Carola Chávez.
¡Van contra Zara los chavistas marginales! -Tuiteaban desde el sector más disociado de la oposición. El gobierno chavista había metido el dedo en la más dolorosa llaga: sus símbolos de status, y con una sombra de igualdad caótica amenaza con derrumbar una estructura fundamental de su existencia clasemediera: la distinción.
Con más miedo que rabia y con una originalidad deslumbrante, decía una muchacha llamada Maryelys: "El mono aunque se vista de Zara, mono se queda". Entonces, como en Twitter la gente cuelga sus fotos, me metí a jurungar las suyas. Con tristeza vi a una morenita de pelos domados por la tenecidad de una plancha, de esas que uno ve en cualquier calle, en cualquier autobus o en el Metro. Esa muchacha escupía la rabia que, más al este del Este le escupen a ella otras muchachas que se creen todavía más blanquitas.
Y es que la gente como Maryelys siente que al cubrirse de Zara entierran su origen. Ellos necesitan que haya pobres para no parecerlo tanto. Zara al alcance de todos, diría Maricori, los iguala para abajo.
Otros auguraban un colapso económico si Zara cerraba sus tiendas en Venezuela. Defensores del derecho a especular pero dar empleo de Amancio Ortega, dueño de Zara y, peor, uno de los tres hombres más ricos del mundo, o sea ¡Qué pena con ese señor!, ¡Qué imagen damos al mundo!
Pocas veces vi un estallido de clasismo tan descarnado, tan impúdico, tan autodenigrante, todo por una marca de ropa barata que un rico les vendió a precio de estafa, un símbolo de status de pacotilla para sus vidas de ídem.
Y es que los símbolos de status son sagrados, claro, hasta que pasan de moda. Por eso, en lugar de enfurecerse con Amancio, se ponen de su lado cual si fuesen su mismísimos herederos. Es que ellos son Zara porque sin Zara ellos creen que no son nada.
"Si Zara se va de Venezuela yo me iría demasiado" fue el clamor de estos desorientados. Pues no hagan las maletas, muchachones, porque un zorro como Amancio Ortega jamás se iría de un país cuya gente tiene el poder adquisitivo para vaciar el inventario de todas sus tiendas en un solo día. Amancio perdiendo gana, y gana a costa de los bolsillos de quienes creen que vistiendo su marca se parecen más a Amancio y menos a quienes realmente son.
Con más miedo que rabia y con una originalidad deslumbrante, decía una muchacha llamada Maryelys: "El mono aunque se vista de Zara, mono se queda". Entonces, como en Twitter la gente cuelga sus fotos, me metí a jurungar las suyas. Con tristeza vi a una morenita de pelos domados por la tenecidad de una plancha, de esas que uno ve en cualquier calle, en cualquier autobus o en el Metro. Esa muchacha escupía la rabia que, más al este del Este le escupen a ella otras muchachas que se creen todavía más blanquitas.
Y es que la gente como Maryelys siente que al cubrirse de Zara entierran su origen. Ellos necesitan que haya pobres para no parecerlo tanto. Zara al alcance de todos, diría Maricori, los iguala para abajo.
Otros auguraban un colapso económico si Zara cerraba sus tiendas en Venezuela. Defensores del derecho a especular pero dar empleo de Amancio Ortega, dueño de Zara y, peor, uno de los tres hombres más ricos del mundo, o sea ¡Qué pena con ese señor!, ¡Qué imagen damos al mundo!
Pocas veces vi un estallido de clasismo tan descarnado, tan impúdico, tan autodenigrante, todo por una marca de ropa barata que un rico les vendió a precio de estafa, un símbolo de status de pacotilla para sus vidas de ídem.
Y es que los símbolos de status son sagrados, claro, hasta que pasan de moda. Por eso, en lugar de enfurecerse con Amancio, se ponen de su lado cual si fuesen su mismísimos herederos. Es que ellos son Zara porque sin Zara ellos creen que no son nada.
"Si Zara se va de Venezuela yo me iría demasiado" fue el clamor de estos desorientados. Pues no hagan las maletas, muchachones, porque un zorro como Amancio Ortega jamás se iría de un país cuya gente tiene el poder adquisitivo para vaciar el inventario de todas sus tiendas en un solo día. Amancio perdiendo gana, y gana a costa de los bolsillos de quienes creen que vistiendo su marca se parecen más a Amancio y menos a quienes realmente son.
Periodista y escritora. Autora del libro "Qué pena con ese señor" y co-editora del suplemento comico-politico "El Especulador Precóz". carolachavez.wordpress.com
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