jueves, 3 de septiembre de 2009

Mujeres inmigrantes: Colonizando sus cuerpos mediante fronteras procreativas ,étnico culturales,sexuales y reproductivas.

Carmen Gregorio Gil

Con el propósito de situar al lector(a) en lo que considero acuciante necesidad de pensar la cultura en sus vínculos con la inmigración y la ciudadanía desde perspectivas críticas –feministas y deconstructivistas– comenzaré con un breve recorrido histórico sobre mi relación teórico-política con el objeto de estudio. Comencé a trabajar a principios de los 90 en diferentes proyectos de investigación, relacionados con ese fenómeno que se perfilaba como nuevo en el Estado español a comienzos de la década, en ese momento cercana a la intervención social /1.

La ciencia antropológica, en esos años replegada en las aulas universitarias y con un escaso desarrollo aplicado comenzaba a ser reclamada y presentada como la ciencia conocedora de las otras culturas y consecuentemente de aquellos, los y las inmigrantes, que comenzaban a ser visibilizados como los “otros”, los “de otras culturas”. Ante la demanda institucional de profesionales para abordar lo que se iba configurando como un nuevo problema: “la integración social de la población inmigrante” y el valor otorgado a la “diferencia cultural” como eje central de su abordaje, la antropología social fue haciéndose hueco en lo que se vino configurando como una demanda social y al mismo tiempo ámbito en el mercado del conocimiento. Voces críticas desde la antropología social trataban de hacerse escuchar, sin demasiadas resonancias, entre los intersticios de un discurso hegemónico que permeaba en círculos académicos y en la sociedad, tratando de llamar la atención sobre los riesgos de esencializar la cultura /2 y del peligro de adoptar un discurso explicativo de la exclusión que haga recaer en la diferencia cultural el supuesto problema de integración de la población inmigrante.

La observación en las aulas, donde llevo a cabo actualmente mi actividad docente y en diferentes espacios donde se desenvuelve mi vida cotidiana, de retóricas acerca de los y las inmigrantes que hacen recaer en sus “culturas de origen” –en la imposibilidad para despojarse de sus “rasgos culturales”, en sus “pautas culturales ancestrales”, en su procedencia de culturas no democráticas, etc.– los problemas de la integración en “nuestra” sociedad, me interpela a seguir poniendo mi atención en las implicaciones de comprender la cultura del “otro” como conjunto de normas, costumbres y creencias supuestamente compartidas por todos aquellos que provienen de un mismo país, área geográfica, cultural o religiosa. Es en el contexto desigualitario en el que se viene construyendo la “Fortaleza Europa” en relación con la inmigración procedente de los países no comunitarios y la nueva “retórica de exclusión” /3 desde el que me sitúo a la hora de problematizar la diferencia cultural en su imbricación con las diferencias de género. Como he planteado en otro lugar “la tendencia a sustancializar la diferencia cultural reclama, desde un enfoque crítico, un análisis más profundo que se nutra de datos contextuales e históricos y observe la cultura como entramado de prácticas sociales, atravesadas por el poder, dentro de las cuales las mujeres no sean representadas como colectivo mudo unitario y homogéneo, sino como actoras sociales que ‘asumen, negocian redefinen, cuestionan y seleccionan los rasgos de diferenciación frente a otros grupos” (Maquieira, 1998:183)” (Gregorio 2004:13).


Y es, desde este enfoque desde el que me propongo contribuir al debate acerca de la noción de ciudadanía mediante al análisis crítico de las representaciones que sostienen la categoría “mujeres inmigrantes” en tanto naturalizan su existencia, desposeyéndolas de voz propia como sujetas históricas y particulares. Lo haré incitando a la interrogación constante en aquellas situaciones en las que la cultura deviene en discurso legitimador de la diferencia: “¿Quién crea cultura, qué cultura y para qué fines?” cómo nos plantea Maquieira (1998:200).

Notas

1/ Había constituido junto con otros colegas una empresa-cooperativa para dedicarnos profesionalmente a la intervención social (Capacitación para el trabajo en equipo y la participación, Catep)

2/ Véase el trabajo de Gregorio y Franzé (1999) “La intervención social con población inmigrante: Esos ‘otros’ culturales”, nacido de la reflexión sobre la práctica profesional de dos antropólogas que desde su experiencia en la gestión de proyectos de intervención social tratan de llamar la atención sobre la necesaria vigilancia epistemológica ante el uso de la noción de cultura, acerca de lo que las autoras denominarán el ‘discurso culturalista’.

3/ Stolcke (1995).

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