Antonio Aponte.
El modelo chino de restauración del capitalismo viene disfrazado de “marcha inédita al Socialismo”. Los resultados están a la vista: China es una de las mayores potencias del planeta, quizá la primera, pero deberíamos añadir: una de las primeras potencias capitalistas. Algunos entre nosotros se alegrarán y gritarán: ¡Potencia! ¡Aleluya! ¡Ese es el camino! Y dictarán: ¡imitémoslo! Veamos.
La riqueza china, si es que aquello es riqueza, es construida sobre la mano de obra explotada, esclavizada, de aquel pueblo, y sobre la destrucción bestial de la naturaleza. Aquel engendro no se puede mantener sino depredando a su pueblo y a los pueblos del planeta, esa es la naturaleza del capitalismo. La marcha china terminó siendo una estafa, una vía hacia el capitalismo salvaje.
¿Qué pasó con los chinos? Los chinos olvidaron dos axiomas revolucionarios: “la economía no está aislada de la espiritualidad”, y, como dictaron los clásicos, “aun un niño sabe que una formación social que no reproduzca las condiciones de producción al mismo tiempo que produce, no sobrevivirá siquiera un año. Por lo tanto, la condición final de la producción es la reproducción de las condiciones de producción.” Las formas capitalistas necesariamente aumentan la espiritualidad, la cultura, la conciencia que las sustentan. Allá, tal como en la Unión Soviética , las armas melladas del capitalismo se comieron al intento revolucionario.
Aquí es asombroso por lo sabido, que vayamos a tropezar con la misma piedra: se plantea un etapismo trasnochado, una lectura reaccionaria de la teoría revolucionaria. Se nos dice que lo importante es elevar las fuerzas productivas, no importa cómo, que ese es requisito previo para hacer la Revolución. Con este mismo argumento se decía que en Cuba no era posible la Revolución , tampoco en Rusia, ni en China. Teodoro, por ejemplo, proclamaba que ser ministro de caldera era revolucionario, porque elevar las fuerzas productivas nos acercaba al Socialismo. Si los revolucionarios le hubiesen hecho caso a ese argumento reaccionario, aún estuviera el zar en Rusia.
La brutal alianza con el capitalismo, la candidez de pensar que hay un capitalismo bueno y un capitalismo malo, cada uno quietico en su zona, nos conducirá necesariamente al afianzamiento de la conciencia capitalista y al inevitable derrumbe de la Revolución. Lo que falta es averiguar cuál será la forma política que adoptará ese derrumbe: algunos piensan volver a una suerte de pacto de punto fijo, con algunos chivos expiatorios de lado y lado. Otros creen que debe hacerse con una fuerte represión, una transición fascista.
Nosotros pensamos, ya lo hemos dicho, que el dilema es Socialismo o Barbarie, fascismo. Si vuelven los oligarcas sustituirán el gasto de la inclusión de la marginalidad por el plomo de la represión, seguirán las indicaciones de los organismos internacionales, nos pondrán a pelear a unos contra otros, estimularán el egoísmo, volverá el canibalismo por las migajas.
Aún hay tiempo de corregir y seguir el difícil y único camino de redención: profundizar, con Fe, el Socialismo.
¡Irreverencia y Lealtad!
No hay comentarios:
Publicar un comentario