miércoles, 30 de marzo de 2016

Escupiendo para arriba

Carola Chávez.


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Justo antes de que llegara la Semana Santa, las cámaras de turismo, comercio, y empresas de Nueva Esparta denunciaron que gente sin escrúpulos llevaban a cabo una “guerra sucia” contra nuestra región. El ataque tenía como finalidad sabotear la temporada de vacaciones desviando hacia otros destinos el turismo que todas las temporadas abarrota nuestras islas.
La campaña consistía en asegurar que Margarita está en la carraplana: Sin luz, sin agua, sin comida, sin cerveza, sin ferrys, sin vuelos, sin nada. Un peladero de chivo insular, sin chivos, una isla post apocalíptica, encontraría el turista incauto que llegara a visitarnos.
Al parecer la campaña estaba surtiendo efecto y, al ver las reservaciones mermadas, los distintos gremios reaccionaron condenando por todos los medios aquel rosario de mentiras.
Los voceros de Consecomercio y Fedecámaras, los mismos que han dedicado los dos últimos años a declarar, donde quiera que haya un micrófono, que, culpemeduro, el puerto libre está en quiebra, que no hay comida, que no hay “el tradicional queso de bola”, no hay nada que vender, nada que comprar, que no hay cómo prestar servicios, que no hay agua, que no hay luz, no hay papel toilet, que las reservaciones caen -aunque no cayeron-, que no hay vuelos, ni ferrys, que no hay nada, que sálvese quién pueda; ahora rechazan una fulana campaña sucia que no es más que su propio escupitajo al cielo.
Yo vengo siguiendo sus sombrías declaraciones a la prensa. Antes de cada temporada, auguran cifras terribles. Después de la temporada, como quien no quiere la cosa, admiten que “no todo fue tan malo”, siempre dejando en el aire su certeza de que las siguientes vacaciones sin van a ser un desastre. Un metódico trabajo de hormiguita para desacreditar al gobierno, que terminó desacreditando a nuestras islas.
No sé cuáles serán las cifras de esta temporada. Lo que sí sé es que este año, por primera vez desde que vivo en Margarita, me han llamado amigos para preguntarme si deberían arriesgarse a venir a pasar sus vacaciones en esta isla que, según, se está cayendo a pedazos.
A todos les conté la verdad: que hay sequía, pero tenemos agua, racionada, como casi siempre en esta isla “toda rodeada de agua” salada. Que los hoteles tienen sus piscinas llenas, lo mismo que los edificios playeros. Que hay luz a pesar de la sequía. Que no hay cortes programados ni cortes inesperados, que esa situación ha mejorado notablemente y que hay que reconocerlo. Que en ese sentido, no hay por qué dejar de visitarnos.
Claro, que luego les tuve que decir que se olviden de hacer compras, que se ahorren el fastidio de tener que cargar hasta tierra firme productos que aquí les van a costar igual o mas caro que allá donde viven. Algo de lo que nunca se quejan los amigos de Consecomercio, of course.
También les dije que las playas están hermosas, que el clima, más playero imposible: Sol brillante y brisa fresca en la nochecita. Que no pueden dejar de ver lo bella que están poniendo a playa El Agua, juntos, el gobierno y los empresarios y comerciantes de la zona. Que es una maravilla que apenas comienza y que espero que se extienda por toda esa franja costera.
Finalmente les dije que si yo me fuera de vacaciones, me quedaría en Margarita.
Algunos me escucharon y ya han empezado a llegar a la isla. Otros, me acusaron de fanática, chavista, tarifada y ciega, y decidieron optar por algún otro destino. El escupitajo cayó.

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