“Sobre el dolor de Colombia, sobre la enloquecida reacción de un pueblo que expresaba su furia ante el cadáver del héroe asesinado, se ha tejido la más interesada y absurda leyenda. Los grandes laboratorios de noticias, no destinados a reseñar lo que sucede en el mundo sino a aderezar los acontecimientos de acuerdo con la conveniencia de poderosos intereses económicos, son expertos en mentiras de colosales dimensiones. Ellos suelen convertir los patriotas en filibusteros, transformar los dirigentes obreros en terroristas, trocar los usureros en filántropos y transmutar los instigadores en humanistas”. Tomado del reportaje de Miguel Otero Silva sobre el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, publicado en el diario El Nacional, el miércoles 5 de mayo de 1948.
Así como pasó en Colombia, los medios de comunicación en Venezuela durante el año 2001 desataron una campaña de desprestigio, rumores y difamación contra el presidente de la República, el Comandante Hugo Chávez, las instituciones del Estado y demás funcionarios en altos cargos del gobierno. Así se abonaba el terreno para el golpe militar. Nunca en la historia de nuestro país, fue tan manipulada y engañada la opinión pública, de manera persistente y continuada, violando toda la legislación nacional referente a la libertad de expresión y al derecho a la información, incluidos los acuerdos internacionales sobre la materia suscritos por la República.
En una investigación desarrollada por varios periodistas llamada "Los documentos del Golpe" y publicada por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, explican que "esta campaña, en las semanas previas al golpe, pasó de la distorsión y manipulación informativa, a la propaganda abierta. Los medios publicaban manifiestos militares anónimos que llamaban a la subversión y al desconocimiento del Gobierno legítimo y sus instituciones. No les importaba que el anonimato y la propaganda de guerra estuviesen expresamente prohibidos en la Constitución Nacional. Los canales privados de televisión solían presentar a supuestos militares encapuchados que leían en cámara sus proclamas subversivas; la radio las retransmitía y la prensa escrita las destacaba en sus primeras páginas".
De esta manera, los medios de comunicación no sólo engañaron sino que terminaron por autoengañarse. Tenían conciencia del enorme poder que estaba de su lado para derrocar al presidente Chávez y para motivar a los sectores medios de la población, terminaron por creer que el Presidente estaba “técnicamente caído”, “¡fuera ya!”, “¡renuncia ya!”, “¡se va ya!”, que fueron las consignas que harían del inmediatismo y la frustración una misma cosa. Pero subestimaron el poder de las masas populares y el de la Fuerza Armada constitucionalista, que desde ese momento se unieron en una sinergia perfecta.
Durante la conspiración, los medios actuaron en complicidad con los sectores de la oligarquía nacional; los viejos partidos que durante 40 años desangraron y saquearon al país; nuevas organizaciones políticas, algunas de éstas bajo el velo de ONG y la sociedad civil representada por la clase media; la burocracia sindical ilegal e ilegítima de la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), establecida mediante elecciones fraudulentas en las que desaparecieron el 50% de las actas; parte del alto mando militar hoy destituido y la nómina mayor de Petróleos de Venezuela (PDVSA). La conspiración contó con el apoyo político y financiero de EEUU y empresas transnacionales.
Cronología de un mensaje
Con la intención de revisar con detalle y poder analizar paso a paso cómo se fue abonando el terreno para crear zozobra en el Pueblo venezolano, el abogado Germán Mundaraín Hernández, Defensor del Pueblo de la República Bolivariana de Venezuela en 2009 presentó el comportamiento de los medios de comunicación de la época, mostrando artículos de opinión, noticias, reportajes, gráficas, editoriales, publicidad, reseñas, entrevistas, manchetas, fotografías, etc., publicados a manera de facsímil, en la que se pudo apreciar con nitidez esa red de intereses económicos, políticos y personales que en nuestro país se mezclaron con intereses antinacionales para desviar el rumbo democrático de Venezuela y derrocar un gobierno constitucional.
Desde el día 02 de abril del 2002, el diario El Nacional impulsó la campaña mediática con un titular “CTV convoca a paro el martes”, publicando una entrevista a Carlos Ortega, presidente del gremio sindical y utilizando un antetítulo llamado “conflicto laboral”, en el que informaba que el paro sería de 24 horas, según explicó la nota de prensa.
