José Sant Roz
Uno, cada día, en medio de estos temporales con rayos y centellas que llegan del exterior, en medio de nuestros cantos y marchas, batallando a brazo partido contra millones de enanos virtuales, de guiños homicidas por pantallitas, esas alimañas reptilianas o perros de Pavlov cual babiecas insomnes…, ante todo eso, el pueblo requiere de esclarecedores FULGORES, de certeras iluminaciones, que remezan las fuerzas que manan de sus raíces más profundas. Ese gran consuelo lo encontramos en el programa La Hojilla, el cual en esta hora exigimos sea trasmitido en cadena nacional. Mario es el notable buceador en esas fuerzas vitales que nos elevan la conciencia, que nos permiten mantenernos vigilantes, atentos, sobre todo cuando las nuevas tecnologías, todas ellas enfiladas contra nuestra revolución, todas ellas atentando contra nuestra integridad mental: tratando de minar nuestras enterezas y voluntades con avalanchas de oscuridades, montajes, mentiras y especiosas y criminales emboscadas... En estos combates los análisis de Mario se revelan como destellos que despejan nubarrones, los que nos abren los sentidos para prevenir las guerras solapadas, los permanentes y arteros zarpazos que acechan por doquier, la de los travestidos de demócratas que aúllan con furia y demencia desde todos los portales del fascismo, de la ONU, OEA, CIP, CIDH,…
Luego de estos últimos meses del 2024, cargados de criminales asedios, de amenazas, de viles y bellacas emboscadas, el pueblo, al recogerse en las noches siempre busca escuchar a sus ductores, a sus maestros. En particular, es el momento cuando espera con profundo interés el programa La Hojilla, porque en él encontrará la ruta, las ideas, las claridades para entender cómo y hacia dónde avanzamos en estos duros combates. El pueblo necesita saber cómo va el proceso interior de nuestras luchas, columbrar más allá de nuestras intuiciones, detenerse alerta y meditar ante el imponente cuchillo de claridades que nos muestra Mario.
El pueblo espera paciente esas horas de la noche, no importa que haya estado marchando, no importa que haya recibido chaparrones o caminado en marchas docenas de kilómetros, que esté extenuado y no haya comido, ahí se planta con Mario para repasar los últimos partes de esta guerra sin pausa, la que ya lleva un cuarto de siglo. Todos a coro dicen: "-Hay que ver esta noche, qué dice Mario". Y son millones, insisto, los que están atentos al televisor sábados y martes, allí se plantan, digo, a pesar de que Mario no pueda decir todo lo que quisiera, sienta y conozca, pero para eso estamos nosotros para descubrir o sorprender sus mensajes encubiertos, para leer sus miradas, sus contundentes afirmaciones y alertas, y hasta sus silencios.
Cada vez que hay Hojilla no se duerme. Llegan las doce de la noche, Mario se despide, pero quedamos nosotros alumbrados con mil pensamientos, deducciones, elucubraciones, sentimientos, emociones. Son tareas que él nos deja. Entonces, comienza el otro proceso de la revisión, a enfrentarse uno con nuestros presentimientos y dudas, tratando de desentrañas tantas celadas y artimañas del imperio, de la ultraderecha.
Así que la vida al venezolano se nos ha vuelto un permanente debatir, una permanente ebullición de ideas, combates interiores, y de las brillantes intervenciones del Presidente Maduro el pueblo pasamos a evaluar las geniales luminosidades de Jorge Rodríguez y de éste a las advertencias de (El Mazo) Diosdado Cabello, para luego detenernos atentamente ante los resplandores incisivos y esclarecedores de Mario Silva. Uno, en todo esto, recuerda aquellos primeros tiempos de nuestra Revolución de Independencia, aquellas espadas del verbo que fueron Bolívar, Miranda, Coto Paul, Francisco Espejo, Antonio Muñoz Tebar, Miguel Peña, Pedro Gual, los Hermanos Salias, Miguel José Sanz, Francisco Javier Yánez. Aquellos predestinados a darnos patria. Nos remontamos a los álgidos hechos de la Revolución Francesa, cuando el pueblo no tenía ni tiempo para comer, porque sólo se alimentaba oyendo los discursos de Marat, Robespierre o Danton. Ahora volvemos en Venezuela a aquellas gestas, a aquellas palabras estremecedoras, por ejemplo, de Coto Paul, que hicieron que Lázaro se levantara: "¡La anarquía! Esa es la libertad cuando para huir de la tiranía desata el cinto y desnuda la cabellera ondosa. ¡La anarquía! Cuando los dioses de los débiles, la desconfianza y el pavor la maldicen, yo caigo de rodillas a su presencia. ¡Señores! ¡Que la anarquía, con la antorcha de las furias en la mano, nos guíe al Congreso para que su humo embriague a los facciosos del orden, y le sigan por calles y plazas, gritando libertad!"
Somos afortunados: estamos viviendo una de las épocas más asombrosas desde la Independencia. Estamos dando grandes batallas, convertidos otra vez en el centro del universo. Hemos vuelto a cabalgar al lado de Bolívar, de Sucre y Urdaneta. De nuevo, la libertad de América espera mucho de nosotros, espera que volvamos a liberarla de estos monstruosos imperios, Estados Unidos y la Unión Europea.
El pasado martes, como siempre, Mario alertó al Fiscal Tareck William Saab de esos terroristas transformados ahora en los nuevos partidos de la oposición: los Youtubers, influencers, los fulanos creadores de contenidos, que fuera del país desatan los ataques más criminales sobre Venezuela, pero luego pretenden pasearse por estos lares como si jamás hubiese hecho nada malo. Hay que escuchar a Mario, y aplicar las mayores condenas y ejemplarizantes leyes a estos asesinos intelectuales, que en gran medida llegaron a ocasiones 25 muerte entre 28 y el 29 de este pasado mes de julio. No más impunidad, porque además la miserable gringa de María Corina Machado ha estado diciendo por las redes y en declaraciones a la prensa internacional (en particular a TELEMUNDO), que todos esos asesinados, entre el 28 y 29 de julio pasado, se trataba de miembros de Vente Venezuela, porque apoyaban al criminal Edmundo González Urrutia. Es decir, que además de una abominable y asquerosa burla, otro crimen más sobre los propios asesinados.
Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.
jsantroz@gmail.com @jsantroz
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