lunes, 9 de julio de 2012

Oh, the humanity!

 



36 personas murieron trágicamente el 6 de mayo de 1937 cuando se incendió el zeppelín Hindenburg con 97 personas a bordo. Herbert Morrison, conductor de un programa radial de variedades, narraba la llegada del aparato, de un modo rutinario, frívolo, porque el Hindenburg regresaba a Nueva York luego de un periplo por los Estados Unidos, en promoción de la empresa Zeppelin Company. El dirigible explotó y el tono de la narración cambió instantáneamente. Morrison, exaltado, describía los hechos y de pronto lanzó su poético grito “Oh, the humanity!” '¡Oh, la humanidad!', que ha quedado en las letras de habla inglesa como signo de impotencia ante una catástrofe en curso.
Igual podríamos gritar ahora viendo cómo Europa salta en pedazos y no vemos ni cerca ni lejos una salida a la que algunos que saben señalan como su más catastrófica estafa financiera. Es como ver un vehículo que se despeña, no hay modo de detenerlo, la gente grita inútilmente, el precipicio aún no termina, oh, the humanity! Mariano Rajoy niega todo lo que unos días después hace. No va a pedir ayuda, pide ayuda; no va a tocar las pensiones, la educación, la salud, toca las pensiones, la educación, la salud.
Así gritaba la gente de izquierda en Venezuela cuando el pueblo votaba masivamente por la derecha, como en Europa ahora. Votaba así porque no había real alternativa y el electorado se neurotizó y votaba por AD contra Copei y por Copei para castigar a AD, para no hablar de los fraudes tipo mexicano de «acta mata voto». Era desesperante, niños. Las cosas cambiaron para siempre.
Ahora sé de dónde salió tanta gente tan malvada (ya sé, el adjetivo es pálido). Sale del capitalismo. En España, por ejemplo, hay operaciones bancarias para detectar cuentas de personas indefensas, con discapacidad o muy ancianas, para imponerles sin avisar una hipoteca tóxica. Obviamente no pueden pagar y así les quitan los ahorros de la vida. Las dejan en la calle a conciencia, deliberadamente, para que las hojas Excel cuadren. ¿Cómo puede haber gente así? ¿Qué concurso de circunstancias llevan a alguien a comportarse de esa manera? Es horrible ser víctima de tal acción, pero también es horrible infligirla, convertirse en alguien capaz de esa maniobra miserable económica y moralmente porque por ahí podemos colegir el resto de su conducta.
Hace décadas Nestlé convenció a las mujeres de toda la humanidad de que su leche no era buena para sus bebés. Regalaban un pote de fórmula «maternizada», el bebé se acostumbraba al biberón y ya no aceptaba el pezón materno. Una vez en casa las madres pobres no tenían para comprar la fórmula, por lo que debían rendirla con lo que fuere. El niño se desnutría. Pobre, la madre no tenía fuente de energía para hervir el agua. Desnutrición, gastroenteritis, muerte. ¿Quién pudo diseñar ese plan diabólico? El capitalismo genera el conjunto de circunstancias lleva a alguien a planear algo así, conscientemente. El Diablo existe y es humano, demasiado humano.
Podríamos enumerar más infamias como para escribir una segunda parte de la Historia universal de la infamia, de Jorge Luis Borges. No hace falta. Mira las noticias y decide el 7 de octubre.
roberto.hernandez.montoya@gmail.com

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