Luis Britto García
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“¿Quién soy?” es la pregunta básica a partir de la cual se
constituyen una persona o un pueblo. Pero la vía hacia el conocimiento es
transmutar la cuestión en “¿Quiénes somos?” Nadie es por sí solo.
Nuestro ser se forma y se transforma en la relación con los otros. Nuestras
interrogantes sólo encuentran respuesta cuando inquirimos quiénes fuimos y
quiénes queremos ser. Para tal indagación la memoria y la Historia son instrumentos
inapreciables, pero sujetos a distorsiones, trampas, reinvenciones. Una parte
de nuestro pasado se ha perdido y otra se ha falsificado. Reconstituir en
forma verídica lo que aconteció es el primer paso de una expedición hacia la
plenitud individual y colectiva. Sí, el primer paso de la larga marcha hacia
el futuro es el recorrido de lo que fue.
2
¿Quiénes fuimos? El lugar común nos responderá que somos una causa
perdida, un pueblo egoísta, individualista y sin perseverancia, al que es
ilusorio pensar comprometido en proyectos comunitarios o socialistas. Los
viajes forman porque son imagen de la vida, que vale la pena en la medida en
que es incesante descubrimiento. De la mano de Iraida Vargas y Mario Sanoja
verificamos que desde el más remoto poblamiento de lo que hoy es Venezuela,
hace más de 14.000 años, nuestros antepasados vivieron en sociedades
comunitarias, solidarias e igualitarias, y que apenas en algunas de ellas
comenzaba a insinuarse alguna estratificación social. Comprendemos así el
origen de las prácticas de solidaridad rasa que todavía hoy constituyen nuestra
manera de ser como nación. Ese pasado vive en nosotros. No sólo los componentes
fundamentales de nuestra dieta, el maíz, la yuca, el ñame, siguen siendo las
especies americanas que cultivaron los pobladores originarios: la mayoría de
nuestras ciudades tuvieron su origen en poblaciones indígenas y estas
localidades determinaron la configuración de nuestro espacio territorial. Es un
verdadero placer irnos enriqueciendo en el decurso de este libro con la plétora
de datos y de hechos que en alguna forma nos constituyen. De esta travesía por
nuestro pasado salimos, como el Viejo Marino de Coleridge, más maduros y más
sabios.
3
¿Quiénes nos han dicho que somos? Acompañando a Iraida y Mario
comprobamos que desde hace medio milenio ese pueblo ha sido sometido a un
genocidio moral por invasores o explotadores que han acumulado sobre él las más
perversas descalificaciones. De la mano de los autores, que nos ofrecen
documentos irrefutables, vemos que sin embargo esa población vilipendiada ha
sido la mano de obra de la producción material, creadora de una cultura
multiforme y vigorosa, protagonista decisiva de todas las transformaciones
significativas en nuestras estructuras sociales y económicas y en nuestras
superestructuras políticas y culturales.
4
¿Cómo corregir la visión distorsionada? El lugar común postula que no
se puede cambiar el pasado. De hecho, es lo que hace constantemente cada nueva
clase explotadora cuando reescribe a su gusto y según sus intereses lo que
aconteció. También lo deben hacer las revoluciones, al investigar, reconstruir
y revalorizar la verdad liberadora. Iraida y Mario ponen en nuestras manos los
instrumentos para reconstruir una historia veraz y para convertirla en
instrumento de nuestra propia transformación. Y enfatizan una vez más la
necesidad del trabajo en el campo cultural, las vías para lograr una cultura
cada vez más consustanciada con lo que somos y por consiguiente con lo que
deseamos ser.
5
¿Quiénes seremos? La ausencia de proyecto es la muerte moral. El paseo
se convierte en marcha cuando se perfila un objetivo. Nuestras metas nos
definen. El cometido de imaginar detalladamente el futuro socialista intimidó
al propio Marx, quien evitó las fantasías del utopismo y postuló que los
trabajadores, llegado el momento, sabrían crear el nuevo orden y las
instituciones adecuadas a él. Pero la praxis es el ahora. No basta querer el
socialismo, hay que saber cuándo, cuál y cómo. El cuándo es el momento que
vivimos, el cuál es el que determinen nuestras fuerzas y condiciones reales.
Para discernir nuestro cómo, Vargas y Sanoja compendian, organizan y armonizan
las vías propuestas a través de conceptos tales como soberanía popular,
participación, comunas, sociedad comunitaria. En este libro está el plan de la Revolución
posible y necesaria. Aguafiestas imperdonable es quien cuenta las películas y
quien intenta en un prólogo agotar o resumir la riqueza de un trabajo medular
como el que tiene el lector en sus manos. Que el recorrido de sus líneas,
plenas de conocimiento y compromiso se transforme en marcha cada vez más
acelerada hacia nuestra plenitud colectiva.
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