Ninfa Monasterios Guevara
Desde hace milenios, la raza humana ha pasado por cientos de situaciones
de conflicto, cuyas expresiones más acabadas y contundentes, desde el
punto de vista de la destrucción y muerte generadas en tiempo y espacio,
fueron las dos guerras mundiales que sufrimos en el siglo XX.
Esta constante confrontación surge de la necesidad de algunos grupos de
imponer sus criterios y defender sus intereses, frente a otros. Las
características de estos conflictos van a depender de los recursos
bélicos disponibles, urgencias presupuestarias, necesidades de recursos
energéticos, financieros o naturales, etc.
Después de la segunda guerra mundial, el planeta entró en una calma
chica, protagonizada por la llamada guerra fría, fase esta que dio paso a
este período de supuesta paz, en la que un mismo grupo (Estado
corporativo de U.S.A.) define donde, entre quiénes, cómo y cuándo se
desarrollan invasiones o bombardeos humanitarios que pretenden (según
sus propias propagandas mediáticas) salvar a los pueblos de los países
elegidos, de unos gobiernos abusivos, dictatoriales y malucos que
impiden a los gringos acceder a sus recursos, disfrutar de sus bondades y
gobernar por debajo de cuerda.
Es así que se han escenificado cientos de conflictos y varias guerras, a
la vista de todo el mundo, gracias a las cadenas internacionales de
propaganda, perdón! …de comunicación, que bien se ocupan de allanar
conciencias y hacerlas permeables a las razones del imperio
norteamericano, convirtiéndolas en justificaciones digeribles por eso
que llaman el inconsciente colectivo.
Irak, Libia, Egipto, Siria, Palestina, Ucrania, Venezuela…son apenas los
casos más emblemáticos y descarados del intervencionismo gringo. En
cada caso han inventado excusas para justificar sus intervenciones o
agresiones. De nada han servido, en la mayoría de los casos, las voces
de protesta que se han levantado en contra de tales abusos. Ni siquiera
han importado las resoluciones de la ONU, convertida a los efectos en
triste convidado de piedra. El poder de veto es una aberración
histórica, pero conveniente a los intereses de las corporaciones que
manejan el mundo.
La última película en pleno desarrollo la está montando el propio Obama.
Director, guionista y productor de lujo de una puesta en escena que,
aunque repetida y con argumentos harto conocidos, tiene sus fervientes
seguidores y seguidoras en diversos espacios, pero muy especialmente acá
en Venezuela.
El hombrecito de marras, presidente de Estados Unidos de Norteamérica y
flamante Premio Nobel de la Paz (¿?), acaba de comenzar el pre-estreno
de su megaproducción más reciente: Obama Jones, en busca de las reservas
(petroleras) perdidas… Para ello, ha difundido un decreto u orden
ejecutiva en la que declara a Venezuela “amenaza” inusual y
extraordinaria a su seguridad nacional. O sea ya comenzó el período de
ablandamiento de conciencias y caminos, para que posteriores bombardeos
humanitarios (aparentemente lejanos todavía), invasiones
democratogénicas (con sus respectivas avanzadas de paramilitares y
contratistas, ya en progreso según parece), acciones terroristas de
cualquier índole (enmarcadas en los términos de la impunidad que exigen
las tropas gringas), continuación y profundización de acciones de guerra
psicológica-económica, sabotajes varios, etc., sean vistos con
naturalidad y hasta con esperanza, especialmente por ciertos sectores
disociados de la población venezolana.
La película, en su desarrollo, ofrecerá múltiples opciones al público
espectador: ser protagonistas principalísimos de las masacres, organizar
grupos de resistencia (este rol está pensado especialmente para grupos
chavistas radicales que puedan quedar con vida después de acciones
dirigidas a su exterminio o control), servir de apoyo logístico a las
tropas invasoras (al menos por un ratico), etc. Todo eso en 3D y sin
cortes comerciales.
¿Y las mujeres? Según el título, la guerra es tan cosa nuestra como de
los hombres. Pero, a diferencia de ellos, quienes son sus promotores,
nosotras las mujeres en todos los conflictos, de mayor o menor escala,
tenemos un protagonismo excepcional. Somos botín de guerra de primer
orden (suelen capturarnos, torturarnos, violarnos, asesinarnos como
escarmiento, como atentado a la procreación de la nacionalidad y como
vía de disuasión para los hombres), es decir, somos víctimas propicias.
Pero el rol más importante es en la propia guerra de resistencia.
Nosotras, especialmente en el proceso bolivariano, somos ejemplo de
ello. Cumplimos dobles y triples jornadas diariamente, con el fin de
garantizar el éxito de nuestra revolución, aún en pañales. Somos los
blancos preferidos de las guerras psicológica y económica que se
desarrollan en el país, pero hacemos diaria resistencia ante sus
embates, en la convicción de que las fuerzas del mal no nos derrotarán
fácilmente.
Somos una fuerza incontenible, al igual que en otros lados del mundo.
Las mujeres tenemos en nuestras manos, mentes y corazones, la pasión por
la libertad, el conocimiento de lo colectivo, el anhelo del buen vivir,
la convicción profunda en nuestro proceso, el incansable afán de
luchar, la relación con nuestro territorio, la sabiduría ancestral y
propia, la experiencia de vivir en escasez, la creatividad sublime de
multiplicar panes y peces diariamente.
Las mujeres somos guerreras. Nuestras voces son las primeras que se oyen
cuando de protestar se trata o cuando hace falta denunciar o cuando hay
que celebrar la victoria. Las Madres de Plaza de Mayo, las mujeres
kurdas, las palestinas, las sirias…todas tienen la virtud de la
constancia y esfuerzo sostenido, de la organización concreta y fuerte,
del respeto a su propia historia. Las venezolanas, somos eso y más.
Por eso, la guerra es cosa nuestra. La sobrevivimos día a día. Y
seguiremos venciendo en Unidad y Lucha permanente. La victoria, solo
será un resultado lógico y merecido.
Entonces, compañeras, es la organización y la unidad real la que nos
permitirá avanzar y vencer. Digamos hoy, en una sola voz, como
movimiento de mujeres, como Unión Nacional de Mujeres: OBAMA DEROGA EL
DECRETO YA…o prepárate para la derrota…
De nada valdría un movimiento femenino, en un mundo sin justicia social. Eva Perón.
Quien no se mueve, no siente las cadenas. Rosa Luxemburgo
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