La relación entre la desesperada política militarista de Trump y la creciente decadencia del sistema global y financiero hegemonizado por EEUU, es directamente proporcional.
La ONU y la OEA, creadas después de la Segunda Guerra Mundial, en tanto expresiones de un nuevo “orden geopolítico, son desafiadas por el unilateralismo estadounidense o en su defecto sometidas a un férreo control por la política de USA. A la vez, el imperio desarrolla su política de “América Primero” mediante acuerdos de libre comercio y una escalada de pactos militares: estrategia que tiene por finalidad de consolidar regímenes ultra neoliberales y fascistas.
Frente a ese escenario de violencia y guerrerista, de una política imperial que niega las soluciones pacíficas, políticas y diplomáticas como el centro de un nuevo sistema geopolítico, la Revolución Bolivariana y su defensa integral, son fundamentales, como referencia antimperialista, soberano, democrático y popular de los pueblos.
En estos momentos de pandemia mundial, Venezuela ha logrado resultados positivos con la consolidación de la curva aplanada, por su capacidad de conciencia y organización social, que es reconocida por organismos y representantes de organismos internacionales: a pesar del bloqueo y las amenazas de invasión en plena emergencia sanitaria mundial.
Es vital avanzar en el proceso de consolidación de la soberanía e independencia de nuestra nación, en la perspectiva de los 5 objetivos históricos y la idea geopolítica de un orden multipolar legada por el Comandante Chávez:
Proceso, que debemos sustentar con el fortalecimiento y concentración del poder de fuego que determine la superación de las relaciones capitalistas de producción, y colocando el énfasis en las alianzas entre la clase trabajadora, campesinos, indígenas y sectores medios revolucionarios como en las relaciones de intercambio y producción radicales y renovadoras del tejido socio-productivo.
La tarea es urgente, es la base de nuestra resistencia a los ataques imperiales y es crucial para colocarnos en mejor posición, seguir avanzando y fortaleciendo los espacios de poder popular. La construcción de ese horizonte es compleja, pero es la clave del socialismo del siglo XXI.
La revolución bolivariana y la revolución cubana son faros que iluminan la dignidad de los pueblos de América latina y de más allá. Si la soberanía de la nació fuese destruida otros pueblos no serían defendidos con el fuego libertario de nuestra revolución.
Nuestras manos, con visión bolivariana y chavista, deciden la construcción de instrumentos de dirección orgánica de la Revolución Bolivariana, de la unidad antineoliberal de Latinoamérica y de un orden multipolar.
Y la derrota de la locura imperial por pueblos auto determinados.
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