Hacer camino al andar hacia un nuevo orden mundial, identificado por estos lares como Socialismo del Siglo XXI, requiere un esfuerzo sostenido para descolonizar nuestras mentes plenas y repetidoras de narrativas y falsas verdades “universales” urdidas por la civilización occidental capitalista/supremacista marcadora de nuestro andar por caminos tortuosos que no responden a nuestros intereses sino a los de los poderes imperiales que nos han dominada desde fines del siglo XV. Encarnados desde mediados del siglo pasado, por el imperio estadounidense.
Esfuerzo que pasa por reconocer con humildad muestra profunda colonización mental personal y colectiva, compañera inseparable de la relación de dominación/explotación cultural y material impuesta inicialmente por los invasores europeos y posteriormente modernizada, profundizada y consolidada en la desigualísima relación de nuestra Venezuela petrolera con el imperio estadounidense y sus cómplices.
Relación recientemente interrumpida por la puesta en práctica de más de 900 medidas coercitivas unilaterales urdidas por los grandes conglomerados trasnacionales, las élites estadounidenses y los capos mandantes en la Comunidad Europea con el propósito de obligarnos a desistir de nuestro empeño en andar construyendo caminos patrios, tal como lo hicieran los protagonistas de nuestra primera independencia y el Comandante Chávez.
También tenemos que reconocer que por ahora la concepción y el desarrollo del proceso descolonizador de los venezolanos está, y previsiblemente continuará estando por algunos años más, en manos de decolonizadores/colonizados. Lo cual no debe desanimarnos, pero sí hacernos conscientes de lo complicado que resulta desmontar y sustituir la visión del mundo ajena hecha propia. Naturalizada y replicada de generación en generación por la familia, el sistema educativo, la institucionalidad cristiana, la industria y los medios omnipresentes inductores del consumo de tangibles e intangibles enajenantes.
Artillería pesada del enemigo que ya estamos contrarrestando en la reconstrucción de nuestra historia, la producción y desarrollo de conocimiento y tecnologías adecuadas a nuestras necesidades reales, la auto revisión de la dinámica de los comuneros… y que podríamos, sin mayor costo, con algunas acciones más, entre ellas:
- La expansión del proceso descolonizador al área comunicacional con el fin de dar un vuelco a la formación de comunicadores y de evitar que quienes laboran en los medios públicos se dejen llevar tan fácilmente por el Colón que todos llevamos dentro.
- La instrumentación de un programa de nominalización orientado a: reactivar el espíritu comunitario y el sentido de pertenencia y orgullo propio de los vecinos de sectores populares que tiende a diluirse en los urbanismos de la GMVV, y a despertar ese mismo espíritu entre infantes de preescolar y cursantes de los primeros años de educación básica, aún no atrapados de un todo por las garras del águila modernizadora.
- El incremento de la producción y captación de contenidos revolucionarios y de su difusión y debate en centros educativos, cines, teatros, salas, plazas, demás espacios públicos y redes.
En fin, mucho trabajo por delante.
Quien descolonice mejor, buen descolonizador será Ufffff
Venceremos
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