viernes, 4 de enero de 2008

Operación Rescate: ¿Capítulo final del cuento de Navidad que vive Colombia?

Hernán Mena Cifuentes

Tras la prolongada espera y en medio del suspenso y la ansiedad generados, el presidente venezolano, Hugo Chávez Frías, anunció este miércoles, la oferta de una operación aérea, para rescatar a tres cautivos en manos de las Farc cuya libertad fue ofrecida como desagravio a su persona, por el acto de barbarie diplomática perpetrado por Álvaro Uribe Vélez, quien suspendió abruptamente la misión mediadora que Chávez realizaba en pro de un canje humanitario, plan que fue aceptado inmediatamente por el gobierno neogranadino. Clara Rojas, su pequeño hijo Emmanuel de 3 años, nacido en cautiverio y Consuelo González, serán liberados en las próximas horas, en algún punto del territorio colombiano, adonde llegarán tras recorrer kilómetros a pie, afrontando los peligros de la selva para abordar una aeronave que los trasladara, primero, hasta la ciudad de Villavicencio, de donde seguirán a Venezuela, y finalmente a su país, donde los esperan sus familiares en medio de la felicidad que reina entre ellos y todo el pueblo, que ha visto hecho realidad el cuento de Navidad que está viviendo desde varias semanas. Porque Emmanuel, simboliza a ese otro niño llamado Jesús, quien vivió una odisea similar, en la primera Navidad hace 2 mil años, y que el mundo cristiano celebra con fervor y alegría cada diciembre, como hoy festejan en Colombia y todo el planeta la liberación de este otro niño, de su madre y de Consuelo, pues este menor, es parte inseparable de esa criatura llamada canje humanitario que sobrevive en medio del suspenso de una historia real, cuya trama semeja a un cuento de Navidad. No obstante, y a pesar de haberse acordado la liberación de estos primeros tres cautivos, aún queda pendiente la libertad de varias decenas de cautivos que aun permanecen en poder de las Farc y de medio centenar de guerrilleros presos en diferentes cárceles de Colombia, que no pudieron obtener su libertad, porque Uribe Vélez sigue negándose a aceptar las condiciones propuestas por la guerrillera para concretar el canje humanitario. Y es que, Uribe Vélez representa hoy, como vasallo del imperio yanqui, lo que desde hace más de 2 mil años simboliza Herodes El Grande, el gobernante que traicionó a su país para ponerse de rodillas ante su amo el Imperio romano y a quien la tradición cristiana señala como responsable de la matanza de los Santos Inocentes, en su intento por dar muerte al Niño Jesús, a fin de impedir que esa criatura a la que los Reyes Magos le habían informado que iban a adorar, era el Mesías, futuro redentor del pueblo judío. Si Herodes, ordenó, según la leyenda, el asesinato de todos aquellos niños nacidos en los dos años siguientes al nacimiento de Jesús, Uribe Vélez está haciendo hoy algo similar, al decretar la muerte de cuanta acción se adelante en pro del canje de esos prisioneros, que haría renacer la paz en su país, y es por ello que ha frustrado todos los esfuerzos realizados por algunos gobiernos europeos que con tal finalidad, proponían esas negociaciones. Sin embargo, ante la creciente presión que Uribe ha recibido de la comunidad internacional y ahora, ante esta nueva fórmula humanista presentada por Chávez, con el apoyo irrestricto de Argentina, Bolivia, Brasil, Cuba, Ecuador y Francia, al gobierno colombiano no le quedó más opción que aceptar esta última formula, pues en caso contrario, el presidente venezolano, estaba dispuesto a poner en marcha un “Plan B”, que consistía en el despliegue de una Operación clandestina y secreta con miras a lograr el mismo objetivo libertario, con el riesgo que supone una medida de ese tipo. La aceptación del humanista plan presentado por el mandatario nacional, abre caminos de esperanza hacia la liberación del resto de los cautivos que aun permanecen en manos de la guerrilla y del gobierno neogranadino, pues hasta hoy había sido estéril cuanto intento se había hecho, para alcanzarlo, y más, los esfuerzos orientados a alcanzar la paz que sueña todo el pueblo colombiano desde hace más de medio siglo. Porque Colombia vive asolada por un conflicto sangriento desde ese tiempo, cuando el Imperio, junto con sus vasallos de la oligarquía y dirigentes de los partidos tradicionales, se abalanzaron cual manada de lobos hambrientos sobre la patria neogranadina para adueñarse de tan codiciada presa, la que aun devoran, explotando el trabajo de sus hijos y beneficiándose ilegítimamente de la inmensa riqueza de su tierra. Fue cuando se iniciaba aquel despojo, que hoy es total, que surgió la guerrilla, formada por gente despojada de sus tierras y que, por no tener trabajo, y cuando lo obtenían, se les pagaba salarios de hambre, se vieron obligados a huir hacia la selva, perseguidos como fieras, para desde allí comenzar una lucha armada que aún dura, pese a la brutal represión desatada por el imperio, el gobierno, la oligarquía y los terratenientes que, con apoyo del ejército crearon las Autodefensas Unidas de Colombia, horda de asesinos que han matado a decenas de miles de inocentes. Uribe, Estados Unidos y la Unión Europea, le han colocado la etiqueta de “terroristas y narcoguerrilla” a las Farc, la más importante de esas organizaciones, para descalificarlas ante la opinión pública mundial, desplegando para ello una campaña de desprestigio en su contra a través de los medios nacionales e internacionales a su servicio, estrategia que no ha logrado totalmente su objetivo pues la ONU y otros organismos, no aceptan dichos términos y menos las Farc, que exigen reconocimiento a su estatus político internacional de fuerza beligerante y, de ninguna manera, responsables de terrorismo y narcotráfico. A pesar de no existir espacios suficientemente libres y amplios para defenderse de esas acusaciones, la organización guerrillera ha sido clara y concisa en sus planteamientos sobre el tema, como lo señala el propio Marulanda o Tiro Fijo en una de sus raras intervenciones realizadas a través de comunicados, uno de los cuales señala textualmente: “Nosotros no tenemos relación ni mucho menos negocios con ningún cartel de drogas. Las Farc-EP, rechazan el narcotráfico por principio y por ética. En materia financiera continuaremos nuestra política para cobrar el impuesto para la Nueva Colombia a aquellas personas, naturales o jurídicas, enemigas de la democracia, cuyo patrimonio supere los mil millones de pesos, porque nuestra lucha es contra un Estado injusto, y contra los ricos que lo sustentan y lo usufructúan, y si estos le dan dinero para que adelante la guerra contra el pueblo, también tienen que dárselo a este para que se defienda de la agresión. Lo demás es la desinformación”. En los mismos términos, lo hace el combatiente guerrillero Raúl Reyes, comandante del Secretario del Estado Mayor de las Farc, al asumir la posición de la organización guerrillera frente al narcotráfico, en un documento titulado, “Militarismo, Narcotráfico y Neoliberalismo”, en uno de cuyos capítulos manifiesta: “Es necesario repetir que las Farc, no comparten, no negocian, no tienen relación con el narcotráfico y lo rechazamos por principio y por ética porque es incompatible con la democracia y la convivencia ciudadana y porque genera corrupción, impunidad, criminalidad, descomposición social entre otras cosas, afectando principalmente a los jóvenes del mundo”. En cuanto a la acusación de terroristas, el otro término acuñado por EEUU, la UE y el gobierno colombiano contra las Farc, el mismo es rechazado, desmentido categóricamente tanto por la misma organización, como por destacados periodistas que, desde otras partes del mundo analizan el trágico drama que vive ese país desde hace tanto tiempo, como es el caso de Red Voltaire, que dirige Thierre Mayssan que en un trabajo de equipo elaborado con base en el libro, “Colombia, Deuda con la Humanidad. Paramilitarismo de Estado”, destaca entre otras cosas lo siguiente. “Colombia es un mar de sangre. Los asesinatos se cuentan hasta ahora por miles de miles en todo su territorio. Las masacres no dan respiro a las organizaciones sociales, a quienes habitan a su alrededor y también a la Izquierda. Bajo la protección del fusil y la motosierra, el silencio se impone por doquier. Las autoridades locales, regionales y nacionales nada ven y nada hacen. Sus Fuerzas Armadas se hacen las ciegas, sordas y mudas. En su entorno todo arde. ¿Quiénes y cómo ejecutan ese plan de exterminio y control? Red Voltaire coincide totalmente con la del periodista Miguel Cruz Santos, quien en un trabajo titulado “Terrorismo de Estado”, pone al desnudo toda la verdad sobre el genocidio cometido contra el pueblo colombiano y las organizaciones sociales, sindicales y defensoras de los Derechos Humanos del país, pero con mayor saña aún, contra los humildes campesinos e indígenas, habitantes de los pueblos por cuyos territorios se movilizan las Farc y otros grupos guerrilleros, revelando algunas de las perversas acciones que sus testaferros ejecutan en Colombia. “El Estado oligárquico colombiano -señala en su introducción el artículo- ha recurrido como ningún otro Estado de nuestra América, ininterrumpidamente desde comienzos del siglo