lunes, 30 de julio de 2012

Ojo con las encuestas.


 


Quisiera llamar la atención sobre las últimas encuestas que dan sólida ventaja a Hugo Chávez frente a Capriles Radonski. Realizadas en momentos similares, se supone que recogen la opinión de los electores y si la muestra, el trabajo de campo y su procesamiento están bien hechos, deberían, en lo fundamental, coincidir. 

Se estima que son suficientes 1.500 personas, seleccionadas tomando todos los factores demográficos y socioeconómicos. Por supuesto, la mitad deben ser mujeres, distribuidas geográficamente: Zulia y Miranda, por ser las jurisdicciones más pobladas, tendrán la mayor cantidad de encuestados, etc. 

Lo más difícil es seleccionar según la posición socioeconómica; entre los de más alto nivel (A), residentes en La Lagunita y el Country Club, por ejemplo, se escogerá 1% de la muestra de 1.500, es decir, quince; de la clase inmediatamente inferior (B), 6,5%; de los tres segmentos de la clase media: alta, media y baja (C), 13,35%; de sectores populares, obreros, etc., 35,73%, y, finalmente, del sector de pobreza crítica, desempleados, etc. 43,35%, unos 645. (Esa estructura de la población venezolana es de Fundacredesa, luego de largos estudios, y debe haber sufrido algunos cambios, de relativa importancia). 

Las encuestas deben hacerse en hogares. Imagínense a un encuestador tocando el timbre en una mansión de Valle Arriba o de La Lagunita, o convenciendo a un vigilante en el Country Club para que le dejen entrar. Difícil, pero no riesgoso como el acceso a barrios como Las Quintas, de la Cota 905, o en El Guarataro. Existen otros métodos de consultar la opinión de la gente: por teléfono, y por intercepción de los potenciales encuestados en la calle, plazas, etc. Pero sólo cuando se hace en hogares es posible verificar los resultados. 

Interrogantes. Para facilitar los cálculos, suponemos que el electorado es de 20 millones, una ñinguita por encima de la cantidad real, de lo que se deduce que el 10% son dos millones, y el uno por ciento, 200 mil.

Lo primero que salta a la vista es la coincidencia en casi todas las mediciones en asignar a Capriles porcentajes similares (31-32), que en números absolutos significan un pelín mas de seis millones. La excepción es GIS XXI, que lo baja a 23%. (cuatro millones 600 mil). Grande la diferencia. ¿Dónde está la verdad? También sobresalen Ivad e Hinterlaces, por la similitud de sus resultados. 

Detengámonos un momento en Datanalisis; la brecha es de 15% (tres millones es una amplia ventaja), pero Chávez no llega al 50%, mucho menos de lo que obtuvo en 1998, en su primera elección (56,7%). Existirían mas de cuatro millones de indecisos (23%), que a estas alturas no saben por quién votar, o no votarán, suponiendo, como es lógico, que quienes tengan intención de votar por alguno de los otros cinco candidatos y candidatas, sea un número insignificante. ¿Cómo se repartirán entre los dos candidatos? ¿Lo harán proporcionalmente, según quienes se definieron? ¿O seguirán la tendencia de sumarse al ganador? Según Consultores 30-11, los indecisos son apenas uno de cada diez: dos millones, la mitad de los estimados en Datanalisis. Una de las dos debe estar equivocada, o las dos, si la abstención se aleja de esos porcentajes. 

Veamos otros contrastes significativos. Mientras en Datanalisis Chávez aparece con 46% (más de nueve millones) en Consultores 30-11 se eleva a 58,6% (unos 12 millones); la diferencia es de tres millones: 12,6%. Es evidente que las dos no pueden estar reflejando la verdad de la votación chavista, aunque sorprendentemente coinciden en el 31% para Capriles. ¿Cómo explicarlo?

Observen como dos encuestadoras, Ivad e Hinterlaces, coinciden en la intención del voto por uno y otro candidato; Consultores 30-11 y GIS XXI tienen porcentajes similares por Chávez, y una de ellas, Datanalisis, sólo coinciden en el 31% a Capriles, pero se diferencia sensiblemente en la intención del voto a Chávez. ¿Por qué?

Como pueden deducir de la observación de los últimos resultados de esas cinco encuestadoras se desprenden importantes diferencias, contradicciones e interrogantes. Que los responsables de esas empresas deberían aclarar. 

El retiro del sistema

La decisión de retirarse del Sistema Interamericano de los Derechos Humanos se veía venir; estaba anunciada desde que el Presidente informó la creación del Consejo de Estado, que tendría ese estudio como primera misión. Sus integrantes siguen a la espera. El caso es que se aprovechó la reciente sentencia de la Corte que condenó al Estado venezolano por privar de libertad a Raúl Díaz Peña, quien aquí está sentenciado como responsable de las bombas que estallaron en misiones consulares de España y de Colombia. Lo absuelven y ¡obligan a Venezuela a pagarle 15 mil dólares por poner esas bombas!

Ustedes me dirán si esos organismos (la Corte y la Comisión) no proceden políticamente. Desde 1998, cuando fue electo Chávez, ha dictado 14 sentencias por supuestas o reales violaciones a los Ddhh. En ese mismo período, la Cidh fue el único organismo internacional que reconoció al gobierno golpista de Carmona, y se cuentan por decenas sus resoluciones sobre las igualmente presuntas o falsas violaciones a la libertad de expresión. En todos los 40 años de la IV República, la Cidh sólo sentenció en el caso de la masacre de El Amparo. No existieron las masacres de Yumare y de Cantaura, ni los centenares de muertos durante el Caracazo.

Se ha dicho que ahora los venezolanos no tienen una entidad interamericana que los proteja. ¿Y? Lo que estamos es siguiendo el ejemplo de EEUU, que escapa a la jurisdicción de esos organismos, y no es porque en ese país no se violen los derechos humanos. Basta señalar las torturas en su prisión de Guantánamo. A cambio de esa ausencia, el Gobierno de EEUU les da sede y los financia. Otra vez tiene razón José Martí cuando afirmó: "Quien paga, manda".

Eleazar Díaz Rangel

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