Rubén Márquez
Editor – Trivia
El secreto está en el algoritmo
Tal y como recogía un informe de la UNESCO, el auge en las campañas de desinformación en redes sociales, a menudo impulsadas por los propios partidos políticos, generan una nube de desinformación destinada a que, a través del miedo y la inseguridad, los jóvenes Gen Z terminen cayendo en discursos que buscan reforzar estereotipos y socavar avances en materia de igualdad de género.
El sesgo de negatividad y las redes sociales
Lo lógico sería pensar que ponerte de mala leche frente a según que mensajes te impulsaría precisamente a apartarte de ellos, especialmente en una generación tan preocupada con su propia paz mental, pero lo cierto es que a nivel psicológico funciona justo al revés. Es una debilidad que los algoritmos no han tardado en aprender a explotar.
Según apuntaba un estudio de la UAB, los algoritmos de las redes sociales favorecen el contenido polémico en busca de lo que se conoce como sesgo de negatividad. La idea detrás del concepto es la misma que busca explicar a nivel psicológico por qué nos obsesiona más que una persona nos diga que somos feos pese a haber otras 100 diciéndonos justo lo contrario de la forma más positiva posible.
A nivel emocional y psicológico, los sucesos de naturaleza negativa terminan impulsando un mayor peso que los positivos o los neutrales. Estamos programados para intentar darle la vuelta a esa situación, para intentar luchar contra esa negatividad, lo que implica que frente a un mensaje de ese carácter tengamos mayor disposición a contestar que frente a otro que no resulta agresivo, ofensivo o polémico.
En busca de más interacciones y una mayor implicación en la plataforma, ya sea repasando lo que se contesta a esos mensajes y sumando más tiempo en ella, o colaborando activamente a amplificar esa conversación, los algoritmos persiguen esos discursos de odio para promoverlos de forma automatizada y generar conversación. Una trampa en la que, inevitablemente, los jóvenes parecen caer con más fuerza.
Apoyados por el efecto troll, la posibilidad que ofrece internet de sumarse a esos discursos de forma anónima y ser recompensados por ello en forma de validación y pertenencia a un grupo, lo que podría limitarse a pensamientos intrusivos con los que no necesariamente se está de acuerdo al 100%, termina convirtiéndose en una excusa para elevarlos aún más y hacer que la rueda de odio siga girando.
Por qué la Generación Z es más vulnerable a esos algoritmos
La idea de la validación externa, clave para el desarrollo personal durante la adolescencia y la juventud temprana, motiva que los jóvenes se agarren a mensajes simplificados que ofrezcan respuestas claras y concisas a problemas que, en realidad, resultan mucho más complejos.
Ver reforzadas ciertas actitudes, en lo que a todas luces es una cámara de eco que poco o nada tiene que ver con el mundo exterior, consiguen que sean más propensos a reforzar ciertos ideales y valores. El machaque de las redes sociales frente a esa negatividad, impulsando aquellos mensajes que resultan más polémicos, refuerza a menudo la idea de que ese discurso es en realidad el más extendido y, por tanto, el que hay que seguir para formar parte del grupo.
El miedo a quedarse fuera es innato, por lo que buscar culpables entre los jóvenes de la Generación Z sería un claro error. Ese sentimiento, sumado a la necesidad de validación que aportan likes y comentarios compartidos, hacen que a menudo caigan en dinámicas que ni siquiera tenían interiorizadas.
Precisamente por esa tendencia cada vez más clara entre los jóvenes, nativos digitales acostumbrados a vivir en sus redes sociales y verse más profundamente afectados por esos mensajes, iniciativas como la de Troll Patrol de Amnistía Internacional busca valerse de nuevas herramientas digitales para intentar mitigar su impacto.
De la mano de una inteligencia artificial encargada de identificar patrones en los mensajes, Troll Patrol monitoriza las redes en busca de esos discursos de odio para intentar atajarlos antes de que se propaguen de forma viral. Un trabajo que debería recaer en las manos de las propias redes sociales para frenar la tendencia de la Generación Z pero que, como ya hemos visto, no parece entusiasmarles demasiado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario