*JUAN MARTORANO.
Partir y no regresar, es sin duda el recorrido de un nuevo camino para el que se va y un gran pesar para los que se quedan...
¿Adónde irá el artista cuando muere?
¿Adónde irá el que lucho como potro sin rienda por su gloria?
Adonde, Adonde...
¿Será el átomo de futuras mentes?
¿En los anales históricos será olvido?
¿Será fulgor en la vencida tarde?
Quizá orgullo de poeta sea
Darte el postrimer adiós,
En versos recordar tu nombre
Y al creador eterno ofrecer tu alma.
Sin duda, la muerte es
uno de los fenómenos naturales que une a todos los seres humanos y hace
que nos encontremos en nuestras diferencias, no tiene prejuicios, de
modo que es capaz de arrancar la vida igual a
ricos y a mendigos. Cuando se pierde a un ser querido la sensación de
vacío es una de las más terribles que se pueda experimentar. Los pueblos
latinos somos sentimentales y melancólicos por naturaleza, seguramente,
producto de la mezcla de la furia y del sentimentalismo
negro, el tradicionalismo europeo y la magia y el respeto indígena. De
manera que somos pueblos muy apegados a la tierra, al pan y al amor por
nuestras familias, es por esta razón que la muerte es un paso doloroso
para los que se quedan añorando al que se
ha ido.
Hace una semana, y para
el momento en que escribo estas líneas, 6:24 minutos de esta mañana del
sábado 3 de diciembre de 2016, me sentaba en mi escritorio en mi casa en
Puerto Ordaz, acompañado de mis seres queridos,
cuando revisando las redes, vi la noticia de la partida a la
inmortalidad del más grande entre los grandes: Fidel Castro Ruz.
Confieso que en las
primeras de cambio no creí la noticia. No olvidemos que Fidel en esta
vida terrenal que vivió durante sus 90 años de existencia y 60 de lucha
revolucionaria, sufrió 638 intentos de acabar con
su vida, todos fracasados, y que se hablase de su muerte, no es una
noticia fácil de creer y de digerir, pero luego de leer uno de los tuits
del Presidente Nicolás Maduro y ver el video del Comandante de
Ejércitos, Raúl Castro Ruz, su hermano, fue cuando creí
en la noticia.
Pues bien, no quiero
ahondar mucho en la figura de Fidel, ya que en estos últimos días, se ha
dicho, se ha escrito y expresado mucho sobre este gran hombre. De
alguna manera, este artículo pretende reproducir
lo expresado por este servidor, en la esquina de Monjas en Caracas,
popularmente conocida como la “Esquina Caliente”, en el programa “El ADN
de la Noticia”, del pasado jueves, 1 de diciembre, donde rendimos
tributo al líder histórico de la Revolución Cubana.
Al iniciar mi
intervención, socialicé una interrogante que me hizo una bella mujer
guayanesa, muy válida, y que confieso retumbo en mi cabeza durante
varios minutos. Me señalaba esta camarada: “Fíjate Juan que
hay muchos jefes de Estado en la Plaza de la Revolución en Cuba,
algunos, cipayos del imperio que fueron con la misión de ver el cadáver
de Fidel y comprobar que estuviese bien muerto. Fidel señaló en su
última voluntad que una vez que falleciese, fuese cremado,
pero, no nos consta que eso haya sido verdad, y si ¿Fidel Castro no
estuviese muerto?”
“¿No será que Fidel no
murió sino que anda escondido por ahí, esperando el 28 de diciembre para
gritarle a los cipayos mayameros: Cayeron por inocentes, y de paso se
aparezca tomando de la mano al Comandante Supremo
y Eterno de la Revolución Bolivariana, nuestro invencible Hugo Chávez”.
Lo cierto del caso, que
si esta reflexión de esta guayanesa cuyo corazón es más grande que el
macizo de esa región fuese cierta, pueden tener la plena seguridad que a
más de un enemigo de nuestras revoluciones
le daría un patatús.
