sábado, 26 de septiembre de 2009

Modelo de desarrollo venezolano cuida el ambiente y mitiga cambio climático mundial


Lena Jahn

La contaminación y la producción de cada vez más gases de efecto invernadero es un tema de debate global inherente al crecimiento desmesurado de las ciudades y sus sistemas de desarrollo, casi siempre asociados a la industrialización.

Crecer y desarrollarse son objetivos de toda nación que no pueden reprobarse de ningún modo. El reto consiste en hacer de ese progreso un mecanismo compatible con el equilibrio ambiental y vincularlo con la biodiversidad. Venezuela lo ha logrado.

De acuerdo con el viceministro de Conservación Ambiental, Jesús Cegarra, el Estado ha asumido con total seriedad su compromiso como componente de un todo global que requiere de la conciencia colectiva y de aportes a gran escala que pongan freno al cambio climático mundial.

“Venezuela ha desarrollado una postura ética frente a la implementación de un conjunto de medidas voluntarias, conocidas como mecanismos de desarrollo limpio, las cuales permiten a los países que las ejecutan evadir su responsabilidad y transferirla a otras naciones”, detalla.

El representante del Ministerio del Poder Popular para el Ambiente explica que tales acciones responden a un afán de países desarrollados que, en vez de adecuar su industria contaminante, pagan por el “derecho” adquirido de contaminar el ambiente.

“No compartimos ese criterio como país y, desde el Gobierno Nacional, hemos diseñado un modelo de desarrollo responsable, distinto y alternativo, orientado al acondicionamiento de factores para mitigar esta problemática global”, dice.

En entrevista con la Agencia Bolivariana de Noticias (ABN), Cegarra sostiene que, si bien los efectos del cambio climático no se pueden revertir, es posible detener el avance del deterioro progresivo en el que todos los países tienen su cuota de responsabilidad.

No obstante, destaca el hecho de que Venezuela haga un aporte de protección ambiental mayor al que le corresponde, en virtud del bajo impacto ambiental negativo que genera su modelo de desarrollo.

“Nuestro país y la mayor parte de los países en desarrollo no son los que llevamos la principal responsabilidad, sin embargo, eso no nos excluye de sufrir las consecuencias”, dice, y explica la forma en que estos procesos de transformación ecológica, producto del cambio repentino en las temperaturas, afectan de forma generalizada, sin reparo en las fronteras.

“El desplazamiento de las líneas boscosas, los procesos de deshielo, la variación de los nichos ecológicos y la desaparición de especies, así como la reaparición de enfermedades que se consideraban erradicadas, son situaciones de riesgo que ponen en juego las condiciones de vida sobre el planeta”, señala.

Energía no contaminante

Una de las acciones más contundentes que el Estado ha implementado en materia ambiental tiene que ver con la política energética dentro y fuera del territorio nacional, signada por mecanismos que tienden al desarrollo bajo criterios no contaminantes.

Cegarra parte de una premisa común a todas las latitudes: la extinción es para siempre y se traduce en pérdidas del patrimonio ambiental de la humanidad.

De allí que la participación protagónica de Venezuela en los diversos acuerdos regionales derive en un enorme valor de conservación ambiental, pues abre posibilidades de desarrollo no contaminante que son extensivas a otras naciones.

Tal es el caso del Pacto de San José, ejecutado a través de Petrocaribe, mediante el cual se vende petróleo en condiciones preferenciales a los países de la región, lo cual disminuye directamente la deforestación para producir carbón.

“Es una acción directa del Gobierno Bolivariano en función de mejorar las condiciones que conducen al calentamiento global y que marca pauta mundial, pues ninguna otra corporación de ningún otro país hace algo similar”, precisa.

Internamente, el Estado trabaja en el desarrollo de un plan ferroviario nacional que influye de manera directa en la disminución del uso de transporte urbano o vehículos particulares que se mueven mediante la quema de combustibles fósiles, lo cual reduce notablemente la emisión de gases de efecto invernadero.

“En poco tiempo se han enlazado redes de transporte masivo suburbano y de largas distancias: ampliación de las líneas del Metro de Caracas ,Trolebús de Mérida y Barquisimeto, Metro de Maracaibo, Metro de Valencia (...), todas ellas políticas de acción en el mediano plazo que ya arrojan resultados”, dice.

Ocurre lo propio con generación de electricidad, la cual proviene en un 72% de plantas hidroeléctricas, mecanismo limpio que ubica a Venezuela muy lejos de cubrir la cuota de contaminación que le ha sido asignada.

Basura inodora

Sanear vertederos de basura a cielo abierto y convertirlos en rellenos sanitarios forma parte de las líneas estratégicas que implementa el Ejecutivo Nacional en materia ambiental.

