De las cosas que disfrutaba en el control era escuchar a las enfermeras decir mamá
Si una mujer no parece una diosa mientras da a luz,
es que alguien no la está tratando bien.
Ina May Gaskin, partera estadounidense
28/08/2024.- Una libreta amarilla con una Rosie niña al centro diciendo: "We can do it! (¡Nosotras podemos hacerlo!)" me acompañaba durante el control prenatal, noches previas a la consulta dejaba por escrito en sus hojas todas las preguntas necesarias para salir de dudas o, simplemente, anotar datos puntuales sobre el progreso de mi embarazo.
En el curso de la espera aquella caricatura inanimada con su pañoleta roja de lunares blancos, braga azul y puño en alto recobraba vida para recordarme lo importante de sacar fuerzas para hacer sentir la voz. Mientras acariciaba mi pancita, ese ícono mundial del feminismo me ayudaba a disipar el miedo frente a la autoridad médica, al mismo tiempo que me invitaba al estudio y a la documentación.
Además de ser catalogada como gestante en edad avanzada, mi embarazo era considerado de alto riesgo, ya que con 40 años y un aborto reciente las alarmas para el personal de la salud estuvieron encendidas la mayor parte del tiempo, pero mi cuerpo y espíritu frente a esas etiquetas y advertencias decían: vitalidad.
Emanaba de mí una fuerza interior potente, la cual me hacía sentir invencible, hermosa, poderosa, deseante, vibrante, flexible, enérgica..., toda una diosa habitada bajo ese estado de euforia, que intensamente viví durante el segundo trimestre del embarazo en el que asumir retos físicos y emocionales me resultaron sencillos, cosa diferente a lo largo del primer y tercer trimestre donde era más vaca rumiante y osa invernando al mismo tiempo.
Mientras esperaba el turno para ser atendida, recuerdo el gusto de curiosear las salas de consulta, en ellas estudiantes de Medicina, en su etapa de residentes, atendían a otras mamitas. La Unidad de Embarazo de Alto Riesgo del edificio anexo de la Maternidad Concepción Palacios era una universidad viva, podía respirar el aula de clases practicándose en nuestras cuerpas gestantes.
En aquel lugar era frecuente escuchar a las médicas y médicos responsables del área hacer preguntas, orientar prácticas mientras hacían correcciones en procedimientos rutinarios a sus aprendices, les residentes hacían lo suyo, apoyándose entre iguales mientras atendían a una barrigona; era sabroso verles, revivía en mí la palabra compañerismo.
Otra de las cosas que disfrutaba de asistir al control prenatal era escuchar de las enfermeras la palabra mamá, afirmación divina de la imagen del hije en brazos. La sonrisa en el rostro, los ojos brillando, acompañados de expresiones afectuosas de parte del personal médico responsable de la revisión cerraban con broche de oro el proceso de la consulta.
La doctora Marvina Romero, maestra en la rama médica del buen trato, era en cada consulta mi bálsamo más fuerte, al finalizar el proceso nos veíamos para revisar las preguntas de la libreta amarilla, respondía a cada una con paciencia y sobre todo con pedagogía, haciendo de esos encuentros un espacio para confirmar lo que sentía, Yara crecía a buen ritmo, todo lo que necesitaba mi pequeña para desarrollarse lo tenía a disposición, mi embarazo se declaraba en salud.
Una aplicación (app) para teléfonos inteligentes llamada Embarazo + me sirvió de mucho, fácilmente pude descargarla desde Google Play sin costo alguno, su versión gratuita me fue suficiente para disfrutar de distintas lecturas acerca de cada etapa del embarazo, llevar el control de mi peso y otras variables, así como tener conocimiento de los exámenes necesarios en cada trimestre, organizados en forma de calendario.
Embarazo + me daba una idea aproximada del tamaño y forma de Yara dentro de mí, sus cambios morfológicos semana tras semana eran representados en un feto 3D, contar con esta app era “poder” conocer sobre detalles del desarrollo de mi bebé en cada etapa específica, lo que me permitía elaborar un plan de alimentación incluso de ejercitación física para contribuir al buen estado del embarazo.
Lecturas, consultas médicas y aplicación para teléfono inteligente jugaban la tríada perfecta para cerciorarme de que todo marchara bien, la casa se convirtió en un centro de investigación. Balmore y yo consultábamos distintas fuentes, conversábamos entre nosotres, elaborábamos las preguntas, lo que a mí se me escapaba, él lo atajaba, el embarazo fue un aprendizaje constante que nos llevó al parto como trabajo final de grado.
Por todo lo descrito considero importante que una mujer preñada tenga consigo una batería de conocimientos que le permitan pugnar su derecho a estar informada, esta conciencia le garantizará de gozar de claridad al momento de lidiar con distintos perfiles profesionales vinculados a la salud sexual y reproductiva de las mujeres. En definitiva, conocer permite establecer límites sanos en los cuales se dibujan las fronteras límites del respeto y el buen trato. Dominar saberes asegurará una experiencia emancipadora de tu embarazo
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