LUIS BRITTO GARCÍA
Al fin sucede la inevitable rebelión de los seres imaginarios.
1 Al fin sucede la inevitable rebelión de los seres imaginarios. Sus vidas son más interesantes, son casi tantos como nosotros y cada uno de ellos se multiplica gracias a nuestras máquinas replicadoras. De los libros y las bibliotecas saltan multitudes de Raskolnikovs, Robinsones Crusoes y Gargantúas. No hablemos de los archivos de las cinematecas y las videotecas de donde surgen raudales de fantasmas que mimetizan vagamente a algún actor pero no son él. Entonces las calles se llenan de enmascarados, hombres con capas y mujeres con antifaces, seres intratables, violentos e intransigentes apenas tolerables dentro de las tapas de las encuadernaciones pero insoportables en libertad, dedicados a venderle el alma al Diablo o buscar el Santo Grial o monologar consigo mismos tocados con anticuados trajes.
4 Sucede a veces que quien hace el amor con una persona imagina que lo hace con otra persona distinta. También, con frecuencia aquella a quien hacen el amor sueña que se lo hace otro ser diferente. Casi nadie está haciendo el amor con quien lo hace. Pero puede ser que esas dos personas que hacían el amor en realidad entre ellas y con otras en el pensamiento, se encuentren en el pensamiento de otras dos personas distintas que hacen el amor realmente mientras cada uno piensa en otro. No sabemos quién nos posee imaginariamente y muy pocas saben quién imagina poseerlas. Acaparadores y acaparadoras de ensueños son poseídos y poseídas imaginariamente por muchedumbres. Sin saberlo participamos en fiestas de la carne que otros imaginan y que prefieren a la carne real que tocan. Conozco a alguien con el don o la maldición de sentir quién le hace el amor imaginariamente mientras lo hace a otra persona físicamente. Posee así a personas que apenas conoce o que no conoce o que le son repulsivas o que no despiertan su deseo o que alguna vez a su vez soñó poseer sin haberlo logrado en los hechos. No logra saber si es esto gloria o infierno. Es posible que en algún momento cada uno de nosotros lleguemos a saberlo y no lo digamos. Salvo aquellos a quienes nadie imagina.
5 Al fin somos invadidos por lo que nadie ha imaginado.
Esta presencia irresistible se debe a que el mundo de las representaciones suplanta irremisiblemente al real, es en vano oponernos a la sobrepoblación de personajes; mientras más buscamos un ser real menos sabemos en qué consiste, a lo mejor desde hace eones fue suplantado por sus sombras y quizá éstas sustituidas por sus reflejos.
2 Entonces desde las bibliotecas y los muros con jeroglíficos y los archivos virtuales saltan a nuestro mundo las constelaciones de ideas buscando el lugar que reservaron para sí moldeándolo. Las ideas son muchísimas más que las cosas reales o que las personas. Consuela ver una idea de puente porque más o menos uno sabe a qué se refiere, pero es mejor voltear para no encontrarse con la idea de un número imaginario o de una hipérbole. Por todos lados salta a interferir en nuestro mundo la inundación de las ideas, sin que sea posible distinguir las verdaderas de las falsas ni las impensables de las ya pensadas. Un aire abrupto e ininteligible adquiere nuestro mundo cuando nos topamos en él con una Cosa en Sí o un Imperativo Categórico.
3 Ya parecía que íbamos a resignarnos cuando a nuestro mundo saltan los números, que nos anonadan porque son más que infinitos y cada uno contiene en sí más que el infinito ¿Vamos alguna vez a tolerar la creciente presencia del número Pi, inagotabilizándose en la interminable persecución de sí mismo? ¿Nos resignaremos a la compañía del número Aleph, que expresa lo que no debió ser enunciado? Y a medida que los números brotan de los números se hacen cada vez más irreconocibles. A todos engendramos, pero ni a los unos ni a los otros ni a los otros podremos vencerlos.
2 Entonces desde las bibliotecas y los muros con jeroglíficos y los archivos virtuales saltan a nuestro mundo las constelaciones de ideas buscando el lugar que reservaron para sí moldeándolo. Las ideas son muchísimas más que las cosas reales o que las personas. Consuela ver una idea de puente porque más o menos uno sabe a qué se refiere, pero es mejor voltear para no encontrarse con la idea de un número imaginario o de una hipérbole. Por todos lados salta a interferir en nuestro mundo la inundación de las ideas, sin que sea posible distinguir las verdaderas de las falsas ni las impensables de las ya pensadas. Un aire abrupto e ininteligible adquiere nuestro mundo cuando nos topamos en él con una Cosa en Sí o un Imperativo Categórico.
3 Ya parecía que íbamos a resignarnos cuando a nuestro mundo saltan los números, que nos anonadan porque son más que infinitos y cada uno contiene en sí más que el infinito ¿Vamos alguna vez a tolerar la creciente presencia del número Pi, inagotabilizándose en la interminable persecución de sí mismo? ¿Nos resignaremos a la compañía del número Aleph, que expresa lo que no debió ser enunciado? Y a medida que los números brotan de los números se hacen cada vez más irreconocibles. A todos engendramos, pero ni a los unos ni a los otros ni a los otros podremos vencerlos.
4 Sucede a veces que quien hace el amor con una persona imagina que lo hace con otra persona distinta. También, con frecuencia aquella a quien hacen el amor sueña que se lo hace otro ser diferente. Casi nadie está haciendo el amor con quien lo hace. Pero puede ser que esas dos personas que hacían el amor en realidad entre ellas y con otras en el pensamiento, se encuentren en el pensamiento de otras dos personas distintas que hacen el amor realmente mientras cada uno piensa en otro. No sabemos quién nos posee imaginariamente y muy pocas saben quién imagina poseerlas. Acaparadores y acaparadoras de ensueños son poseídos y poseídas imaginariamente por muchedumbres. Sin saberlo participamos en fiestas de la carne que otros imaginan y que prefieren a la carne real que tocan. Conozco a alguien con el don o la maldición de sentir quién le hace el amor imaginariamente mientras lo hace a otra persona físicamente. Posee así a personas que apenas conoce o que no conoce o que le son repulsivas o que no despiertan su deseo o que alguna vez a su vez soñó poseer sin haberlo logrado en los hechos. No logra saber si es esto gloria o infierno. Es posible que en algún momento cada uno de nosotros lleguemos a saberlo y no lo digamos. Salvo aquellos a quienes nadie imagina.
5 Al fin somos invadidos por lo que nadie ha imaginado.
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