Por Toby Valderrama y Antonio Aponte
El golpe es dado contra alguien y siempre, y más importante, contra algo; es decir, es contra un personaje y contra una ideología, un proyecto de sociedad. Si nos fijamos sólo en el personaje no comprenderemos las motivaciones profundas de la política y caminaremos al fracaso. Veamos.
A Chávez le dieron un golpe en abril, era contra el Comandante y, principalmente, contra la posibilidad socialista que el capitalismo, siempre astuto, detectó en él. Luego, al no poderlo tumbar, lo asesinaron. A Allende le dieron un golpe con las mismas características, igual pasó con Torrijos, con Janio Quadros, con Jacobo Arbenz. A pérez jiménez le dan un golpe, era contra él y para instaurar la democracia burguesa que avanzaba en el continente. Entonces, podemos concluir que en Venezuela el golpe de abril no ha cesado, sólo cambió el “alguien”, Maduro por Chávez, pero no el “algo”, la posibilidad socialista.
Puede darse, es frecuente además, el caso de que la ideología, el proyecto de sociedad que sustenta al gobierno, se derrumbe primero que el “alguien”, y cuando ocurre el cambio de personaje, ya hacía tiempo que había ocurrido el cambio de ideología. Cuando el cambio de ideología no está cumplido, acabado, el gobierno tiene oportunidad de defenderse; en caso contrario, cae irremediablemente, sin sustento. De allí que el golpe busca con prioridad minar las bases ideológicas del gobierno, a la par que desprestigia al Presidente.
En el caso nuestro, y aunque parezca paradójico, el golpe lo ejecutan desde adentro y desde afuera del gobierno. Desde adentro atacan la ideología que sustenta el proyecto de sociedad, al Socialismo; aunque, aparentemente, apoyan al Presidente, lo dejan inerme, sin soporte ideológico.Los amoríos con el capitalismo chino, el estímulo a los capitalistas nacionales, el llamado para que construyan el Socialismo, la pérdida de límites, de diferencia entre la ideología del gobierno y de la oposición, y por sobre todo el descenso brutal de la conciencia del deber social son impactos tremendos sobre la ideología, son la parte más importante del golpe que está en proceso. Quizá podríamos hablar de un autogolpe, y no estaríamos errados, también existen.
Nada hacemos para detener el golpe, no es suficiente rasgarse la vestidura, arrancarse los pelos, derretirse en loas al Presidente, gritar el apoyo con celo de tigra parida y dejar al gobierno desguarnecido en la ideología, arropado con capitalismo. De esa manera no hay victoria posible: a un gobierno así, tal como la casa de los cochinitos del cuento, lo tumba hasta un soplido.
La tarea militar más importante del momento, la defensa más importante del gobierno, es fortalecer la ideología, el proyecto de sociedad, la espiritualidad revolucionaria. Entender que el problema que confronta la Revolución no es de dinero, de reparto material, ese es el problema de la socialdemocracia, y es el anuncio de su condena.
Es necesario rectificar. Esperemos, con fe, que al regreso del viaje, junto con los dólares, traigan reflexiones y propósito de enmienda.
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