XX, y con el patrocinio irrestricto del imperialismo estadounidense, al uso sistemático e ilimitado de la violencia, la criminalización de la protesta social, el exterminio de los líderes y militantes de las causas democráticas y populares, las masacres en campos y ciudades a plena luz del día por los sicarios de su engendro paramilitar fascista, y la más absoluta impunidad como cobijo de los asesinos”. El comunicador social y dirigente del Comité de Puerto Rico de Solidaridad con los Pueblos de América Latina, inicia su trabajo, recordando las causas que dieron origen al genocidio perpetrado por el Estado colombiano en la década de los 20, y la subsiguiente reacción del pueblo, que se rebeló contra la opresión y la injusticia, y que, sin otra opción para sobrevivir a la brutal represión que desataron contra él, muchos de sus hijos se fueron a lo profundo de la selva para convertirse en guerrilleros. “En la década de los años 20 -escribe Santos- los movimientos sindical, campesino, e indígena, fueron cruelmente reprimidos, alcanzándose altísimos niveles de exterminio con la masacre ordenada por la United Fruit Company y realizada por el ejército colombiano, asesinando a miles de huelguistas en 1928”, y seguidamente, relata en riguroso orden cronológico, los eventos que habrían de conducir al desastre social que actualmente vive Colombia a partir del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán el 9 de abril de 1948 que dio origen al Bogotazo, cuyas llamas arden todavía. “El Terrorismo de Estado -prosigue el artículo- con su más connotada expresión, el paramilitarismo como arma fundamental del régimen oligárquico colombiano, se ensaña continuamente contra militantes y dirigentes de Izquierda. La cacería paramilitar y el genocidio, que aún no cesa, contra la Unión Patriótica (UP) y el Partido Comunista de Colombia (PCC) dejaron entre 1987 y 1992 el macabro saldo de más de 4.500 militantes y dirigentes asesinados, entre ellos los candidatos presidenciales de la UP , Jaime Pardo Leal y Bernardo Jaramillo. “El número creciente de asesinatos políticos empuja a los revolucionarios a sumarse a las guerrillas. La militancia pública en una organización de izquierda, eleva significativamente las posibilidades de ser asesinado. La indefensión es total”. “Los asesinatos con absoluta impunidad en Colombia, no se limitan a los guerrilleros desmovilizados o a connotados dirigentes y militantes de izquierda. La guerra sucia paramilitar asesina selectivamente a dirigentes y cuadros sindicales. En los últimos 12 años, sobre 3 mil dirigentes sindicales han sido asesinados sin que alguno de estos crímenes haya sido esclarecido por los organismos pertinentes del Estado”. “En el campo, los asesinatos selectivos y las matanzas indiscriminadas realizados por el paramilitarismo, (3 mil por año) han generado el desplazamiento forzoso de más de 2 millones de personas”. Ante una verdad tan inconmovible como esa, cabe preguntarse: ¿Quién es entonces el verdadero terrorista?, la respuesta es contundente e inobjetable. El Estado colombiano. Porque, si bien es cierto que los guerrilleros ocasionalmente cometen ciertos excesos en el marco de la desigual lucha que libran contra un Estado terrorista y poderoso, que cuenta con el irrestricto apoyo de EEUU, la potencia más grande de la historia, la realidad demuestra que estos lucen insignificantes ante la magnitud del genocidio perpetrado por el terrorista Estado colombiano que en el último medio siglo ha asesinado impunemente a millones de hombres, niños, mujeres y ancianos. En cuanto al señalamiento que se le hace a las Farc, de traficantes de drogas, colocándole el infamante nombre de “narcoguerrilla”, para desmentirlo, solo se requiere de un breve y elemental ejercicio de lógica, bastando para ello, quitar la venda colocada en los ojos de esos ingenuos manipulados por la propaganda creada en los laboratorios de la guerra sucia del imperio y divulgada por los medios a su servicio, que los han envenenado haciéndoles creer tanta falacia. Porque, ¿cómo pueden ser traficantes de droga, esos hombres y mujeres internados en la selva, que mientras combaten al enemigo, o disfrutan del breve reposo del guerrero , o cuando duermen, apenas gozan del leve sueño revolucionario, viven bajo la amenaza de las fieras, alimañas, serpientes, enfermedades, elementos de la estrechez e incomodad que deben soportar estoicamente en su rudo hábitat, además del acoso, persecución y ataques del ejército colombiano, que cuenta con el apoyo de la información satelital, del espionaje electrónico de radares y aeronaves de