De acuerdo con el viceministro Cegarra, ninguno de los espacios de disposición de desechos sólidos que existen en Venezuela había estado sujeto a una política de manejo con perspectiva ambiental hasta el año 2005, cuando el despacho que representa inició un plan de recuperación, saneamiento y construcción de rellenos sanitarios.

“Estamos permanentemente recuperando áreas en las cuales se generaban gran cantidad de gases de efecto invernadero que hoy son manejados de una manera responsable y adecuada, a través de importantes obras de ingeniería”, señala.

Explica cómo se ido transformando un proceso que antes consistía en la disposición irregular e indiscriminada de desechos, sin poner cuidado en la existencia adyacente de asentamientos humanos.

“Son más de 270 áreas que hoy están siendo trabajadas, de más de 400 vertederos que tenemos en inventario. Abarcamos no sólo el tema ingenieril sino el problema social de las personas que bordean estos terrenos”, detalla.

Entre los avances, que superan los 50 proyectos ejecutados, destacan obras en el vertedero de La Ciénaga, en Maracaibo, y la construcción de 300 casas para las personas que habitan el sector, así como la conversión en relleno sanitario del Vertedero de La Guaira, lo cual aspiran replicar en los vertederos de El Limón y La Franqueza, en Los Teques y en Higuerote, respectivamente.

El proceso consiste en la recolección de desechos, su esparcimiento en los rellenos (de suelos previamente impermeabilizados), el encapsulamiento y compactamiento con maquinaria y la cobertura diaria con geomembranas o capas de arcilla, así como la captación de los gases ricos en metano para su posterior utilización industrial.

Cegarra indica que el método rompe con el ciclo de 72 horas que demora la aparición de la mosca, así como la presencia de aves de rapiña, pues la capa que cubre el terreno aisla olores e impide la generación de líquidos por humedad que, anteriormente, contaminaban aguas superficiales cercanas.

Para la ejecución de tales trabajos han sido asignados más de 250 millones de bolívares, junto a otros 65 millones de bolívares adicionales desembolsados para dar curso a la segunda fase de este año.

Más árboles, más oxígeno

Desde junio del año 2006, el Gobierno Nacional lanzó un proyecto ecológico destinado a recuperar y ampliar las áreas verdes que fungen como sumideros de carbono: Árbol Misión Socialista.

Desde entonces, más de 23 millones de plantas han sido sembradas en más de 15 mil hectáreas, con lo cual la masa boscosa venezolana ha ganado extensión y la captación de carbono en el país supera la responsabilidad que el Protocolo de Kioto asigna en esta materia.

Sólo para este año, el Ejecutivo aprobó 50 millones de bolívares para que Árbol Misión Socialista continúe generando espacios forestales, actividad que ejecutan más de 32 mil personas organizadas en más de 2 mil 900 comités conservacionistas.

“Son grupos de pobladores que participan en todas las fases: recolección de la semilla, su siembra en viveros y luego jornadas de plantación”, resume Cegarra, quien también destaca la labor educativa que desarrollan estos comités.

“Se activan en aulas abiertas desde los simoncitos hasta las universidades, donde se establecen planes para que la comunidad se apropie de este procedimiento y contribuya en la plantación”, dice, y refiere a la presencia destacada que tiene la misión en sectores rurales y de difícil acceso.

“Trabajamos de la mano con comunidades indígenas y atendemos el tema de género, promoviendo la participación femenina en los comités, quienes obtienen un monto cercano a un salario mínimo por su labor. El retorno: la recuperación de las condiciones ambientales”.

Criterio ambiental socialista

Todos estos elementos serán incorporados en el segundo informe que próximamente Venezuela presentará ante la Organización de las Naciones Unidas, con miras no sólo a reiterar su postura crítica frente a los agentes más contaminantes del planeta sino también a demostrar los avances logrados.

De acuerdo con el viceministro Cegarra, el proceso venezolano de procura de condiciones ambientales favorables y la batalla por detener la emisión de gases de efecto invernadero está marcando pauta en el mundo, pero considera compleja la tarea de establecer comparaciones con otros países.

“Nuestros indicadores definitivamente son distintos, lo que hacemos aquí no se desarrolla en el escenario internacional, pues tomamos en cuenta como eje fundamental la mejora de las condiciones de vida de la mayoría de la población”, dice.

En contraste, sostiene que en otras latitudes imperan criterios económicos sobre la base del incremento de la producción, bajo la óptica del capitalismo.

“Tenemos índices internos que nos ubican muy por encima del entorno global, pero establecer comparaciones será posible sólo cuando existan indicadores universales en los que prevalezca el bienestar humano; mientras tanto, nuestras políticas seguirán guiándose por un criterio socialista”, precisó.

No hay comentarios: