miércoles, 10 de octubre de 2018

Mi opinión sobre la muerte del concejal Fernando Albán.


*JUAN MARTORANO.
Aunque para algunos no les agrade, quiero como introducción antes de entrar en materia, hacer una última aclaratoria con respecto a mi más reciente artículo. Siempre he escrito no para complacer las opiniones, sino obedeciendo los dictados de mi razón y de mi conciencia, y expresando verdades que otros prefieren no tratar, por eso fue que escribí lo que escribí, con un título fuerte, porque lo que uno vive en la cotidianidad es fuerte.
Y, de hecho, uno siente mucha molestia, porque en estos días he vivido en toda su crudeza lo que muchos ciudadanos y ciudadanas de a pie viven. Las dificultades para el acceso a las medicinas, a alimentos, y no por uno en lo personal, ya que me considero un guerrero, sino por las personas que uno tiene en su entorno. Y uno puede constatar de todo.
Una de las cosas más sencillas, y hasta recomendaciones dadas por el propio Presidente Nicolás Maduro y otros integrantes del alto mando político y militar de la Revolución es la de denunciar a las autoridades. Eso está muy bien, pero ¿Qué hacer cuando estas autoridades solo toman nota, no hacen nada, o te “pelotean”? o peor aún ¿Y si estas autoridades están directamente implicadas y actúan en complicidad y coordinación con las mafias y mercenarios que hemos estado denunciando? Ahí está planteado un verdadero problema y dilema para muchos y muchas. Algo de eso habló nada más y nada menos que el propio Contralor General de la República, Dr. Manuel Galindo Ballesteros, por lo que urge una depuración y una revolución moral en todas las instituciones del Estado venezolano.
Pero, no es menos cierto también que debemos enfrentar un terrible problema espiritual, moral, ético y hasta cultural en nuestra población. Y no lo expresó como simpatizante de izquierda o “chavista” para los que pretendan tratar de descalificarme. Lo expreso desde la racionalidad de los que creemos en la coexistencia y convivencia entre seres humanos, aunque pensemos distinto y tengamos diversos puntos de vista. Pero, resulta inverosímil e inconcebible como la misma gente observa como se le vulneran sus derechos, y algunos tratamos de no calarnos esos abusos y de reaccionar, y la misma ciudadanía casi te lincha por “rebelarte” al orden establecido, y a no aceptar la caridad de los bandidos y mafiosos. Si bien es cierto que se requiere la depuración y adecentamiento institucional, también como ciudadanas y ciudadanos debemos revisarnos todos y todas y por mucha necesidad que tengamos, no consentir ni aceptar abusos ni la vulneración de nuestros más básicos y elementales derechos humanos.
Quiero dejar claro lo siguiente. Pese a mis fuertes críticas y señalamientos a ciertas prácticas y ejecutorias que la dirección política revolucionaria pueda tener, no le hago el juego a la burguesía ni la haré el juego a la derecha. Mi identificación con la izquierda y mi reconocimiento al liderazgo de Nicolás Maduro jamás entrará en duda. Solo que, como el mismo Hugo Chávez nos lo enseñó, soy irreverente en la discusión, pero leal en la acción. Para aquellos que puedan pensar que mis críticas pueden ser en contra del modelo de inclusión contenido en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
Luego de esta introducción necesaria, y que permita ubicarnos en contexto, ahora si entraré en la materia objeto del artículo de opinión con el que he titulado estas líneas.
Cada vez que escribo un artículo que genera algún tipo de impacto, los laboratorios de la derecha (tal vez del Mossad y de la CIA) pensando que pueden amedrentarme y que me voy a esconder, bombardean mis correos electrónicos con una serie de descalificaciones y epítetos que no voy a reproducir por aquí. Lo cierto del caso es que, pese a todo ello, uno de esos “lectores” de derecha, que se identificó con el nombre (o seudónimo) de Daniel Hernández, me formuló, luego del artículo que precede a este, lo siguiente: “interesante conocer su opinión de ¨izquierda¨ sobre la salvajada de haber torturado, asfixiado y lanzado a un opositor desde  un décimo piso de los calabozos del Sebin
Ojalá tenga el valor de escribir un artículo condenando este crímen.....
que horror lo que sucede en Venezuela. Es peor que la peor de las dictaduras de derecha....”

Pues bien, querido Daniel, si es así como realmente te llamas, gracias por darme ideas para escribir, y por eso este artículo constituye una respuesta a tus interrogantes.

Realmente me sorprende la precisión con la que aseguras que el concejal de Primero Justicia del municipio bolivariano Libertador del Distrito Capital implicado en el magnicidio en grado de frustración del pasado 4 de agosto de 2018, Fernando Albàn, asegures de una manera tan simplista que fue “torturado, asfixiado y lanzado desde un décimo piso de los calabozos del SEBIN”, me gustaría, de manera responsable, que mostrases las pruebas sobre las cuales sustentas la afirmación que señalas.

Como ser humano y de izquierda, a diferencia de ustedes, no me alegra en lo absoluto la muerte de ningún ser humano, ni simpatizante a mis ideas, ni a los que me adversan, así abracen el fascismo como forma de vida. Pero las verdades deben ser expresadas, de la manera más objetiva, con comprobación de hechos, más allá de sesgos políticos e ideológicos.

¿No sé si sabes Daniel que la confesión en nuestro ordenamiento jurídico tiene valor de plena prueba? Y tengo entendido que el concejal Albán, horas antes de su lamentable muerte, hizo importantes revelaciones a los organismos de inteligencia de nuestro país, sobre las implicaciones y la autoría intelectual del dirigente de Primero Justicia, Julio Borges, en los hechos del magnicidio en grado de frustración ocurrido en agosto de 2018, como ya te he señalado.

Una de las cosas que aprendí en el estudio de la carrera del Derecho, es a usar la lógica, y aquí cabría hacerse una interrogante: ¿A quién beneficia la muerte del concejal Albán? ¿A cuál sector le interesaba que este no hablase, si es que estuvo implicado en alguna acción en contra del Estado venezolano? Son por lo menos dos preguntas que cualquier persona sensata se haría en estos momentos.

Una de las cosas que no se pueden obviar es que nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana, nuestros cuerpos policiales y efectivos de organismos de inteligencia, sin dejar de ser profesionales en su rama, no dejan de ser seres humanos. Con ello, no todos los que trabajan en esos cuerpos armados o de seguridad profesan la ideología socialista, sino que también hay dentro de los mismos, gente que puede simpatizar con las ideas de la derecha, pese a la depuración que se ha venido haciendo de los mismos. En caso de que la muerte del concejal Albán hubiese sido producto de un crimen planificado: ¿Quién me dice a mí que pudo ser ejecutada ciertamente por efectivos del SEBIN, pero que pudieran haber sido captados por la derecha, a fin de responsabilizar al Gobierno de tal crimen?

No olvidemos el contexto en el que se da la lamentable muerte de este concejal, cuando los Estados Unidos busca impulsar y generar todas las condiciones para justificar una acción armada contra Venezuela y concretar un cambio de régimen en el país. Y este hecho les puede servir como anillo al dedo para estos inconfesables propósitos.

Igualmente, tampoco podemos olvidar que luego de la captura del hoy ex diputado (también militante de Primero Justicia) Juan Requesens, implicado en el magnicidio en grado de frustración, fue difundido un video en el momento en que a este se le hacía el reconocimiento médico forense antes de ingresarlo a la sede del SEBIN, y producto de los nervios, relajo esfínteres y se muestra su ropa interior llena de excrementos, lo cual como activista de Derechos Humanos, e independientemente que Requesens no me caiga bien, lo condeno por tratarse esto de un trato humillante y degradante a la condición humana. Pero, tampoco puedo dejar de lado las consideraciones realizadas por el Fiscal General de la República, Tarek William Saab, al señalar que la divulgación de este video era para desviar el interés de la opinión sobre los resultados de la investigación de los hechos y del crimen de la Avenida Bolívar de Caracas del pasado 4 de agosto del presente año.

Ya en las autopsias develadas, se confirma que la muerte del concejal Albán fue producto de los traumatismos producto de la caída. Incluso su propio abogado señaló que los baños y calabozos del SEBIN que poseen ventanas, se encuentran totalmente cerrados.  Lo que echa por tierra algunas tesis lanzadas por operadores comunicacionales y mediáticos vinculados con grupos y sectores de la oposición en nuestro país.

Asimismo, no se puede obviar que el propio M/G y ministro del Poder Popular para Relaciones Interiores, Justicia y Paz, Néstor Luis Reverol Torres, a través de las redes sociales digitales y medios de comunicación convencionales, señaló que se investigarían las causas de la muerte del concejal Albán. Es lo que un gobierno serio y que respeta los Derechos Humanos hace.

Pero es que también este hecho pretende incorporarse dentro de la batalla comunicacional y simbólica bajo la égida de la promoción de los Derechos Humano, pero a conveniencia y no como verdadera praxis de vida. Resulta inverosímil pensar, y hasta comparar como ya lo han hecho algunos “analistas”, la muerte de Fernando Albán, con la ocurrida con el ex parlamentario de izquierda Fabricio Ojeda, en 1966. Pero es que ni le llega de cerca, porque los contextos, la forma de ejecución, pero, sobre todo, la determinación de responsabilidades y las sanciones no tienen en lo absoluto puntos de aproximación.

Evidentemente ante la falta de ideas, de propuestas por parte de los sectores de derecha en el país para poder acceder al poder por la vía electoral, requieren de un hecho desencadenante, con el fin de tomarlo como “bandera” para poder acumular fuerzas y poder activar movilizaciones, con el fin de poder impulsar y desarrollar un accionar subversivo como parte de la conformación de un frente interno, que se articule con las presiones internacionales, para lograr el derrocamiento del actual Primer Mandatario Nacional, Nicolás Maduro Moros.

Si algo tengo claro, es que al presidente Maduro se le puede acusar y criticar de todo, menos de que es una persona autoritaria y que apoye la violación de Derechos Humanos en el país. No se hizo durante el gobierno del Comandante Chávez, y no se ha hecho, se hace ni hará durante la gestión del Presidente Obrero, más allá de las responsabilidades individuales de algunos funcionarios de la FANB o de cuerpos de seguridad e inteligencia que puedan cometer crímenes de esas características, pero jamás como una política de Estado en materia de seguridad.

Esa es pues, mi opinión y mi pronunciamiento con respecto a la muerte del concejal Fernando Albán.

¡Bolívar y Chávez viven! ¡Y sus luchas y la Patria que nos legaron siguen!
¡Hasta la Victoria Siempre!
¡Independencia y Patria Socialista!
¡Viviremos y Venceremos!
*Abogado y Analista Político, defensor de Derechos Humanos. Miembro de la Red Nacional de Tuiter@s Socialistas (RENTSOC). www.juanmartorano.blogspot.com, www.juanmartorano.wordpress.com . @juanmartorano. Facebook: Juan Martorano Castillo, IG: @juanmartorano. jmartoranooster@gmail.com, j_martorano@hotmail.com y juan_martoranocastillo@yahoo.com.ar 



Julio borges y Fernando Albán

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