domingo, 6 de enero de 2008

El impulso de la revisión

Fernanda Guevara-Riera

Una pregunta inicial a propósito de la filosofía de las tres “erres”: ¿quién el sujeto de la revisión y eventual rectificación, del nuevo impulso para el proyecto socialista? (¿revolucionario aún? En el sentido de que socialismos hay muchos y ahora no está del todo claro de si se trata de un socialismo como fase previa a una revolución de todas las estructuras de porvenir de la clase desfavorecida, o de un socialismo a lo Zapatero, reformista por definición y acosado por un precargado laboral y existencial. Queremos participar más allá de los resentimientos. ¿Quién revisa a quién y cosa para que haya un nuevo impulso, por otra parte nada extraño en un movimiento de agitación revolucionaria cuya conciencia de sí no es suficiente para juzgar la naturaleza del proceso. El proceso va más allá de una conciencia de sí lograda, si bien no la excluye. No situamos la procedencia de la acción en la toma de conciencia, pues la primera desborda siempre dicha conciencia. La revisión no implica que unos cuantos expertos revisen una teoría, por lo demás harto difuminada, como es lógico suponer en los inicios (porque en los inicios estamos) de una agitación revolucionaria que responde aún a un mal-estar de grandes grupos – la mayoría – de los venezolanos. La revisión la lleva a cabo el mismo movimiento con sus carencias y plenitudes, con sus fisuras y su ser compacto. Una revisión sería un engaño idealista propio de académico o intelectual en torre de marfil, aun cuando se consideren – y lo son – parte del movimiento, pero una parte que se cree dotada de una conciencia y técnicas superiores. Nada hay superior, con todas sus dificultades, al movimiento general de la sociedad, inclusive cuando éste parece fragmentarse. Pero estas fragmentaciones son y serán reabsorbidas por el movimiento que se revisa e impulsa en la revisión misma. Revisar no es una actividad meramente intelectual, sino un trabajo sobre uno mismo, sus pasiones, incluyendo y destacando una pasión revolucionaria que no debe menguar en aras de un socialismo desfigurado por su propia polisemia. Revisa el hombre corriente, que tal corriente no es, desde su barrio, desde el conocimiento de las necesidades de su gente: se revisa e impulsa para la gente, para las personas y son ellas los artífices llamados a la tarea de superar un marco constitucional que no permite el avance de las metas de una sociedad que, todavía en su conjunto, no ha entendido, o no quiere, que el problema central de todos los venezolanos estriba en hacerse cargo de sus terribles diferencias de porvenir, de presente, de pasado de porvenir, de pasado por regresar a la fuente que lo vivifica. Hay que revisar hechos cotidianos y no tan cotidianos del movimiento general de la sociedad al que se opone una clase media reaccionaria en tanto no dada a pensar su propio pueblo, que no le ve tal, su sociedad como un todo, como nación, como proyecto de impulso de un saber (como sabor) que aparecerá en las praxis y del trabajo productivo. Esto implica un análisis de la situación nuestra, si bien este análisis no puede bastar y que es el primer momento de un esfuerzo de reconstrucción que mapea una totalidad epistemológica y no ontológica. Es decir, la totalidad se da como mapeo que el movimiento necesita para iluminarse, rectificar, es decir, reubicarse, morder la realidad de la gente, esa gente, nuestra gente. Ese saber que, como sabor, indica un gusto por encontrar horizontes y esquemas interpretativos, y llaves para que se permita abrir nuevos caminos, sobre todo cuando algunos parecen cerrados (parecen); nuevos andares constitutivos de la experiencia que no liquida los detalles, los temores a la interpretación, a no tener ideas preconcebidas (los extremos de siempre), sino más bien que son el margen de libertad real para todos, es decir igualdad en la posibilidad de dotarse de perspectivas de porvenir bloqueadas por una oligarquía perezosa, ausente, una rebelión de las otrora élites para asumir el país como compromiso. El impulso de la revisión sitúa el discurso en el hombre concreto, tú, yo, nosotros, el otro, todos buscando el proceso mapeado como totalidad provisional, como elemento táctico dentro de una estrategia que no puede cambiada por unas elecciones que no resuelven la polarización, sino que la posicionan como guerra de trinchera. La revisión como impulso, y no como docta disertación o investigación, indica tareas, problemas que la gente de a pie debe poder hacer llegar al ejecutivo. Un ejecutivo que no se ejecuta a sí mismo, sino que está abierto a la intemperie, tal vez, de palabras como estas. Sin este movimiento, el líder no puede por si sólo. El error no ha sido de Chávez, sino de creer que el proceso avanzaba sin hombres comprometidos en revisar en impulsar en una praxis cotidiana, por tanto situada. La filosofía de las tres “erres” implica el fin de una voluntad de sospecha hacia aquellos que son considerados burgueses infiltrados gracias a su capacidad de conocer historias de revoluciones. Pero las revoluciones no son nunca historias de las ideas sino hombres en lucha permanente. Hay buscar las relaciones de los hombres concretos en el campo de la sociedad venezolana. Para ello hacen falta centros de acoplamiento de lo que la gente percibe en su agitada conciencia, pero en su acción permanente. La síntesis vendrá luego y será síntesis no de teoría principalmente, sino de la praxis misma. Las relaciones líder movimiento implican una comunicación fluida de manera que el líder sepa dónde ejercer y cuándo ejercer su liderazgo. Dejar solo, o aislado, a quien guía, por miedo a contradecirlo es traicionarlo, porque el “príncipe” tiene consejeros no para repetirlo que el líder ha dicho sino para mostrar alternativas que el líder luego elige de acuerdo a su sagacidad. Si no hay datos concretos, si el movimiento espera de Chávez que Chávez lo saque de su “estar mal”, malestar, mal vamos. No dejad sólo al gobernante. No dejad sólo al movimiento. El impulso es la comunicación permanente y no mediática, super-estructural, una nueva coloración del proyecto que rojo permanece pero que sabe discernir los matices de los rojos, es decir tiene un estilo. El socialismo del siglo XXI es la búsqueda de ese estilo vital, mucho más que tratados. Estas mismas palabras han de ser incorporadas y sólo así pueden ser borradas como un embrión de teoría. Usamos la teoría contra sí misma para que la praxis sea el sol también noche.

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