viernes, 12 de abril de 2013

Nicolás, el conductor.

ASALIA VENEGAS S.


Estos días son de un gran significado espiritual y simbólico. Su trascendencia rebasa lo terrenal y material para colocarse en otra dimensión. El amor que el pueblo le profesa al presidente Hugo Chávez es a prueba de todo, nada lo horada. Su lealtad se manifiesta a cada momento, con cada convocatoria. No hay cansancio ni desgaste. En esta campaña electoral que estamos viviendo vemos que el tiempo se nos va de las manos, pero nuestro corazón y nuestras mentes ya están conectadas con el "¿qué hacer?".
El qué hacer del 14-A quedó indeleblemente tallado en nuestras mentes el sábado 8-D. Chávez, como gran estratega y visionario, delineó milimétricamente lo que sería su legado a nuestro pueblo para la posteridad. La revolución bolivariana tenía que continuar, guiada por quien él consideró que reunía los atributos necesarios. Sus palabras a la nación aquella noche, están impregnadas de un simbolismo tan profundo que supera cualquier explicación que podamos hacer.

El pueblo, con madurez política y conciencia del compromiso histórico que suscribió con Chávez, está participando activamente y, a la vez, protagonizando, tal como lo refrenda nuestra Constitución, la construcción del socialismo bolivariano, venezolano y chavista. Los cinco objetivos históricos del Plan de la Patria, de construcción colectiva y en cuya concreción insistió hasta el final nuestro comandante, están en buenas manos. Nicolás Maduro, junto al pueblo, recibió el testigo.

Maduro, formado por el comandante, trabajó tesoneramente a su lado en mil asuntos desde los tiempos de Yare y del MVR. Chávez le asignó responsabilidades de gran envergadura y relevancia geopolítica. El roce internacional y las decisiones que hubo de tomarse bajo su tutela, cristalizaron en la visión de Maduro sobre los conflictos hacia el mundo, América Latina y Venezuela.

Este hombre es el conductor de la revolución bolivariana para los próximos seis años, el lapso hasta el 2019 que debía asumir Hugo Chávez pero que, por designios superiores, no fue posible. Bajo su mirada y protección atávica, Maduro asumirá desde el 14 de abril el compromiso supremo de llevar a Venezuela por el camino ya trazado en nuestra Constitución y en el II Plan Socialista de la Nación. ¡A la victoria, por siempre!


Profesora UCV

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