La tendencia tecnocrática del currículo apela a fundamentos humanistas y científico-sociales por estancos porque su cimiento último es instrumental. Por lo tanto, la acción social se genera sobre la base de valores que responden a intereses individuales y subjetivos.
El peligro de promocionar una estructura pedagógica y curricular apelando al punto de vista radica en que exalta lo personal con respecto a lo institucional y la propia ciencia distinta al canon del método científico.
Es de hacer notar que el neoliberalismo impulsa la competencia entre actores sociales en el marco del mercado aupando el logro de la meta bajo preceptos éticos y morales ceñidos a intereses egoístas.
Milton y Rose Friedman, al igual que Robert Nozick, estimularon la tesis del Estado mínimo y la libre competencia, asuntos que legitiman el capitalismo financiero y sus acólitos, entre tantos, el magnate sudafricano Elon Musk.
Para este empresario, el Estado social, la Patria y la soberanía carecen de sentido. La solidaridad y el colectivismo consisten en ideas anacrónicas. La exaltación del logro por objetivo legitima el nuevo tejido social. Por ello, sin disimulo, reivindicó el golpe de Estado al gobierno de Evo Morales, con un tuit controversial: “¡Derrocaremos a quién queramos! ¡Bánquensela!”.
En consecuencia, en el marco del proceso de desneocolinización que apuntalan el Gobierno bolivariano y los gobiernos progresistas de Nuestra América, urge debatir en sus justos términos los pilares pedagógicos, sociales, antropológicos, éticos y políticos del cacareado currículo por competencias.
Ante las apetencias del capitalismo salvaje es necesario oponerle pensamiento social propio que contribuya a la consolidación de la venezolanidad y americanidad bajo las directrices del pensamiento bolivariano, zamorano y robinsoniano con el propósito de reivindicar los aportes de insignes venezolanos que apostaron sus vidas e intelectos por la liberación nacional.
¿Por qué debemos sustentar y acreditar nuestro currículo según los preceptos de los organismos internacionales? ¿Acaso no tenemos el substrato cultural del “árbol de las tres raíces”? ¿Además de investigaciones en ciencias sociales, naturales y humanas, escritas a favor de lo nacional? Entonces, ¡inventamos o erramos!
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