Andreína Alzuru
En el proceso bolivariano han sido varias las emboscadas que la derecha
venezolana, apoyada por el imperio norteamericano y otros gobiernos
interesados como el de España, Colombia y Chile, han dado en nuestra
patria, para eliminar los cambios a favor del pueblo venezolano. En tal
sentido se hace necesario explicarle a nuestro pueblo el grado de
miseria humana de la que es capaz esta derecha reaccionaria, a la que no
le importa para nada el sufrimiento del pueblo a causa de sus
arremetidas. Al contrario, parecería una actitud sádica, pero muy bien
calculada de quienes ejecutan todo tipo de atentados contra el pueblo
para que éste voltee su apoyo al proceso revolucionario
La primera emboscada fue la mediática incluso antes de que Hugo Chávez ganara las elecciones de 1.998. Los medios de manipulación social se encargaron de lanzar todo tipo de campañas contra Chávez colocándolo como un golpista, violento, autoritario, vengativo para colocar al pueblo, que estaba cansado de los gobiernos adeco-copeyanos, contra quien se asomaba como la alternativa ante los 40 años de malos gobiernos punto-fijistas. Sólo recordemos el sonido que pusieron a circular entonces donde un imitador de la voz del comandante exclamaba que "freirían en aceite la cabeza de los adecos". Esa fue una emboscada que no tuvo éxito, pero que prefiguraba lo que sería la vida política del comandante. Muestra también de la miseria humana a la que hacemos referencia
Otra de las emboscadas fue el golpe de Estado del 11 de abril de 2002 en contra del presidente constitucional de Venezuela, Hugo Chávez Frías, que, acompañado del sabotaje económico, tuvo profundas consecuencias que afectaron la calidad de vida de la población venezolana. Como producto de la arremetida golpista, se registró la pérdida de más de 500.000 empleos, incremento de la pobreza, cierre de pequeñas y medianas empresas y comercios así como el desabastecimiento de productos esenciales para la vida como los alimentos, medicinas, gas y combustible. En ese entonces ubicamos el paro petrolero-empresarial, aprovechando la nobleza del Comandante cuando previamente había perdonado a los gerentes de la PDVSA meritocrática y de oposición al gobierno bolivariano. Acá a la derecha no le importó el nivel de sufrimiento al que sometió al pueblo, mientras trataban de hacer ver que era responsabilidad de Chávez.
La última (que no será la última y de ello debemos estar conscientes) es que Venezuela vive en la actualidad una guerra económica liderada por poderosos sectores empresariales vinculados con la extrema derecha, nacional e internacional, que ejecutan un plan contra la estabilidad del Estado y del pueblo venezolano a través del desabastecimiento inducido, la venta de sobreprecios, la especulación de precios y la neurosis colectiva que busca crear descontento, caos y desestabilización en la población al esconder los productos de primera necesidad, alimentos, y medicamentos.
Las enormes colas de venezolanos en procura de los productos que le han sido escamoteados donde observamos a mujeres embarazadas, mujeres con sus pequeños niños en busca de pañales desechables, mujeres desesperadas tratando de obtener toallas sanitarias, jabones de baño, detergentes, medicinas y una veintena de productos escondidos son la expresión más grande de la miseria humana capitalista. No les importa para nada lo que ocurra siempre que puedan lograr el derrocamiento del Presidente Nicolás Maduro. Ante esas emboscadas y esa miseria humana debemos profundizar en la formación ideológica de nuestro pueblo, pero a la vez garantizar que los productos le lleguen sin necesidad de someterlo al escarnio de las colas. Ante la miseria humana, solidaridad popular.
El pueblo, el gobierno y la Fuerza Armada tienen la palabra y la acción.
La primera emboscada fue la mediática incluso antes de que Hugo Chávez ganara las elecciones de 1.998. Los medios de manipulación social se encargaron de lanzar todo tipo de campañas contra Chávez colocándolo como un golpista, violento, autoritario, vengativo para colocar al pueblo, que estaba cansado de los gobiernos adeco-copeyanos, contra quien se asomaba como la alternativa ante los 40 años de malos gobiernos punto-fijistas. Sólo recordemos el sonido que pusieron a circular entonces donde un imitador de la voz del comandante exclamaba que "freirían en aceite la cabeza de los adecos". Esa fue una emboscada que no tuvo éxito, pero que prefiguraba lo que sería la vida política del comandante. Muestra también de la miseria humana a la que hacemos referencia
Otra de las emboscadas fue el golpe de Estado del 11 de abril de 2002 en contra del presidente constitucional de Venezuela, Hugo Chávez Frías, que, acompañado del sabotaje económico, tuvo profundas consecuencias que afectaron la calidad de vida de la población venezolana. Como producto de la arremetida golpista, se registró la pérdida de más de 500.000 empleos, incremento de la pobreza, cierre de pequeñas y medianas empresas y comercios así como el desabastecimiento de productos esenciales para la vida como los alimentos, medicinas, gas y combustible. En ese entonces ubicamos el paro petrolero-empresarial, aprovechando la nobleza del Comandante cuando previamente había perdonado a los gerentes de la PDVSA meritocrática y de oposición al gobierno bolivariano. Acá a la derecha no le importó el nivel de sufrimiento al que sometió al pueblo, mientras trataban de hacer ver que era responsabilidad de Chávez.
La última (que no será la última y de ello debemos estar conscientes) es que Venezuela vive en la actualidad una guerra económica liderada por poderosos sectores empresariales vinculados con la extrema derecha, nacional e internacional, que ejecutan un plan contra la estabilidad del Estado y del pueblo venezolano a través del desabastecimiento inducido, la venta de sobreprecios, la especulación de precios y la neurosis colectiva que busca crear descontento, caos y desestabilización en la población al esconder los productos de primera necesidad, alimentos, y medicamentos.
Las enormes colas de venezolanos en procura de los productos que le han sido escamoteados donde observamos a mujeres embarazadas, mujeres con sus pequeños niños en busca de pañales desechables, mujeres desesperadas tratando de obtener toallas sanitarias, jabones de baño, detergentes, medicinas y una veintena de productos escondidos son la expresión más grande de la miseria humana capitalista. No les importa para nada lo que ocurra siempre que puedan lograr el derrocamiento del Presidente Nicolás Maduro. Ante esas emboscadas y esa miseria humana debemos profundizar en la formación ideológica de nuestro pueblo, pero a la vez garantizar que los productos le lleguen sin necesidad de someterlo al escarnio de las colas. Ante la miseria humana, solidaridad popular.
El pueblo, el gobierno y la Fuerza Armada tienen la palabra y la acción.
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