Carola Chavez
Paco, el españolito, llega del trabajo -por fin tiene trabajo luego de cinco larguísimos años en el paro-, después de cumplir sus 13 horas con un receso al mediodía para comerse alguna cosita, trece horas cada día porque está en “período de prueba”, una forma de torcer todavía más los derechos de los trabajadores. Trece horas cada día durante dos meses, a ver si sirve, a ver si resiste, a ver si al final se gana un contrato fijo. Rara vez se los ganan, rara vez el patrón quiere soltar la manguangua del período de pruebas, de la desesperación que lleva al trabajador a dejarse despojar a cambio de la esperanza de un contrato. Paco llega agotado y enciende el televisor.
Pasan un programa de variedades con un panel divertidísimo que monta una fiesta frente al sofá donde Paco desparrama su cansancio. Actores, cantantes, futbolistas, comediantes, súbditos de la España que no sufre, súbditos de los medios que pretender tapar con luces, cámaras y acción la realidad de las calles de Paco. A toda hora, sea el programa que sea, Paco verá una figura bien (des)conocida: Un presidente que gobierna con chandal (mono deportivo) de bandera, un presidente “hortera”, ordinario, porque los presidentes usan corbatas y eso lo debe saber Paco, que trabaja en mangas de camisa.
Maduro y Venezuela están en el fútbol, el programa de concursos, la tertulia de farándula, la comedia, el noticiero -por supuesto- y el programa de cocina, porque, en España, Maduro y Venezuela están hasta en la sopa.
Bajo la espada de Damocles de una hipoteca siempre punto de ejecutarse, con la tele encendida, Paco se sienta a cenar con a su hija que no será doctora porque no pueden pagarle la universidad; con la Yaya que, con los 600 euros de su pensión, aporta la mitad del ingreso familiar; con su esposa, que sigue en el paro. Hablan sobre Venezuela horrorizados, y no oyen, no ven, que en España la banca reportó ganancias ooootra, en plena crisis. No ven que el gobierno anunció nuevos recortes, dos mil millones menos para Paco y los españoles, no ven que aumentó la deuda pública al 100% del PIB, ni ven la podredumbre de corrupción y encubrimiento que chorrea desde el Rey para abajo. No lo oyen, no lo ven, pero lo sienten sin saber por qué. Lo que saben, eso sí, es que Maduro es un dictador que no usa corbata.
Paco, el españolito, llega del trabajo -por fin tiene trabajo luego de cinco larguísimos años en el paro-, después de cumplir sus 13 horas con un receso al mediodía para comerse alguna cosita, trece horas cada día porque está en “período de prueba”, una forma de torcer todavía más los derechos de los trabajadores. Trece horas cada día durante dos meses, a ver si sirve, a ver si resiste, a ver si al final se gana un contrato fijo. Rara vez se los ganan, rara vez el patrón quiere soltar la manguangua del período de pruebas, de la desesperación que lleva al trabajador a dejarse despojar a cambio de la esperanza de un contrato. Paco llega agotado y enciende el televisor.
Pasan un programa de variedades con un panel divertidísimo que monta una fiesta frente al sofá donde Paco desparrama su cansancio. Actores, cantantes, futbolistas, comediantes, súbditos de la España que no sufre, súbditos de los medios que pretender tapar con luces, cámaras y acción la realidad de las calles de Paco. A toda hora, sea el programa que sea, Paco verá una figura bien (des)conocida: Un presidente que gobierna con chandal (mono deportivo) de bandera, un presidente “hortera”, ordinario, porque los presidentes usan corbatas y eso lo debe saber Paco, que trabaja en mangas de camisa.
Maduro y Venezuela están en el fútbol, el programa de concursos, la tertulia de farándula, la comedia, el noticiero -por supuesto- y el programa de cocina, porque, en España, Maduro y Venezuela están hasta en la sopa.
Bajo la espada de Damocles de una hipoteca siempre punto de ejecutarse, con la tele encendida, Paco se sienta a cenar con a su hija que no será doctora porque no pueden pagarle la universidad; con la Yaya que, con los 600 euros de su pensión, aporta la mitad del ingreso familiar; con su esposa, que sigue en el paro. Hablan sobre Venezuela horrorizados, y no oyen, no ven, que en España la banca reportó ganancias ooootra, en plena crisis. No ven que el gobierno anunció nuevos recortes, dos mil millones menos para Paco y los españoles, no ven que aumentó la deuda pública al 100% del PIB, ni ven la podredumbre de corrupción y encubrimiento que chorrea desde el Rey para abajo. No lo oyen, no lo ven, pero lo sienten sin saber por qué. Lo que saben, eso sí, es que Maduro es un dictador que no usa corbata.
No hay comentarios:
Publicar un comentario