Carola Chávez
Por una noche en el año, una solita, gracias al cielo, la familia se reúne en torno a la mesa, gracias al cielo también por la mesa, que sirve de muro, que sirve de escudo…
Decorada con bambalinas y flores de tela y velas, y esas servilletas de papel de Santa Claus que la abuela Sofía recicla cada año, “que no las usen, que se manchan, miren la que le tocó a Bea, tiene la mancha de mostaza que le dejó el irresponsable de Carlos en 2005, y ahí se queda, porque yo no voy a botar mis servilletas, que esas ya no se consiguen…”
Y van llegando, la tía Elena a la cabeza, poniendo orden sobre el orden que ya había puesto la abuela Sofía, y empiezan las tradicionales miradas y puyas venenosas. El Tío Carlos pasa agachado al jardín evitando el regaño, maldita la hora que se limpió la boca con esa servilleta de mierda. Lo ataja el abuelo que también está escondido, pero de la tía Elena y su tensiómetro que definirán si esa noche el viejo tomará vino o agua mineral.
Los primos, Rafaél, Juan y Víctor, van directo al sofá a contar los minutos para que den las 12 y salir pitando a la fiesta de los Luján. Eso sí es un fiestón. “Mijitos, ¿y ustedes no saludan?” –reclama la abuela. “…dición” -arrastran las sílabas como arrastran los pies…
Llegó la tía Claudia con esas medias negras de malla que horrorizan a Elena, “esas no son fachas para celebrar el nacimiento del niño Dios”… Claudia apretadita al tío Julio que desde ya se tambalea. “¿Y ustedes no trajeron nada?” -Tira su puya Elena. “Trajimos la alegría, el baile y la belleza… Ah, y una torta de tres pisos que encargué en La Petit Four para poner también la dulzura”. Ponchada, Elena estrujó con rabia un trozo de pan de jamón que tenía en la mano, al punto que las pasitas, hechas puré, se escurrieron entre sus dedos. “¡Papá, donde carajo estás que hay que tomarte la tensión!” Gritó, cambiando de blanco.
Nosotras lo buscamos, tía –dicen las primas Ada y Bea evitando así besar a sus primos, que son un catálogo de acné…
¡A comeeeer! ¡No toques mis servilletas, irresponsable!… ¿Tú como que estabas bebiendo sin tomarte de tensión? Ni pendejo que fuera… ¡Ay, se me enganchó la media!, ¡jejeje, bien hecho!…¡Prima bellaaaa!, ¡multiplícate por cero, gafo!… ¡Foto pa´l Facebook!, ¡sonrían, say cheese!… ¡Apúrate, coño!… ¡Clic! ¡Feliz Navidad!
Por una noche en el año, una solita, gracias al cielo, la familia se reúne en torno a la mesa, gracias al cielo también por la mesa, que sirve de muro, que sirve de escudo…
Decorada con bambalinas y flores de tela y velas, y esas servilletas de papel de Santa Claus que la abuela Sofía recicla cada año, “que no las usen, que se manchan, miren la que le tocó a Bea, tiene la mancha de mostaza que le dejó el irresponsable de Carlos en 2005, y ahí se queda, porque yo no voy a botar mis servilletas, que esas ya no se consiguen…”
Y van llegando, la tía Elena a la cabeza, poniendo orden sobre el orden que ya había puesto la abuela Sofía, y empiezan las tradicionales miradas y puyas venenosas. El Tío Carlos pasa agachado al jardín evitando el regaño, maldita la hora que se limpió la boca con esa servilleta de mierda. Lo ataja el abuelo que también está escondido, pero de la tía Elena y su tensiómetro que definirán si esa noche el viejo tomará vino o agua mineral.
Los primos, Rafaél, Juan y Víctor, van directo al sofá a contar los minutos para que den las 12 y salir pitando a la fiesta de los Luján. Eso sí es un fiestón. “Mijitos, ¿y ustedes no saludan?” –reclama la abuela. “…dición” -arrastran las sílabas como arrastran los pies…
Llegó la tía Claudia con esas medias negras de malla que horrorizan a Elena, “esas no son fachas para celebrar el nacimiento del niño Dios”… Claudia apretadita al tío Julio que desde ya se tambalea. “¿Y ustedes no trajeron nada?” -Tira su puya Elena. “Trajimos la alegría, el baile y la belleza… Ah, y una torta de tres pisos que encargué en La Petit Four para poner también la dulzura”. Ponchada, Elena estrujó con rabia un trozo de pan de jamón que tenía en la mano, al punto que las pasitas, hechas puré, se escurrieron entre sus dedos. “¡Papá, donde carajo estás que hay que tomarte la tensión!” Gritó, cambiando de blanco.
Nosotras lo buscamos, tía –dicen las primas Ada y Bea evitando así besar a sus primos, que son un catálogo de acné…
¡A comeeeer! ¡No toques mis servilletas, irresponsable!… ¿Tú como que estabas bebiendo sin tomarte de tensión? Ni pendejo que fuera… ¡Ay, se me enganchó la media!, ¡jejeje, bien hecho!…¡Prima bellaaaa!, ¡multiplícate por cero, gafo!… ¡Foto pa´l Facebook!, ¡sonrían, say cheese!… ¡Apúrate, coño!… ¡Clic! ¡Feliz Navidad!
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