Ese mismo día, el partido Primero Justicia llamaba también a una paralización indefinida, se orquestaba la confabulación contra el Gobierno nacional, manifestaban su respaldo al expresidente de PDVSA, Guaicaipuro Lameda, que había sido sustituido por una junta interventora y aseguraban en la vocería de Christian Chirinos, coordinador nacional de Justicia Obrera, que bajo ninguna circunstancia permitirán que los trabajadores de la petrolera fueran sustituidos por personas sin la formación adecuada ni el conocimiento del manejo de la industria.
Para el 06 de abril, el diario El Universal realizaría lo propio y generó lo que hoy pudiera llamarse "una etiqueta" titulada: “Guerra de desgaste”, en alusión a una supuesta crisis petrolera que aceleraba, según ellos, el llamado a paro de la CTV, en su edición de ese día titularon: “CTV anuncia hoy paro nacional”, un titular similar al de El Nacional, ya hecho cuatro días antes. Ese mismo día se pronunció Fedecámaras para apoyar el paro general y El Universal tituló: “Fedecámaras apoya adelantar la huelga”.
Luego, el 07 de abril el diario El Universal título en mayúsculas “EL PARO VA” en su portada, mientras que en las páginas 1 y 2 con el mismo lema: Guerra de Desgaste, escribieron “CTV niega cariz político del paro” y referían que la CTV alegaba que el paro era por violación de los contratos colectivos.
Al día siguiente, el 08 de abril inició el paro hecho por las organizaciones sindicales, que a juicio del presidente de la CTV, Carlos Ortega, y el representante de Fedecámaras, Pedro Carmona Estanga, “había sido todo un éxito”, el mismo fue extendido y El Nacional tituló: “CTV amenaza con paro de 48 horas”. Ortega reconoció que no tuvieron el 100 % de la aceptación por parte de la población, sin embargo, los sindicalistas se manifestaron conformes con el porcentaje alcanzado, por considerarlo representativo. “Este pueblo ha despertado y reaccionado, aquí no habrá gobierno alguno que intimide y que pueda amedrentar a los venezolanos”, refería el texto publicado.
Asimismo, el 09 de abril, a estos mismos llamados o titulares, se fueron sumando medios como Últimas Noticias y 2001, que titulaban “Gobierno enfrenta paro nacional de 24 horas”, mientras que otros medios comenzaban a responsabilizar al presidente Chávez del mismo.
Sumado a este escenario, el 10 de abril, el periódico Tal Cual hizo un llamado a la “REBELIÓN CIVIL”, así lo publicó en su portada de ese día, mientras en las páginas internas dedicaban su editorial “LOS OTROS HÉROES”, refiriéndose a los presidentes y directores de los medios televisivos que se unieron al Golpe, entre ellos mencionan varios apellidos: Cisneros, Granier, Zuloaga, Camero, Petricca, Cuzcó, Ferreres y Bardasano.
El mismo día, el diario 2001 publicó una dedicatoria a Pedro Carmona Estanga, con el título “LA FIGURA DE HOY”, todo un desglose desde su lugar de nacimiento y fecha, hasta cada uno de los cargos por lo que había transitado en su camino como empresario venezolano.
El 11 de abril de 2002, los medios cometieron apología del delito, término usado frecuentemente en lenguaje jurídico, para justificar acciones ilegales o de dudosa legalidad, normalmente mediante el discurso, tratando de hacer comprender que la acción debe realizarse.
Para entender este concepto basta con decir que así fue el titular de El Nacional en una publicación especial hecha ese mismo día: “La batalla final será en Miraflores”, mientras que El Universal, por su parte publicaría “CONFLICTO TOTAL” en mayúscula. Ambas publicaciones se referían a la marcha de la oposición que había sido organizada desde el Parque del Este hasta Chuao, y que sus líderes decidieron proseguirla hasta el Palacio de Miraflores y con la consiga de “ni un paso atrás” continuaron el camino para ponerle fin al gobierno del comandante Hugo Chávez.
Así comenzó esta afrenta contra el Pueblo venezolano que como lo dijo el periodista Earle Herrera, “hay que escribir sobre el silencio y contra el silencio. También contra la invisibilidad y contra el olvido. Sobre todo frente a aquéllos que desde la impostura y la apropiación mediática de la verdad histórica, hicieron suya la consigna prohibido olvidar”.
Pero como siempre, la verdad aflora y nuestra tarea es escribir la historia reciente, la fuerza de lo escrito permite tener presente los hechos que se han pretendido ocultar y así unir todas las manos, todas las voces, todas las voluntades para que este fragmento de la historia de nuestro país no se perdiera en las trincheras de esta guerra mediática inclemente que ha padecido la Revolución Bolivariana.
AMELYREN BASABE
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