Jorge Giordani
Algunos se cansan otros perseveran
pero siempre son pocos…
Aquí hay que sembrar un porvenir
no importa que sea remoto
antes que sumarse a un presente
de dignidad rastrera.
Domingo Alberto Rangel
Venezuela vive momentos definitorios de su futuro al encontrarnos ante una encrucijada producto del colapso petrolero que no termina de superar su crisis de hegemonía.
Los primeros años del proceso bolivariano con el triunfo electoral del Comandante Chávez en diciembre de 1998, y el inaudito esfuerzo de voluntad que terminó en una inmolación personal, a través de una política social de inclusión basada en la distribución de la renta petrolera, no pudo concluir la consolidación de un nuevo bloque histórico que incluyera la acción de un Estado-gobierno estableciendo una base permanente orientada hacia la construcción de una sociedad basada en la lógica del metabolismo del trabajo, esto es el socialismo.
De hecho, luego de definida la dinámica de un proceso de colapso del capitalismo rentístico venezolano, por parte de los acuciosos estudios realizados por el Profesor Asdrúbal Baptista, desde finales de la década de los setenta del Siglo XX, la rebelión popular de febrero de 1989 denominada el ¨Caracazo¨, las rebeliones militares del año 1992, y todo el esfuerzo realizado durante los tres lustros del gobierno bolivariano conducido por el Comandante Chávez hasta su desaparición física el 5 de marzo de 2013, no se ha podido superar la Crisis Orgánica, como Crisis de Hegemonía que subyace en la sociedad venezolana.
Esa lucha entre fuerzas, por un lado, las que pretenden mantener los privilegios de la Cuarta República iniciada en 1958 luego del derrocamiento del régimen de Pérez Jiménez e instalación del Pacto de Punto Fijo, y por el otro, la irrupción de un movimiento bolivariano impulsado por sectores nacionalistas de la Fuerza Armada venezolana, con el apoyo del pueblo y de fuerzas progresistas, no ha podido consolidar hasta los momentos un nuevo Bloque Hegemónico que afiance por un lado los éxitos alcanzados durante tres lustros a partir de 1998, y consolide una hegemonía que le permita a su vez al proceso bolivariano profundizar y radicalizar los cambios que requiere la sociedad venezolana si de lo que se trata es de impulsar un desarrollo de las fuerzas productivas que supere el colapso rentístico por un lado, y modifique las relaciones de producción enrumbadas a superar las contradicciones de un Estado petrolero, de una instalada ¨rentalatria¨ o más realmente definida como ¨Renta Patria¨ sujeta y dependiente de una renta de los hidrocarburos que nadie produce pero que todos quieren poseer, cultura esta que permea hasta los tuétanos de cualquier venezolano.
Imbuidos en esta Crisis de Hegemonía que no termina de definir un rumbo definitivo en las actuales circunstancias históricas de crisis estructural del metabolismo del capital, lo que se requiere es la definición de una estrategia ofensiva que oriente la construcción de un nuevo bloque histórico popular y revolucionario, dado que de no tender hacia la conformación de un liderazgo político colectivo que surja las bases mismas del pueblo venezolano, las perspectivas a nivel de la encrucijada en la cual nos encontramos pudieran presagiar hipótesis cuando menos difíciles de controlar y mantener lo que han sido los avances alcanzados por el proceso bolivariano.
Debemos actuar antes de que sea demasiado tarde y se agudice la Crisis de Hegemonía que cunde y estremece la superficie y las profundidades de la tierra bolivariana. O serán entonces ciertas aquellas premisas que planteó Carlos Marx y que para el proceso bolivariano no se han terminado de cumplir: primero, que ninguna sociedad se pone tareas para las cuales las soluciones a ellas no existan aún las condiciones necesarias y suficientes o ellas al menos no se encuentren en vía de aparición o de desarrollo, o segundo, es aquello que ninguna sociedad se disuelve o puede ser sustituida si antes no se han desarrollado todas las formas de vida que se encuentran implícitas en sus relaciones.
Acertar de manera determinística los planteamientos anteriores, estaría dejando de lado, la subjetividad de los procesos, sus particularidades históricas, el legado de su propia idiosincrasia, la posibilidad del devenir de sus contradicciones, y el futuro abierto a la construcción de una sociedad que viniendo de la superación de sus elementos internos, de lo que hemos ubicado como la crisis estructural del metabolismo del capital, la tesis sostenida por István Mészáros, como teoría de la transición, de un metabolismo basado en el trabajo, esto es precisamente el socialismo posible, el posible para Venezuela, con su patrimonio histórico, sus luchas independentistas para no irnos más allá en su génesis ancestral, en sus raíces que se pierden en el tiempo. Y cómo estamos hablando de una Patria Grande, la que soñaron los Libertadores, no es solamente Venezuela la involucrada en esta construcción de futuro, ni en el ámbito de la América toda, ni tampoco en el de las luchas universales por esa utopía realizable posible.
Antes de terminar queremos dejar la siguiente reflexión de Bertolt Brecht, en relación a la verdad y lo que implica su defensa:
…¨…Quién hoy pretenda combatir la mentira y la ignorancia y escribir la verdad, debe superar, cuando menos, cinco dificultades. Debe tener el valor de escribir la verdad, aunque en todas partes la sofoquen; la sagacidad de reconocerla, aunque en todas partes la desfiguren; el arte de hacerla manejable como arma; el juicio de escoger aquellos en cuyas manos resultará más eficaz; la maña de propagarla ante éstos. Tales dificultades son grandes para quienes escriben bajo el fascismo, pero existen también para los desterrados o prófugos y son válidas hasta para los que escriben en los países de la democracia burguesa…¨…
Ex-ministro de Planificación.
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