sábado, 13 de septiembre de 2014

Salvador Allende.

Susana Martínez.

 

Allende joven
Podría decirse que la historia de los pueblos, se  impregna en la memoria de sus cicatrices,  por sus  conflictos  bélicos que le han tocado vivir.  Primero empezaron los  imperios, luego desaparecieron para convertirse en potencia. Ambos protagonistas de los peores saqueos, genocidios, impuestos por el afán de dominar a la humanidad.
Desafortunadamente, en la época que le tocó gobernar a Salvador Allende, contrasta en la América Latina, que actualmente vivimos (Es útil leer “la venas abiertas” de Eduardo Galeano).  Aún no habían despertado de aquel letargo, que los convirtieron por años en el patio trasero.
Allende, su lucha no la condicionó, que era lograr un clima de igualdad y prosperidad   para su país. Convivió con una oposición y situaciones muy similares a la que tenemos actualmente.  Fue un quijote incansable, apasionado por sus ideas. Otra historia habría ocurrido, si hubiese contado con un pueblo cívico-militar y con una Latinoamérica unida.
Cabe señalar, que esta integración la inició Bolívar, luego la continúo Chávez. Dos hombres que no descansaron en la idea de consumir su vida, hasta unificar al sur.
En su tiempo, Allende, resultó un obstáculo, para un águila que se niega aceptar la independencia de los pueblos. No dudamos, que aun vivimos tiempos de resistencia. Esto lo vemos a cada rato.
Definitiva, Salvador Allende,  forma parte de aquellos hombres, que alzaron su voz  y lucharon  hasta morir dignamente por su  pueblo. Su legado y lo que representa este digno líder, será por siempre una inspiración de lucha y coraje. Porque, no importa cómo defender a la patria,  sino hacerlo; que se traduce en utilizar las armas de la conciencia revolucionaria. Bien lo decía: “Ser joven y no ser revolucionario, es una contradicción hasta biológica”.
susanamari69@hotmail.com

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