Pero no es ni mentira
esta afirmación, puesto que Fidel y Chávez se hicieron ahora infinitos,
inmortales e indestructibles. Ambos, grabaron sus nombres en nuestros
corazones y no en una fría lápida de mármol.
Ellos vivirán en el aire, en el agua, en la educación, en la salud, en
el trabajo y en todos aquellos y en todas aquellas que luchan porque
nuestros pueblos se enrumben definitivamente hacia destinos mejores.
Ese mismo 1 de
diciembre, junto a varios compañeros, compañeras, hermanos y hermanas de
lucha, fui a la embajada de Cuba, en Chuao, municipio Baruta, donde
pude firmar el libro de condolencias que abrió la embajada
de ese hermano país, por la partida física del camarada Fidel. Quiero
permitirme en estas líneas, compartir lo que le escribí al camarada
Fidel, que seguramente lo leerá junto a mi Comandante Chávez, desde el
infinito donde ambos ya están:
“Porque morir por la
Patria es vivir, y como lo señaló nuestro panita Alí Primera, los que
mueren por la vida no pueden llamarse muertos, ¡Hasta Siempre Comandante
de todos los tiempos! Padre de revolucionarios
y revolucionarias”. Luego de mi firma, y viendo su retrato , colocado
en la embajada, hice el saludo militar, cuadrándomele firme,
estreché la mano de algunos de los funcionarios de la embajada
allí presentes, incluyendo la del embajador Rogelio Polanco, dándole mis
condolencias, y continúe mi camino.
Lo cierto del caso es
que, Fidel Castro no sólo que la historia lo absolvió, sino que tuvo el
privilegio de muy pocos revolucionarios de que sus enemigos jamás
pudieron tener una fotografía de su cadáver, ni siendo
velado ni mucho menos caído en combate. Se retorcerán por muchos siglos
que jamás pudieron doblegarlo.
Incluso, el mismo Fidel
tuvo hasta la dicha de elegir el momento de su partida a la
inmortalidad, puesto que, como ya lo han expresado varios analistas, la
hora de su fallecimiento coincidió casi con la partida
que él y 81 hombres más hicieron hace 60 años en una pequeña
embarcación llamada Granma, desde México, para ir a liberar a Cuba, que
en ese entonces era considerada la casa de citas de los gringos.
También hemos podido
observar como algunos se frotan las manos, luego del fallecimiento de
Fidel, pensando que Cuba volverá a épocas ya superadas. Demuestran,
estos supuestos “analistas” que no han entendido a
Cuba, su proceso revolucionario y su enorme capacidad de resistencia y
de heroísmo. Fidel preparó su partida con muchísima anticipación, y
preparó al pueblo a lo que tenían que hacer en caso de que el
físicamente no estuviera, consciente él de los riesgos
y amenazas que existían sobre su persona, hasta el punto de designar un
sucesor, y ese sucesor, su hermano Raúl, ha estado a la altura de las
circunstancias que le ha tocado vivir. Así que la Revolución Cubana es
tan dura como el macizo guayanés, y es indestructible.
También tratarán de
alejar la figura de Fidel junto a su pueblo, pero tampoco ahí podrán,
porque Cuba seguirá unida a Fidel como Venezuela sigue unida a Chávez y a
su legado.
Ya a punto de culminar
las exequias del Comandante de Comandantes, del padre de revolucionarios
y revolucionarias, no quería que las mismas culminen sin que de parte
de este humilde servidor, dedicar algunas líneas
a un hombre de la talla y la estatura de Fidel Castro Ruz.
Sin duda, también hay
muchos temas y análisis que realizar sobre la coyuntura política
venezolana, pero eso espero poder retomarlos en los próximos días. Así
que pendientes.
¡Fidel, Fidel! ¿Qué tiene Fidel? ¡Que los imperialistas no pueden con él!
¡Bolívar y Chávez viven, y sus luchas y la Patria que nos legaron siguen!
¡Hasta la Victoria Siempre!
¡Independencia y Patria Socialista!
¡Viviremos y Venceremos!
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