Carola Chávez
Clara, la de la vida oscura, se enfrenta a la misma y reciente cantaleta. Pobrecita, temblorosa y complaciente vuelve a bailar al son del engaño con la inocente convicción de quien jamás lo ha bailado. Otra vez recorriendo el mismo camino, porque hay un camino y es calle ciega de ojos llorosos, o sea, pellízcame que esto no puede ser verdad, reviviendo con asombro virginal la misma escena de siempre, padeciendo una derrota anunciada tantas veces y tantas veces sufrida.
Clara, campo fértil para sembradores de falsas esperanzas, reclutas del peor ciego, y Clara no quiere ver sino a esos pajaritos preñados que, en su momento, parirán, ante sus ojos atónitos, televisivas bofetadas de cinismo, lamentable resultado del intento del mentiroso de acercase, de lejitos, a la verdad: "sabíamos que íbamos a perder, pero eso no se dice. Había que mantener a nuestros electores motivados, y que creyeran que el candidato era y es brillante, y que sus larguísimos silencios discursivos son momentos de profunda reflexión; que pobrecito, que pobrecitos nosotros, que tenemos al Gobierno en contra, al mundo en contra, desde el CNE hasta las más prestigiosas encuestadoras, que sólo dejan de ser malas cuando sus números nos favorecen, así que no es no…".
Clara, globotizada, rebobina su memoria borrando la cinta de lo vivido para volverlo a sufrir. Borra y borra con obediencia cuando, como una basurota en el ojo, entra en el guión un elemento inesperado: Ahora, después de 14 años de odio cultivado con dedicación y esmero, después de incontables horas de Nitu, Carla, Kiko y Leopoldo, después incorporar el culpechávez a su lista de reflejos involuntarios; resulta que ahora le dicen que el único culpable era bueno, que el culpable es el otro, el del bigote, el chofer de autobús , el nuevo Coco, que es tan maluco que además que insiste en cubanizar al país, también quiere acabar con el chavismo y con este comunismo que nos está matando -¿o será que no nos estaba matando?- pactando con el FMI, alejándose de Fidel y arrimándose con disimulo a EEUU… Y eso es malo, muy malo, Clara, y no me preguntes por qué...
Incapaz de captar el guiño de una tele que miente a diestra y siniestra, Clara, la de la vida oscura, hizo cortocircuito y... ¡Plop!
tongorocho@gmail.com
Clara, campo fértil para sembradores de falsas esperanzas, reclutas del peor ciego, y Clara no quiere ver sino a esos pajaritos preñados que, en su momento, parirán, ante sus ojos atónitos, televisivas bofetadas de cinismo, lamentable resultado del intento del mentiroso de acercase, de lejitos, a la verdad: "sabíamos que íbamos a perder, pero eso no se dice. Había que mantener a nuestros electores motivados, y que creyeran que el candidato era y es brillante, y que sus larguísimos silencios discursivos son momentos de profunda reflexión; que pobrecito, que pobrecitos nosotros, que tenemos al Gobierno en contra, al mundo en contra, desde el CNE hasta las más prestigiosas encuestadoras, que sólo dejan de ser malas cuando sus números nos favorecen, así que no es no…".
Clara, globotizada, rebobina su memoria borrando la cinta de lo vivido para volverlo a sufrir. Borra y borra con obediencia cuando, como una basurota en el ojo, entra en el guión un elemento inesperado: Ahora, después de 14 años de odio cultivado con dedicación y esmero, después de incontables horas de Nitu, Carla, Kiko y Leopoldo, después incorporar el culpechávez a su lista de reflejos involuntarios; resulta que ahora le dicen que el único culpable era bueno, que el culpable es el otro, el del bigote, el chofer de autobús , el nuevo Coco, que es tan maluco que además que insiste en cubanizar al país, también quiere acabar con el chavismo y con este comunismo que nos está matando -¿o será que no nos estaba matando?- pactando con el FMI, alejándose de Fidel y arrimándose con disimulo a EEUU… Y eso es malo, muy malo, Clara, y no me preguntes por qué...
Incapaz de captar el guiño de una tele que miente a diestra y siniestra, Clara, la de la vida oscura, hizo cortocircuito y... ¡Plop!
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