Luisana Colomine
Aquel día vi en vivo el talk show que nos tenía preparado la Organización de Estados Americanos. Lo vi por Internet, a través de un canal de esos de youtube donde han empleado a periodistas venezolanas que, irónicamente, privilegiaban a los voceros y voceras "antivenezolanos".
Mientras observaba las imágenes, los elegantes salones, las flores, los trajes de los asistentes, evocaba las palabras de Chávez sobre la inutilidad de ese organismo y entonces busqué en la web alguna información sobre cuánto nos cuesta mantener esa cosa.
La OEA consume actualmente un presupuesto de 84,8 millones de dólares que salen del PIB de los 34 países miembros. Imagínense, con los problemas económicos y sociales que tenemos en nuestra América, encima hay que apartar un porcentaje ¡para que Luis Almagro se compre sus corbatas!.
El que más aporta (of course) es Estados Unidos, con 59% de la cuota, (le siguen Canadá, México, Brasil, Argentina y Chile) pero desde 2013 "el imperio" venía sacándole el cuerpo al asunto al considerar entonces que la OEA era "inoperante" y que no tenía sentido gastar tanto en una organización que discute temas "sin relevancia". Incluso en 2016 se abstuvo en la votación propuesta por Luis Almagro para incrementar las cuotas en un 3% (Venezuela y Bolivia lo rechazaron, junto a Brasil, Canadá, El Salvador y Nicaragua).
No obstante Mr. Mike Pompeo, de plácemes como estaba en la última sesión, reconoció (ahora sí) que la OEA necesita más atención y comprometió a su país a ser más "generoso".
No obstante Mr. Mike Pompeo, de plácemes como estaba en la última sesión, reconoció (ahora sí) que la OEA necesita más atención y comprometió a su país a ser más "generoso".
Claro, esa posición tan altruista obedecía a que durante la 48 Asamblea General se esperaba un nuevo golpe contra Venezuela. Aquí un pequeño inciso para decir que a nosotros nos toca una cuota de 2,1% y tenemos, por cierto, una deuda gigante, más de 8 millones de dólares. ¿Nos iremos con la cabuya en la pata?
Los cabildeos de EEUU y el llamado grupo de Lima eran evidentes para arreglar una votación con la cual se pretendía liquidar a la revolución bolivariana. De modo que se alteraron procedimientos y se apuraron resoluciones, tal como lo advirtió el canciller de San Vicente y Las Granadinas, Camilo Gonsalves cuando dijo que "el derecho internacional es muy importante para los pequeños estados y el procedimiento porque si no fuera por ello no existiríamos".
Y allí estaba Colombia (que le aporta a la OEA menos que Venezuela, 1,3%) con su flamante representante, María Ángela Holguín, una de las más activas. Sostuvo no menos de 12 minireuniones buscando forzar una posición con países que aún no tenían decisión sobre Venezuela. Sin mucha paciencia para la prensa, con el rostro cansado, sudoroso y pálido, desaliñada y sin el glamour de otros tiempos, cuando era "panita" de Nicolás Maduro y de Hugo Chávez, la también ex embajadora de Colombia en Venezuela, fue pieza clave en el fuerte lobby estadounidense.
Las dos veces que el canciller venezolano, Jorge Arreaza, intervino para responder a su discurso lastimero y quejumbroso, de cómo han recibido a millones de migrantes venezolanos que son un peligro sanitario para "la región", ella, como buena santanderiana, se retiró del salón y nos recordó al "por qué no te callas" del hoy maltrecho Rey de España.
"No me vaya a responder que ustedes han atendido a muchos colombianos eso lo sabemos y siempre le hemos agradecido las puertas abiertas que tuvo Venezuela en la década de los 60 70 y 80" dijo Holguín dirigiéndose a Arreaza. Pero no lo escuchó en su réplica. Salió del salón y se encerró unos minutos en el tocador de damas (adonde la siguieron las periodistas venezolanas a quienes espantó con un dejo de fastidio) porque las palabras del joven diplomático le dolían en los oídos y le laceraban la conciencia.
Quizás pensó que ya termina el gobierno de Santos y la guerra en su país (más bien la "paz de los sepulcros") no cesa ni los "daños colaterales" como el asesinato de los periodistas del diario El Comercio, en la frontera con Ecuador, cuya responsabilidad no han querido compartir con el gobierno entreguista de Lenin Moreno; ella, María Ángela, preocupada por los muertos de las guarimbas en Nicaragua, aunque en Colombia siguen matando líderes sociales y continúan apareciendo fosas comunes donde, según la Fiscalía colombiana, han hallado más de nueve mil cadáveres, un horror solo comparado con el Holocausto nazi o a la barbarie de Pol Pot en Camboya.
Ese día ella se despidió de la OEA pero pese a tanto esfuerzo no pudo entregar la tarea completa a su verdadero jefe, Mike Pence. Por eso desde esta tierra de gracia le decimos: Adiós, María Ángela, no pudiste con Venezuela. Nos toca ahora librar nuestra propia guerra aquí adentro…
Profesora de géneros periodísticos y periodismo de investigación en la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV). Comunista.
@LuisanaC16
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