miércoles, 5 de junio de 2013

Maduro, el hombre de las circunstancias.

IRAIDA VARGAS ARENA / MARIO SANOJA

 

El  Presidente Comandante Hugo Chávez nunca dio puntada sin dedal. Su intelecto privilegiado y su inmensa capacidad para presentir el curso que tomarían los eventos históricos en el futuro lo llevó a proponer al PSUV la candidatura de Nicolás Maduro  a la Presidencia de la República… “Si algo me llegara a suceder…”
El comandante sabía que su destino estaba sellado y presentía igualmente la cascada incontenible de amenazas contra el proceso bolivariano que desencadenaría su muerte prematura, no solo las promovidas por el imperio sino también las promovidas por la inmadurez ideológica y política de muchos camaradas que dicen defender la Revolución.
Pretender que el socialismo se puede construir en un solo país, particularmente en un país como el nuestro, que conserva una fuerte impronta neocolonial, es ilusión; si bien el 52% de los venezolanos y venezolanas apoya conscientemente el proceso revolucionario, un 48%  conserva una mentalidad muy neocolonizada por los antivalores del capitalismo; consideran  estos que es mejor vivir sometidos a la dictadura de la burguesía con tal de conservar la esperanza de, algún día, ser también millonarios como en el concurso de televisión. De nada les vale conocer la horrible desgracia social, la miseria que ha impuesto el capitalismo neoliberal a los pueblos  de Europa, o sin ir más lejos al pueblo colombiano, al chileno, al hondureño, al mexicano y al mismo pueblo de Estados Unidos, entre otros. Cada una de esas individualidades espera incorporarse a ese 1% de la población que disfruta,  se enriquece y prospera a costa de la miseria del 99% restante.
La ausencia de verdaderas políticas de Estado en el campo de la Cultura, la Educación y la Comunicación, es decir conscientemente diseñadas y ejecutadas para descolonizar la mente de los ciudadanos y ciudadanas, y no solo no para ganar unas elecciones, favorece el aumento de la votación contrarevolucionaria. La ausencia de una definición clara de la praxis socialista  que debemos ejecutar, del método de lucha para lograr ese objetivo, ha impedido que hasta ahora se logre una  gestión orgánica de gobierno.
El Programa de la Patria plasma la propuesta socialista que nos planteó el Comandante Chávez, pero carecemos todavía de una propuesta sobre las prácticas que definan el modo y las maneras de lograr la transición al socialismo. Hay ministros que diseñan sus planes de gobierno pensando más en su pequeño conuco burocrático que en la totalidad de la Revolución. Es necesario a este respecto reconocer la organicidad de la misión para el combate de la delincuencia emprendida por el Ministro Ramírez Torres con el apoyo de la Fuerza Armada Bolivariana. La violencia es un problema social, cultural y económico cuya expresión fenoménica es el delito público. Una misión de misiones debería ser organizada para darle coherencia social y cultural a esa política pública.
La oposición, tanto la golpista como la derecha llamada democrática, adolece de una grave falla conceptual que es producto de su origen histórico. Desde el siglo XVIII hasta el presente la  burguesía venezolana, en sus diversas encarnaciones, se ha contentado con ser un simple apéndice del sistema capitalista mundial. Su objetivo ha sido y es hacer dinero para beneficio personal sin pensar en el bienestar colectivo del pueblo al cual consideran como su siervo o su esclavo. La burguesía mantuana concibió la Independencia, como un negocio. Una vez lograda esta, los idealistas como Simón Bolívar que la concibieron e hicieron realidad esa Primera Independencia, estorbaban. Por eso triunfa Santander en Colombia e impone un régimen colonial interno, de opresión y dictadura de clase, que solo ha sido refutado con éxito por la acción de las FARC-EP y el ELN. Por eso también triunfan Páez y la camarilla de generales latifundistas e imponen su República Liberal Burguesa que fue y es refutada por el pueblo revolucionario, comenzando con la gesta del General de Hombres Libres, Ezequiel Zamora, y culminando, por ahora, con el Comandante de Hombres y Mujeres Libres, Hugo Chávez Frías.
Quisiéramos llamar a la reflexión, si ello es posible, a los camaradas que de manera oportunista o inconsciente, organizan de buena fe en sus microcosmos revolucionarios pequeñas guerrillas mediáticas y/o burocráticas. En este momento el proceso revolucionario bolivariano se ha debilitado con la muerte de su líder supremo, hay que actuar con solidez revolucionaria El Comandante Chávez, no obstante su estilo de gestión personalista ejercido durante largos años, al final de su vida reconoció la necesidad de organizar un liderazgo colectivo, plural, un repliegue táctico para conservar posiciones estratégicas donde el accionar de las primadonnas en lugar de aclarar, oscurece el horizonte.
Demos su oportunidad al camarada Nicolás Maduro quien, en menos de los 100 días de gracia que se le conceden usualmente a los presidentes para juzgar su gestión ha demostrado, como dice la conseja popular, ser flexible como el junco y sólido como el roble, condiciones necesarias para enfrentar esta arremetida mundial del imperio que está dispuesto a jugarse el todo por el todo para detener su declinación.
Las directivas del liderazgo colegiado político militar  han logrado desactivar la fase de insurgencia delictiva  aupada por  la ultraderecha fascista de Primero Justicia y su impresentable dirigente Capriles Radonsky, quien cuenta también con el apoyo público de la ultra derecha fascista colombiana capitaneada por el sátrapa Uribe Vélez. No  debemos olvidar que este siniestro e irresponsable personaje, Capriles, cuenta con apoyo electoral tanto de buena parte de los venezolanos de origen colombiano, cuyo voto se manifestó abrumadoramente a favor de Capriles en los comicios del 14 de Abril pasado, así como también de  los colombianos ilegales -muchos de ellos paramilitares y reservistas del ejército colombiano que podrían  constituirse en ejército mercenario cuando llegase el Imperio decidiese montar un plan de intervención tipo Libia o Siria. Dicho ejercito paramilitar–eventualmente- seria cínicamente bautizado entonces por  los medios de la ultraderecha imperial como “combatientes de la libertad”. Pero serian derrotados por nuestra unidad cívico-militar.
Por el bien de nuestra revolución es necesario hacer análisis descarnados de la realidad sociopolítica que estamos viviendo, reconociendo lo  bueno, tratando de reformar lo que pueda ser reformado, rechazando lo inútil y pernicioso y actuando en función de un solo objetivo: la Revolución Social.

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