Maryclen Stelling
Reflexionando en torno a las posibilidades de reencuentro,
reconocimiento y diálogo en la coyuntura política actual, arribamos al
terreno de la digitalización, afectividad, política y democracia.
El marco político imperante en el país promueve una ciudadanía afectivamente politizada, valorativa y emotivamente polarizada. Política, experiencia social y afectividad coinciden, se funden y confunden en un todo integrado que alberga sujetos afectivos sometidos a la influencia de sus sesgos cognitivos, emociones, sensaciones y simpatías políticas. De allí la importancia de estudiar los procesos de socialización política de la ciudadanía. Profundizar en las principales vías de participación en la esfera pública; como las y los ciudadanos conocen y se relacionan con “lo público, como se movilizan, reivindican posiciones y derechos.
Es incuestionable la estrecha relación del orden político con el transpoder mediático, que emana de una sociedad en red. Indiscutible el papel de las redes sociales en la comunicación y conexión intersubjetiva y, por ende, en la ciudadanía en tanto sujetos afectivos influidos por sus emociones y sensaciones. Las redes fungen entonces como “tecnologías afectivas”, suerte de interconexión subjetiva con importante influencia sobre la acción política y la afectividad en tanto construcción social y colectiva. En el ámbito de las redes destaca la figura del “influencer”, en calidad de líder de opinión que fusiona su marca personal con mensajes de carácter político. Líderes transmediáticos, perversamente devenidos en referentes políticos que gozan de gran visibilidad, protagonismo y credibilidad en la población. Lidiamos entonces con tecnologías “intrínsecamente afectivas” con gran influencia sobre la acción política.
De allí la importancia de abordar la “digitalización de la conversación pública” y su incidencia en la ciudadanía; como participan en la esfera pública y conocen los asuntos públicos; como discuten sobre ellos y se movilizan con miras a reivindicar una u otra posición política.
A los fines del diálogo y la paz, no se debe menospreciar la afectividad colectiva en tanto construcción social que tiene lugar en el escenario digital con importantes efectos políticos polarizantes y por ende, sobre la democracia. @maryclenspp
El marco político imperante en el país promueve una ciudadanía afectivamente politizada, valorativa y emotivamente polarizada. Política, experiencia social y afectividad coinciden, se funden y confunden en un todo integrado que alberga sujetos afectivos sometidos a la influencia de sus sesgos cognitivos, emociones, sensaciones y simpatías políticas. De allí la importancia de estudiar los procesos de socialización política de la ciudadanía. Profundizar en las principales vías de participación en la esfera pública; como las y los ciudadanos conocen y se relacionan con “lo público, como se movilizan, reivindican posiciones y derechos.
Es incuestionable la estrecha relación del orden político con el transpoder mediático, que emana de una sociedad en red. Indiscutible el papel de las redes sociales en la comunicación y conexión intersubjetiva y, por ende, en la ciudadanía en tanto sujetos afectivos influidos por sus emociones y sensaciones. Las redes fungen entonces como “tecnologías afectivas”, suerte de interconexión subjetiva con importante influencia sobre la acción política y la afectividad en tanto construcción social y colectiva. En el ámbito de las redes destaca la figura del “influencer”, en calidad de líder de opinión que fusiona su marca personal con mensajes de carácter político. Líderes transmediáticos, perversamente devenidos en referentes políticos que gozan de gran visibilidad, protagonismo y credibilidad en la población. Lidiamos entonces con tecnologías “intrínsecamente afectivas” con gran influencia sobre la acción política.
De allí la importancia de abordar la “digitalización de la conversación pública” y su incidencia en la ciudadanía; como participan en la esfera pública y conocen los asuntos públicos; como discuten sobre ellos y se movilizan con miras a reivindicar una u otra posición política.
A los fines del diálogo y la paz, no se debe menospreciar la afectividad colectiva en tanto construcción social que tiene lugar en el escenario digital con importantes efectos políticos polarizantes y por ende, sobre la democracia. @maryclenspp
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