Esmeralda García Ramírez
El 12 de Octubre de 1.492 se da inicio en nuestra América a la llegada de la invasión europea, a la imposición del dominio español en este continente, al saqueo de nuestras tierras, a la esclavitud, al comienzo genocida de lo que ellos denominaron la "Conquista de América". Trescientos años después, gracias a la gesta heroica de nuestros libertadores nacidos en esta tierra, acompañado de un pueblo valiente, ellos traspasaron la frontera venezolana para darle la independencia a seis naciones (Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Panamá), sin recibir nada a cambio. Solo Bolívar podía cumplir aquel glorioso juramento de romper las cadenas que nos oprimían del imperio español, de dirigir tan estratégica hazaña. Hoy, quinientos años después, la pretensión de invadirnos nuevamente sigue latente por parte de otros colonizadores. Es inoportuno ignorar en este aquí y ahora que nuestros pueblos sufrieron una de las más horrendas masacres que dejaron las venas abiertas de América Latina de sangre, dolor, resistencia e indignación; ese primer hecho aberrante español fue el primer holocausto que sufrieron nuestros originarios, que enlutó a la Madre Patria, motivado por el robo de nuestras riquezas y el control de estas tierras. Está prohibido olvidar porque nuestros hechos están escritos.
Venezuela comenzó luego su propio proceso interno de conformación nacional, con sus relaciones estratégicas con otras naciones de la región, pero creó un cordón umbilical muy especial con los EE.UU., al punto tal que este país tuvo un control absoluto, pleno y total de la economía y riquezas petroleras de Venezuela. Su moneda poco a poco fue penetrando en nuestra economía, al extremo que hoy día existe una gran dependencia por esta divisa en todos los sectores, de la cual el gobierno revolucionario no ha podido independizarse. EE.UU. circunscribió sus expansiones por la América del Sur y el Caribe, no quedó un solo vestigio en este lado del continente donde no tuviera un control este gobierno como una gran fuerza imperial, ya que hasta Cuba fue víctima de su bloqueo criminal. Nuestros pueblos latinoamericanos pasamos de la colonización española, liberada por Simón Bolívar, a una colonización moderna por parte del imperio norteamericano, instalando bases militares para mostrar su poderío bélico e invadir pueblos cuando no se someten a sus intereses; financiando a grupos subversivos de ultraderecha para instalar gobiernos que pueda doblegarles el brazo; creando gobiernos de dictaduras simuladas; propiciando gobiernos de factos y democracias representativas que están a merced de su dominio, para hacer su hegemonía más poderosa; esclavizando a la clase obrera, mientras las grandes mayorías se hunden en la miseria; con prácticas de ensayo y error para tumbar gobiernos legítimamente constituidos como ocurre hoy en Venezuela, ahora bajo la nueva modalidad de autoproclamaciones de individuos, violando constituciones.
Estamos en Venezuela ante la presencia de un golpe continuado progresivo de múltiples colores de graves consecuencias, dirigido por el gobierno más destructor del mundo (EE.UU.). Crear la figura de la autoproclamación de un ciudadano, desconociendo al actual mandatario bajo el fundamento del artículo 333 de la CRBV, alegando con engaños que hubo una falta absoluta del actual presidente Maduro (Art. 233, de la CRBV), es un hecho sin precedentes en el ámbito geopolítico; de graves consecuencias que pudiera desencadenar en una guerra extensiva para el mundo, porque los intereses de las otras grandes potencias como Rusia, China, Irán, Corea del Norte, no son precisamente la del pabellón criollo, también tienen sus intereses particulares, pero no estarán dispuestos a permitir a que se genere otra guerra más como las tantas creadas por el imperio, bajo la figura de la intervención humanitaria, o de llevar la libertad, o la reinstauración de la democracia en este país.
De 34 países que conforman la OEA, 18 se pronunciaron a favor de Venezuela en contra del Golpe de Estado, igualmente la mayoría de países que integran el Consejo de Seguridad de la ONU apoyaron al gobierno legítimo de Maduro (19 Vs.16), más no la locura de un presidente interino que no existe en la Carta Magna. Es curioso que el salón de la OEA donde se trató la situación de Venezuela lleve por nombre "Simón Bolívar" y que precisamente aquí, por órdenes del imperio y de Almagro, se le negó la presencia al embajador venezolano Samuel Moncada por considerar que representaba un gobierno ilegítimo; a pesar del triunfo de nuestro país no se reconsideró tal postura. Lo peor, no solo fue eso, sino que ante la irrupción de una activista de los DD.HH. en defensa de la Patria, la directiva le exige al cuerpo protocolar expulsar a la ciudadana Medea Benjamín por irrespetar al salón "Simón Bolívar", acto hipócrita y deshonroso para los países bolivarianos, especialmente para Venezuela. Este salón no debe llamarse "Simón Bolívar", es una vergüenza para el legado del hombre que cabalgó por la independencia de la Patria Grande y que hoy usen su nombre para defender la tiranía en nombre de la democracia; cuando estamos siendo sometidos a la potencia que quiere plagar a nuestra América de hambre, miseria y destrucción. La conducta de los embajadores ultraderechistas es tan falsa como la de Santander.
Está prohibido olvidar, pues en nuestros hechos están escritos que Bolívar fue un hacedor y un pensador de un presente esperanzado, profundo, con la visión firme de realizar un futuro patriótico, rebelde. Bolívar nos enseñó el amor como una fuerza humana suprema, que se enlaza armónicamente con el patriotismo; es decir, el patriotismo no es más que amor y su alta estima es el derrotero de su humanismo, a él se llega mediante el amor y el razonamiento, sus aspiraciones benignas hacia el conducirán al hombre a dos valores especiales: a la dignidad y la justicia. En este sentido, la dignidad es sentirse orgulloso de amar y defender la patria, con un alto precio intangible de la condición humana de nuestro pueblo y el respeto ineludible por tener la misma; es defenderla hasta el punto tal de dar la vida por ella. Y la justicia es la defensa de su valor moral, de la protección de la violación del derecho de sus principios constitucionales, dictaminados sabiamente por su pueblo. Perder el sentido de la justicia por la patria propicia el descenso humano, es llegar a lo más ruin, a la decadencia como Ser Nacionalista, es no sentir amor propio, ni siquiera por la madre que engendró a ese ser. Se puede pensar distinto, se puede no estar de acuerdo con un presidente, incluso se puede estar en contra de un resultado electoral, de no apoyar ninguna política emanada de sus gobernantes; pero ESTAR EN CONTRA DE TU PATRIA, JAMÁS. Instar a una intervención militar extranjera contra tu país, es solicitar una barbarie contra tu hermano, contra tu pueblo; que destruya tu país manos extranjeras, es borrar tu propia historia. Decía Bolívar que los únicos obstáculos que pueden separarnos como venezolanos, no son que seamos de izquierdas o de derechas, son el patriotismo y la antipatria. Necesario es salvar la Patria desde la dignidad, desde la justicia y contra el imperio, aquel que no esté ganado para ello será considerado entonces enemigo de la Patria, de mi Patria, de la Patria Grande Libertaria y de Bolívar.
Licenciada en Administración
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