- La escandalosa corrupción de la ultra derecha venezolana empantana el Parlamento y evidencia una vez más la impunidad en nuestro país.
- Será posible que las instituciones de nuestra sociedad se mantengan inertes frente a estos graves hechos y permitan el estado de anomia que hoy perciben y repudian los ciudadanos decentes de Venezuela.
- El olor de la Guayaba recorre a nuestro país, pero no es el olor a que se refiere García Márquez, en sus escritos, sino, al de la corruptela
.Lo que está sucediendo en el parlamento venezolano, tiene una sola forma de calificarlo, es asqueroso y por el conocimiento de la historia política que tengo de Venezuela, nunca en época anterior se había visto tal grado de impunidad y el uso de la inmunidad parlamentaria para actuar, algunos diputados, como verdaderos pillos investidos de autoridad.
El tome y dame que hemos observado a través de los medios de comunicación, incluso, aquellos que siempre han favorecido a la ultra derecha venezolana, no han podido ocultar los hechos y se han visto obligados quizás por algún asomo de ética profesional que les queda, de poner en evidencia la trama de corrupción que hoy enloda al parlamento y revela las verdaderas intenciones de los que pretenden abortar la Constitución y cualquier otro procedimiento legal para asaltar el poder y ponerlo al servicio de sus intereses.
La “ayuda humanitaria”, que en verdad era el enmascaramiento de una intervención extranjera contra Venezuela, que tenía cómplices internos, fue la punta del Iceberg que reveló el grado de corrupción y apetito insaciable de los dirigentes ultraderechistas en Venezuela.
La banda de Ali Baba y los cuarenta ladrones, encabezados por el Autoproclamado, hizo caída y mesa limpia con el dinero que allí se había colocado para financiar la operación. Los líderes de la ultra derecha, ya conocidos por el extenso prontuario que tenían, le cayeron a los reales con moscas a una tajada de lechosa. Hasta algunas instituciones colombianas y programas de opinión voceros de la ultra derecha, tuvieron que criticar el escandaloso robo y denunciar con nombre y apellido a los implicados.
No conformes con el dinero de la “ayuda humanitaria”, léase intervención extranjera, le dieron palo también, a los dólares que un rapero conocido, aportó, creyendo ingenuamente que ayudaba a una causa justa, pero desconocía, la banda hamponil que allí estaba camuflada. Todavía se pregunta donde están sus reales, cómo también algunos voceros medianamente decentes de la ultra derecha también se preguntan, ¿Dónde están los reales? Por supuesto, nadie sabe, nadie responde.
La procesión continuó con la alianza pública, notoria, documentada y fotografiada del Autoproclamado con la banda criminal de los Rastrojos de Colombia. Valga señalar para los que desconocen el ambiente hamponil del vecino país, que estos delincuentes forman parte de una de las bandas más criminales de ese país, conocida por su despiadada conducta, que llega al extremo de utilizar sierras para descuartizar a sus víctimas. Pero esto no le importó a la banda de la ultra derecha venezolana, con tal de tener el apoyo y respaldo de estos desalmados.
Ahora el escándalo ha llegado al propio seno de la Asamblea Nacional, con el chantaje y extorsión a empresarios corruptos para entregarles certificados de buena conducta. Allí un importante grupo de parlamentarios, no se sabe si, es porque los han dejada al margen de la repartición de los reales o por un arrebato de vergüenza, hacen público su denuncia contra el Autoproclamado y la banda de autoexiliados que se han lucrado con el dinero que han recibido, supuestamente para luchar por la Democracia en Venezuela. Apenas comienzan a conocerse las denuncias y ya se habla de la adquisición por parte de los sacrificados ultraderechistas de lujosos apartamentos y vehículos en dólares en Colombia y otros países. De la adquisición de Discotecas de Lujo y flotas de transporte en España. De abultadas cuentas bancarias en dólares y euros, dejando atrás las ingenuas frases de un ancla de Acción Democrática, ya fallecido que un día dijo: “En Venezuela no hay razones para no robar”. Una lección de ética pública, muy bien asimilada por el Autoproclamado y la banda de Auto exilados que hoy se pavonean por el mundo, dando lecciones de moral, libertad y democracia.
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