Amparo Lasheras, periodista
El Foro Económico de Davos acaba de celebrar su 54 edición. Más de medio siglo debatiendo sobre los retos del futuro, con conclusiones que, si las hay, siempre se quedan en las alturas de las élites económicas y políticas. Un diario de tirada estatal anunciaba que este año, en Davos, ha existido una gran “inquietud” por la “desinformación” que amenaza a los 70 países que tienen previsto celebrar elecciones en el 2024. En concreto se refería a los contenidos y noticias falsas, a los bulos aparecidos en los medios o difundidos por las redes en un momento de tanta “fragilidad” democrática. Resulta paradójica esa “inquietud” cuando, la estrella de la cumbre parece que ha sido Javier Milei, el presidente de Argentina, defensor del sionismo israelí y de Zelenski; admirador de dictaduras pasadas y el político ultraliberal que más ha utilizado la mentira y el histrionismo visceral de la manipulación para ganar unas elecciones y desmantelar el país para entregarlo al gran capital internacional. Se diría que como en la película de Stanley Kramer, el mundo está loco, loco… Pero no. Aquel film, rodado en 1963, fue una espléndida comedia con su parte de crítica social. Lo de Davos solo es un montaje más del establishment y la “locura” de Milei, el señuelo de un fascista como los de toda la vida.
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