción de ese mundo, avanza hacia el Socialismo
verdadero, supera la retórica de la demagogia.
Mientras
la Revolución viva en el coqueteo con la burguesía, la convoque para
elevar las fuerzas productivas, plantee que la etapa de transición
duraría siglos, que no es para esta generación, y olvide el mandato de
Chávez de llegar al punto de no retorno rápido, mientras las palabras se
divorcien de la realidad y tomen el vuelo de los espejismo, entonces no
habrá superado el campo del reformismo. Estará en peligro de pasar a la
historia como un sarcasmo de Socialismo, una nueva frustración para los
humildes, un nuevo triunfo del adequismo. Por ese camino terminaremos
en ese bodrio, refugio del reformismo internacional, que es la
internacional socialista, seremos uno más de la estafa a la humanidad
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