Adriana Rodríguez
Hace veintiún años que Wanadi dio abrigo solemne a Marquitos en la casa cósmica. Aquel 17 de abril, Marc de Civrieux abandonó esta materialidad para fusionarse eternamente con los astros. Aquí, en nuestro plano terrenal, celebramos la trayectoria, vida y obra de uno de los investigadores más prominentes del siglo XX venezolano. Aquel hombre que llegó a La Guaira con su madre en el año 1939, huyendo de los conflictos políticos y bélicos en Europa, amó profundamente nuestro país, dedicándose con el alma a estudiar con propiedad la geología, historia, geografía, mitología y sentidos de nuestros pueblos, desde el diálogo permanente con los principios en torno al hombre universal.
El pasado noviembre, logramos publicar su obra póstuma "La tentación de las perlas" contenida en dos maravillosos tomos, editados por Monteávila y disponibles y circulantes en la web. Este grandioso esfuerzo que involucra muchas voluntades, entre las que destacamos a su viuda Gisela Barrios de Sellier por su inigualable labor en el resguardo y promoción del legado de su esposo, es tan sólo una muestra de la tremenda vigencia de un incansable trabajo de vida, que a lo sumo exige de nosotros pertinente revisión y análisis en el marco de los contextos que hoy nos conciernen. Precisamente, el próximo agosto, en el Congreso Internacional Mundos Indígenas de América, COIMI que tendrá lugar en la Universidad Federal de Roraima en Boa Vista, Brasil, y gracias a la solidaridad y apoyo de Isabel Fonseca, quien se encuentra asimismo traduciendo al portugués "Watunna"; tendremos la oportunidad de presentar una propuesta para invitar a re-pensar nuestra Historia desde los aportes teórico-conceptuales de Civrieux, expuestos principalmente, tanto en "Watunna" como en "El hombre silvestre ante la naturaleza".
Queremos que la Historia científica que emana, en nuestro particular, desde América, se dé a la tarea de revisar los paradigmas y conceptos que se encuentran tremendamente arraigados a tradicionales abordajes academicistas y ultra-racionalistas, que por su propia naturaleza niegan al mito, a la verdad (es) posible en ellos contenida, que a su vez permite dar sentido a vínculos diversos con la memoria y el pasado, otorgando también, coherencia a los procesos de organización y manifestación de la comunidad toda en que éstos se presentan. Bien decía el propio Civrieux en una entrevista que hiciera Ramón Ordaz como parte del homenaje a Marcos llevado a cabo por la Universidad de Oriente (UDO): "Allí donde termina el mito, termina también la Historia". De modo que Civrieux nos pone al filo de una gran debilidad presente aún en las ciencias sociales, aquella que sigue postulando que el conocimiento "puro" de las cosas y fenómenos, nada tiene que ver con el pensamiento simbólico y la realidad que a partir de éste configuramos en los confines todos de la tierra, en los tiempos todos.
Queremos también hacer mención de la loable visión de Civrieux en la promoción a la investigación, al dar apertura en su propia residencia en La Mucuy Baja en el Estado Mérida, de una Biblioteca "Los Grandes espacios", abierta al público, que cuenta con más de nueve mil volúmenes para el estudio universal de los pueblos y la vida en general, y en donde tiene lugar también el desarrollo de un intrépido y valiosísimo proyecto musical, a cargo del profesor y luthier Virgilio Fergusson, que involucra un museo de instrumentos étnicos y a MAPIR, una grandiosa iniciativa por enseñar a los niños en las escuelas a crear música a partir de experiencias sonoras de inspiración étnica, a través de la elaboración de réplicas de instrumentos aborígenes con materiales de reciclaje. De igual forma, dentro de la Biblioteca se brindan visitas guiadas, y se cuenta con nada más y nada menos que el abrazo afable de Gisela y su oportuno y sabio consejo.
Seguimos en nuestro empeño, o como yo le he llamado, en esta conspiración amorosa, por dar a conocer la magnífica obra de Civrieux en los rincones todos en que nos sea posible hacerlo. Si nos cierran una puerta, nos meteremos por la ventana, porque queremos que nuestros niños sepan de Wanadi, del extraordinario viaje de Medatia, de los Yek’uanas, de los Chaymas, de los Cumanagotos. Porque queremos reconocernos en pleno en nuestra historia y devenir como expresión del ejercicio sagrado de la libertad.
Escritora
rodrifuentes.a@gmail.com
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