Juan Manuel Karg
El presidente electo de Argentina, Mauricio Macri,
pateó el tablero regional al convertirse en el primer exponente de la
“nueva derecha” latinoamericana en acceder al gobierno de su país, algo
que aún no pudieron hacer Henrique Capriles (Venezuela), Aécio Neves
(Brasil), Mauricio Rodas (Ecuador) y Luis Lacalle Pou (Uruguay), los
otros exponentes de este espacio político aún en conformación. Esto, más
allá de significar un cambio concreto en la actual correlación de
fuerzas -que aún sigue teniendo un fuerte peso de líderes de extracción
nacional-popular, progresistas y de izquierda- también abre discusiones
nuevas en el plano regional, donde Macri apuntará, tal cual dijo, a
intentar converger con la Alianza del Pacífico, pretendiendo asimismo
avanzar en un acuerdo de libre comercio con la Unión Europa.
Hay un punto adicional de la propuesta de
Macri que ha tomado carácter público reiteradas veces en las últimas
semanas: la posibilidad de aplicar la denominada “cláusula democrática”
del Mercosur a
la República Bolivariana de Venezuela. Aquí hay varias cuestiones a
repasar, ya que el tema ha dado lugar a diversos debates en nuestros
países. En primer lugar, dar cuenta que sólo la
interrupción del orden democrático en un país del bloque permite aplicar
dicha normativa. Un ejemplo claro, concreto, fue el Paraguay de
Federico Franco, quien tras el “golpe parlamentario” a Fernando Lugo fue
retirado del Mercosur por el resto de los integrantes, retornando tras
la votación que consagró a Horacio Cartes como presidente.
Luego hay otro punto a
atender: más allá de la opinión que se pueda tener sobre la política
interna de Venezuela, y sobre los hechos que determinaron la prisión de Leopoldo López tras
las violentas “guarimbas” de la oposición en 2014, nadie puede dudar
que el país caribeño realizó 19 elecciones desde la llegada de Hugo
Chávez al poder, ganando en 18 oportunidades. Este es un dato objetivo,
refrendado por observadores internacionales que, invitados por el
oficialismo y la oposición, pueden dar cuenta de aquello. Y ahora aquel
país se apronta a ir a elecciones legislativas el
próximo 6 de diciembre, con todas las miradas de la región (y muchas
del mundo) posadas sobre Caracas, en una elección que, salga como salga,
tendrá repercusiones tanto internas como externas.
Ahora bien, ¿encontró Macri apoyo en el
resto de los países del Mercosur para avanzar en una hipotética
aplicación de la “cláusula democrática” que permita separar a Venezuela
del bloque? La respuesta es, por el momento, no. El primero que se
posicionó contra la propuesta del presidente electo fue Uruguay, quien a
través de su canciller Nin Novoa expresó que “estamos lejos de una
alteración en el orden democrático en Venezuela”. A su vez, Brasil
espera que Macri no lleve el tema a la próxima cumbre del Mercosur -que
se llevará a cabo el 21 de diciembre en Asunción- tal como afirma el
periodista Marcelo Falak, especializado en la relación Argentina-Brasil,
en un reciente artículo publicado en su blog. Allí Falak cuenta que el
canciller brasilero Mauro Vieira, en su visita a la Comisión de
Relaciones Internacionales del Senado de Brasil días atrás, manifestó
que hay que esperar las próximas elecciones en Venezuela y que “no se
puede juzgar a priori” lo que allí suceda.
Y Paraguay, que podría ser el “socio
natural” de Macri en su aventura, también se mostró, a priori, con un
apoyo más bien tibio. Si bien su canciller, Loizaga, dijo que va a
“tomar nota” de la propuesta en relación a Venezuela, también afirmó
estar “convencido” de que las elecciones venezolanas “se van a realizar
en el marco legal, aprovechando la participación general de todos los
ciudadanos y el respeto a los resultados”, tal como declaró a los medios
de comunicación. Es decir: Macri no ha encontrado, por el momento,
ningún apoyo explícito a su pedido.
En este punto, entonces, surge el
interrogante sobre como seguirá el tema. Diversos analistas dan a
entender que lo que busca el presidente electo argentino con estas
declaraciones es mostrar su apoyo a la Mesa de Unidad Democrática (MUD),
que buscará arrebatarle al PSUV la mayoría legislativa en la Asamblea
Nacional (diputados y senadores) en una elección que será voto a voto.
De acuerdo con esa lectura, Macri no seguiría con su propuesta una vez
que pase aquella elección. En definitiva, Brasil espera que las palabras
no se concreten, para no afrontar el “dolor de cabeza” que significaría
tener que rechazar la propuesta argentina, principal socio comercial
del país conducido por Dilma Rousseff.
Las propias elecciones del 6D en Venezuela, junto a la asunción de
Macri -con las responsabilidades institucionales que ello implica tras
la verborragia de la campaña-, serán elementos que permitirán comprender
mejor si la propuesta del presidente electo argentino es viable o no.
Por el momento, hasta el propio Paraguay pone paños fríos sobre el tema.
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