martes, 25 de diciembre de 2018

El Metro y compañía

Laura Antillano.- Tengo más de tres horas sin electricidad, lo que cualquier venezolano ya considera una condición normal de los últimos tiempos. Progresivamente nos hemos adaptado a las faltas, porque el ser humano es un animal de costumbres y la sobrevivencia cumple su tarea en esta cotidianidad sin pausas.
Comenzamos por señalar que lamentamos enormemente la despedida del periodista Pérez Pirela, quien señaló en esta semana su retiro del espacio televisivo. Nos resulta que esa ausencia nos pesará a muchos.
Por otro lado, recientemente nos enteramos que el Metro ahora no tiene pausa, y trabaja corrido día y noche, prestando un servicio que ha terminado por ser imprescindible dada la problemática del transporte público en la ciudad. Supimos que actualmente comienza a fabricarse en el país parte de los implementos necesarios para mantener la mecánica del Metro. Se tiene como meta lograr la autogestión al respecto, para prescindir de las importaciones.
Recordamos las incidencias vividas durante la Feria del Libro de Caracas. Todos los días nos correspondía trasladarnos desde la Plaza de los Museos hasta la Plaza Bolívar,, a pie. Pero en una de esas tardes había que apretar el paso porque estábamos atrasados para alcanzar una de las actividades que nos correspondía, y decidimos entrar al metro. Les confieso que fue una verdadera aventura, de hecho perdimos tres trenes seguidos por lo difícil que es acceder . El hecho es que quienes estábamos allí en poblada inmensa, decidimos ponernos de acuerdo y averiguando quienes iban a Capitolio hacer fila en primera, para “atacar” en el momento de detenerse el tren y entrar en cambote, tomar la delantera en las puertas correspondientes y hacer lo mismo al momento de nuestra salida. Lo que me pareció una experiencia especial, fue la risa con la que todos nos tomamos la cosa, y los avisos de: uno, dos y tres ¡ahora!, y el habernos hecho grupo tan fácil para sorpresa de quienes no esperaban una ofensiva en colectivo. Pues logramos las metas, tanto para salir como entrar, ante la enorme sorpresa de aquellos a quienes correspondía en los momentos, la acción opuesta a la nuestra. Creo que cosas así lo hacen a uno de golpe reconciliarse con la vida de esta cotidianidad que nadie nos convencerá de que resulta fácil y normal. Me pregunto si en otro país vivirán este asunto tan venezolano de sabernos reír de nosotros mismos y decirle a la vida: Pa’lante.
Laura Antillano
Escritora

No hay comentarios: