Esmeralda García Ramírez.
Las religiones fueron creadas por el hombre, radican en los orígenes de los homínidos, cuando se empiezan a ver muestras de algún tipo de ritual sencillo, para trascender a la vida. Para ellos, la muerte era algo desconocido, aún hoy es inquietante para todos, en virtud de que nadie sabe lo que vendrá después de este suceso. El miedo a morir, le indujo a asumir la otra vida, mejor que la terrenal y crearon un espacio que denominaron el paraíso; la imposibilidad del hombre primitivo a entender los fenómenos naturales que observaba. Su síntoma más importante es la fe en lo sobrenatural, luego al estar sujetos a este tipo de fenómenos, los transformaron en dioses, demonios y ángeles, para dar paso a los cultos religiosos, a un conjunto de ritos, o a los sacrificios, y junto a ellos sus seguidores o quienes dominaban (aún controlan) a aquellos que practicaban la fe hacia alguna imagen, o creencia, como los sacerdotes, chamanes, pastores, en fin, a través de instituciones religiosas de diversos tipos. Durante muchos siglos el politeísmo fue la característica de las creencias o religiones de pueblos enteros. Para Karl Marx la religión es tanto expresión del sufrimiento real como también protesta contra ese sufrimiento. No solo consideró Marx a la religión el opio de los pueblos, sino que al mismo tiempo es una forma de alienación a la que el pueblo se somete para poder soportar la miseria diaria y obtener de manera ilusa cierta seguridad. Las religiones (todas, sin excepción), adormecen a los pueblos, lo que hace imposible transformar la verdadera realidad social y económica.
Sin embargo, la religión nunca podrá ser abolida mientras existan seres que vivan de ésta, mientras esa quimera del pueblo sea necesaria para vivir contradictoriamente su realidad, mientras el capitalismo sea el soporte de ésta, y ésta a su vez de aquella. La religión es la fuente del capitalismo, porque mientras las instituciones religiosas estén al servicio del sistema, mantendrán al ser humano en la ignominia, en la oscuridad, subyugados, a las masas trabajadoras controladas para evitar que desde aquí surjan las transformaciones revolucionarias necesarias de la sociedad. Por mencionar un ejemplo (el más emblemático), el poder de la religión católica durante siglos en conjunto con todos los imperios del mundo. Aún la iglesia católica junto a los judíos, tienen una gran deuda con la humanidad por haber sido los actores intelectuales del asesinato del Maestro Jesús de Nazareth, a quien curiosamente todos los años los cristianos veneran su nacimiento y honran su muerte; es decir, ellos mismos lo persiguieron, lo mataron y ahora cada año lo celebran. Su sadismo y perversión son denigrantes. El dinero que perciben anualmente solo por estas festividades es inimaginable, producto de esa enajenación a la que sometieron a la humanidad. Si bien es cierto, como decía Marx, que la infelicidad del hombre lo empuja a asirse a un Dios y que solo se liberará de ésta cuando cambien sus condiciones socioeconómicas que lo amarran de un ser superior que todo lo puede, también es cierto, que ante esta realidad los cristianos (de manera ignorante o consciente), justifican la explotación del hombre por el hombre y se niegan a salir de su estado de confort por temor a cambiar radicalmente a otro sistema más humano, ya que es el único que han conocido. Máxime si sus líderes religiosos han vilipendiado a otro sistema, como el socialismo, porque según ellos los izquierdosos están lejos de dios, que luchan contra dios, son ateos, son hijos del demonio. Cuando en realidad, se está en contra del dios que ellos crearon para engañar, de quienes utilizan a Dios en contra del hombre mismo.
Si ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica, como lo señaló Salvador Allende en el año 1972, en México; entonces ser socialista y religioso, al mismo tiempo, es una contradicción revolucionaria. Que me disculpen los camaradas que piensan distinto, o si soy muy radical, pero no se puede seguir alimentando al pueblo de los dogmas que ayer le impuso el capitalismo, a través de un estado forajido como es la iglesia (todas), para seguir alimentando a una sociedad burguesa que diariamente oprime, extorsiona y humilla para subyugar a un pueblo, en nombre de dios y seguir clocando todo en bandeja de plata para que nos sigan jodiendo. No se puede estar con Dios y con el diablo al mismo tiempo. En este caso, el diablo es el capitalismo y Dios es el socialismo, la vía hacia la verdadera comunión (el comunismo). Si no quieren creer que Dios es lo humano, la vida, el amor, la solidaridad, el bienestar común, el compartir la mesa; entender que cuando tu casa sea mi casa, tus hijos sean mis hijos, tu pan sea mi pan, entonces no hemos podido entender qué es el socialismo; por lo tanto deslastrarnos de todo aquello que nos impide ir hacia los derroteros de la verdadera sociedad humanista, hacia la suprema felicidad y bienestar social. Si seguimos rindiendo culto a estas imposiciones, al mismo tiempo ser puerta fácil para el enriquecimiento de quienes están detrás de cada religión y el incremento de más pagodas para captar más seres adormecidos, tarde o temprano, tendremos un Estado dentro de otro Estado, la institucionalización de la iglesia como estructura de poder dentro de un gobierno, tal cual Brasil, cuyo presidente se hizo gracias al apoyo de la iglesia evangélica. Lo más peligroso de esto, será luego, la instauración de una educación retrógrada, dogmática y hostil para su pueblo, que puede generar más apego, ignorancia, resistencia a los cambios y la imposibilidad de ir hacia lo trascendental como Ser Humano.
El dogmatismo, el sectarismo, las religiones, deben ser combatidas, la lucha ideológica debe llevarse hacia niveles superiores; previamente mediante la discusión en todos los niveles para esclarecer más no para imponer determinadas posiciones o posturas. Los revolucionarios no podemos permanecer indiferentes ante el oscurantismo y el embrutecimiento de las masas trabajadoras, del desconocimiento de la realidad en la que aún tal vez estén los campesinos, estudiantes, amas de casa y los hacedores de cultura. El PSUV, el Gran Polo Patriótico, los consejos comunales, todos los movimientos progresistas, el mundo entero, deben combatir la religión con la práctica revolucionaria, con la lucha de clases, como lo manifestó Lénin. Las masas oprimidas de acuerdo a sus necesidades de rebelarse ameritan un guía, no solo puede ser un Dios, sino hombres y mujeres líderes verdaderamente libres que puedan conducir a las masas, no ser parte de esta aberración que nos impusieron porque nunca avanzaremos. En una revolución socialista la religión es uno de los tantos obstáculos a vencer en la construcción de este paradigma. El Ché Guevara manifestaba que ser revolucionario es querer cambiar nosotros mismos, cuando ´la revolución se corresponda con la utopía de una sociedad justa dispuesta a ser sensible, ecuánime, honesta, solidaria, deslastrarse de los vicios propios del capitalismo (ego, avaricia, oportunismo, la mentira, la injusticia, la idolatría, el uso de artilugios para lograr objetivos, en fin). Es atender la raíz de las expresiones sociales, no a las superficiales; es exigir la renuncia a las ilusiones correspondientes a su estado presente, es exigir la renuncia a una situación que necesita de ilusiones.
Licenciada en Administración
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