reconocimiento manejados por cientos de militares y contratistas yanquis. ¿Con qué tiempo, y en qué lugar, podrían disfrutar de las fabulosas ganancias que genera el macabro comercio de la droga, y que ninguno de ellos posee, si dedican toda su vida, desde su juventud, pasando por su madurez, hasta alcanzar la ancianidad, como es el caso del épico guerrillero Marulanda, inmersos en esa vorágine que es la selva colombiana, sin obtener más recompensa que el honor de estar cumpliendo con el deber que tiene todo ser humano a luchar en defensa de la justicia, la libertad y la dignidad. Narcotraficantes sí son, en su gran mayoría, los gobernantes, los militares, los oligarcas, los paramilitares, y para-parlamentarios cómplices de las AUC, que para enriquecerse, hicieron, para vergüenza de esa noble y respetable institución universal, un antro de delincuentes dedicados al cultivo y difusión del vicio y quienes tienen el tiempo y el dinero suficientes para ir a todas partes de Colombia, o a cualquier ciudad de EEUU y de Europa, para disfrutar de una bonanza ilegítimamente lograda. Allí, en París, Nueva York, Londres, Miami, frecuentan hoteles 5 Estrellas, casinos, joyerías y otros establecimientos donde gastan a manos llenas su dinero sucio, junto con sus hijos, sus esposas o amantes, y disfrutan de las distracciones más variadas en exóticas playas y balnearios del Caribe y de las bebidas y platos más exóticos, porque son, junto con sus tradicionales cómplices, los barones de la droga, los verdaderos narcotraficantes que existen en Colombia. Esa es la doble cara que presentaban ante el mundo los jerarcas de un Estado terrorista, que se disfrazaba como democrático, hasta que la traición que perpetró Uribe Vélez contra la mediación que adelantaba Chávez, le hizo caer la máscara de la mentira y mostrar su verdadero rostro, el rostro de horror y muerte que desde hace décadas venía ocultando al mundo, fingiendo ser ejemplo de dignidad y honor, cuando era todo lo contrario. Porque el desprecio que por la vida tiene ese Estado genocida, le ha permitido perpetuarse como lacayo al servicio de Washington, su amo, como lo constata la prepotencia de Uribe Vélez quien, tras suspender el canje humanitario, anunció que no descarta la vía del rescate a sangre y fuego de los cautivos en manos de las Farc, esto con el fin de culpar a la guerrilla de su muerte, (que seguramente ocurriría en caso de intentarlo) como irresponsable y cínicamente lo hizo recientemente al acusarlas de asesinar a los 11 concejales que los guerrilleros tenían en su poder. Por eso es que, con la aceptación de la fórmula presentada por el presidente Chávez, se abre un cielo iluminado de esperanzas al final del oscuro túnel en el que vive todo un pueblo, espacio que si se recorre con auténticos propósitos pacifistas, como promete hacerlo esta nueva brecha abierta por el mandatario nacional en la maraña de obstáculo que hasta hoy se habían presentado para alcanzar la paz en Colombia, podría igualmente conducir a la pacificación total del país hermano. Y es que la paz de Colombia, que un día huyó junto con miles de sus hijos, perseguidos y acosados por un Estado terrorista, y que hoy, armados de dignidad y valor combaten a fin a rescatar la vida que, como cirio azotado por un viento de violencia y destrucción se extingue en Colombia, puede renacer de nuevo, sólo si se derriban las vetustas y perversas estructuras del poder que hoy prevalen, reforzadas por la ilegítima intervención del imperio yanqui que ha ocupado todos los espacios económicos, políticos y militares del país, con el apoyo de la oligarquía y los gobiernos colombianos. Porque, si en los cuentos de Navidad, existe el Bien y el Mal, también en la realidad abundan los traidores al servicio de imperios, que destruyen sueños, como Herodes lo hizo hace 2 mil años al degollar a miles de inocentes , para asesinar al Niño Jesús, y como lo ha venido haciendo Uribe Vélez, destruyendo todo intento de lograr el canje humanitario, a quien hoy, no le quedó otra opción que aceptar la oferta de vida y paz que busca la libertad, no solo de 3 cautivos, sino de todos los prisioneros de ambos bandos. Porque nadie que tenga aunque sea un mínimo de ese espíritu de nobleza que alberga en el alma y corazón de todo ser humano, podría oponerse y rechazar la Operación de rescate de Emmanuel, de su madre, Clara Rojas y de Consuelo González, propuesta por Hugo Chávez, un moderno Quijote quien con su lanza embiste molinos de traiciones e injusticia para convertir en realidad el sueño que hoy vive el mundo y todo el pueblo colombiano.

No hay comentarios: